COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires –
ciclo 2013)
27 de enero de 2013 – 3º domingo durante el año
Evangelio según San Lucas 1,1-4.4,14-21 (ciclo C)
Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se
cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron transmitidos por aquellos
que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra.
Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los
orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un
relato ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas
que has recibido. Jesús volvió a Galilea con del poder el Espíritu y su fama
se extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas y todos lo
alababan. Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como
de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le
presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje
donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha
consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres,
a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la
libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor. Jesús cerró
el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los
ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este
pasaje de la Escritura que acaban de oír".
LA PALABRA DE DIOS ES VIVA Y EFICAZ
Es importante el cumplimiento de la Palabra, el cumplimiento del Señor. En
este texto encontramos a Lucas escribiendo a un discípulo suyo, Teófilo,
acerca del valor de la doctrina, el valor de la Palabra, para que en su vida
tenga solidez de las enseñanzas que ha recibido.
Tenemos que darle valor a la Palabra-a la palabra humana hay que darle
valor, la palabra que uno dice también tiene valor- pero la Palabra de Dios,
que es su presencia misma, tiene un fundamento importantísimo, superior a
todo y nuestra actitud debe ser saber escuchar y saber recibir la Palabra de
Dios.
Quien tiene la Palabra de Dios, realmente vive; si la Iglesia pierde la
Palabra de Dios, la Iglesia se debilita. Por eso, por la Palabra nosotros
tenemos que leerla, masticarla, incorporarla, contemplarla, hacerla carne en
nuestra vida. La Palabra de Dios es viva y eficaz; nos ilumina, nos poda,
nos fortalece, nos hace discernir, crecer y madurar.
Es muy importante tener capacidad religiosa de la escucha atenta de la
 
Palabra de Dios. Quien da su tiempo a la lectura de la Palabra de Dios, tiene
la seguridad de que realmente crecerá y el Señor lo iluminará, lo alimentará
y lo fortalecerá. Pero quien se aparta del alimento, es decir de la escucha
atenta de la Palabra de Dios, su corazón se enfriará, se debilitará y podrá
llegar hasta apartarse.
La presencia de Cristo, que es la Palabra, el logos, que se encarnó en el
seno de María Virgen, que es el mismo Señor, viene a “anunciar la Buena
Noticia a los pobres, a liberar a los cautivos, a dar la vista a los
ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y a proclamar un año de
gracia del Señor.”
El discernimiento es muy importante en nuestra vida. Por eso, quien está en
contacto con la Palabra de Dios, tiene una vida más plena, más madura,
con mayor entusiasmo y mayor fuerza.
Pidamos al Señor que su Palabra sea escuchada religiosamente en nuestra
vida y hecha acción, porque la Palabra no sólo debe ser leída sino rezada,
vivida, celebrada y puesta en práctica.
Les dejo mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén