Fiesta. La Conversion de San Pablo (25 de Enero)
La Conversión de san Pablo, apóstol nos ayuda a considerar tres
puntos: la unidad de los cristianos, la evangelización, nuestra conversión
“En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id
por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación.
El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se
condenará. Éstas son las señales que acompañarán a los que crean:
en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas,
agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les
hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán
bien»” (Marcos 16,15-18).
1. Durante esta Semana de oración hemos pedido al Señor la unidad
de los cristianos, para que se haga realidad que seamos un solo rebaño y
un solo pastor, y podamos vivir la petici￳n de Jesús: “ Id por todo el
mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación ”. Proclamar el
Evangelio: no sólo en tierras lejanas sino en nuestros territorios multi-
étnicos y plurirreligiosos (cf. Mc 7,31). En diversas ocasiones, S. Pablo nos
recuerda, también por experiencia propia, que lo primero es que todos
puedan acceder a la predicación. A la escucha divina, a través de signos.
Recuerda aquellas palabras del Maestro: " bienaventurados los que
escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica " (Lc 11,28); y a
Marta, preocupada por muchas cosas, le dice que " una sola cosa es
necesaria " (Lc 10,42). La escucha de la palabra es importante para esa
unidad con el Señor y con los demás que es la Iglesia, y la base del
ecumenismo, pues “no somos nosotros quienes hacemos u organizamos la
unidad de la Iglesia. La Iglesia no se hace a sí misma y no vive de sí misma,
sino de la palabra creadora que sale de la boca de Dios. Escuchar juntos la
palabra de Dios; practicar la ‘lectio’ divina de la Biblia, es decir, la lectura
unida a la oración; dejarse sorprender por la novedad de la palabra de Dios,
que nunca envejece y nunca se agota; superar nuestra sordera para
escuchar las palabras que no coinciden con nuestros prejuicios y nuestras
opiniones; escuchar y estudiar, en la comunión de los creyentes de todos
los tiempos, todo lo que constituye un camino que es preciso recorrer para
alcanzar la unidad en la fe, como respuesta a la escucha de la Palabra.
Quien se pone a la escucha de la palabra de Dios, luego puede y debe
hablar y transmitirla a los demás, a los que nunca la han escuchado o a los
que la han olvidado y ahogado bajo las espinas de las preocupaciones o de
los enga￱os del mundo (cf. Mt 13, 22)” (Benedicto XVI).
Te pedimos, Jesús, ayuda para vivir esta fuerte exigencia de escuchar
la palabra de Dios y de hablar con valentía, para que tu Evangelio ilumine
tantas situaciones humanas, y dé paz a una sociedad llena de conflictos.
Hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus
manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las
manos sobre los enfermos y se pondrán bien ”: son manifestaciones
extraordinarias del reino de Dios. Quizá a veces nos quedamos mudos,
hemos de hablar. "De este diálogo se obtendrá un conocimiento más claro
aún de cuál es el verdadero carácter de la Iglesia católica" (Unitatis
redintegratio, 9). La Virgen María es la gran promotora de la realización del
ardiente anhelo de unidad de su Hijo divino: " Que todos sean uno..., para
que el mundo crea " (Jn 17, 21).
2. Pablo cuenta su historia, cómo fue formado entre los fariseos por
su maestro Gamaliel, y –añade- “ yo perseguí a muerte este nuevo
camino, metiendo en la cárcel, encadenados, a hombres y mujeres ”.
El evangelista san Lucas describe a Saulo entre aquellos que aprobaron la
muerte de Esteban (cf Hch 8,1). Había pactado acabar con los cristianos, y
pidió cartas para detener a los sectarios de Damasco, y mientras allí iba, se
encuentra con Cristo que siempre sale a nuestro encuentro; y lo hace con
Pablo: “ de repente una gran luz del cielo me envolvió con su
resplandor, caí por tierra y oí una voz que me decía: ‘Saulo, Saulo,
¿por qué me persigues? Yo pregunté: ¿quién eres, Señor? Me
respondió: soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues… yo pregunté:
¿Qué debo hacer, Se￱or? El Se￱or me respondi￳: ‘levántate, sigue
hasta Damasco, y allí te dirán lo que tienes que hacer’ ” A nuestro lado
está siempre Jesús que nos acompaña en el crecimiento de las virtudes,
pero vemos que a veces da un empujón a algunas personas, y las
transforma, algo así como un salto y crecen “de golpe”…
Como quedó ciego, Pablo se dejó llevar. Así, continúa el Apóstol, “ un
cierto Ananías… vino a verme, se puso a mi lado y me dijo: ‘Saulo,
hermano, recobra la vista… el Dios de nuestros padres te ha elegido
para que conozcas su voluntad, porque vas a ser testigo ante todos
los hombres, de lo que has visto y oído… Levántate, recibe el
bautismo que por la invocación del nombre de Jesús lavará tus
pecados ”. Con agradecimiento, Pablo obedece, como escribe él mismo en
su Primera Carta a Timoteo: " Doy gracias a Cristo Jesús nuestro Señor,
que me ha fortalecido, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el
ministerio; aun habiendo sido yo antes blasfemo, perseguidor y
agresor. Sin embargo, se me mostró misericordia porque lo hice por
ignorancia en mi incredulidad " (1 Tim 1,12-13). Dice que "lo hice por
ignorancia". Muchos que hacen cosas malas, son ignorantes. El mismo Jesús
pide en la cruz: “Padre, perd￳nales, porque no saben lo que hacen”… la
misma ignorancia se convierte en motivo de salvaci￳n…
Cuando tenemos turbia la vista, cuando los ojos se nublan,
necesitamos ir a la luz. Y Cristo ha dicho: “ Yo soy la luz del mundo ” (Jn
8,12): “ el que me sigue no camina a oscuras, sino que tendrá la luz
de la vida ”. A veces, nos faltan respuestas como un chico que pensando,
no encontraba respuesta: “¿es posible que si Dios me quería rápido, me
haya creado lento?, ¿por qué no empezó por ahí?” En realidad, quizá no
quiere el Señor que perdamos la paz, pues si él quiere ya sabe
transformarnos de golpe, como a Pablo.
Otra veces estas luces son precisamente cambiar la manera de mirar
nuestra vida, no pretender una realidad distinta sino ver que Jesús ilumina
mi realidad, sólo se trata de mirarla de otro modo. Señalaba uno que
pasarse la vida luchando “contra” los propios defectos, es tiempo perdido.
“Cuando deje de ser egoísta, podré empezar a amar”, así no empezaré a
amar nunca. Si me digo: “voy a empezar a amar…” entonces el amor irá
pulverizando el egoísmo que me corroe. No es que tengamos muchos
defectos; en realidad practicamos pocas virtudes, y así el horno interior está
apagado. Y, claro, en un alma semivacía pronto empieza a multiplicarse la
hojarasca.
Pasó Pablo tres días sin ver, sin comer y sin beber… para favorecer
esa conversión de corazón. “La conversi￳n es mucho más que un
arrepentimiento o un clara conciencia de un mal hecho. La conversión es
emprender un nuevo camino bajo la misericordia de Dios. Y sin dejar de ser
uno mismo. Convertirse no es haber sido impetuoso y ser ahora una malva.
Es ser ahora impetuoso bajo la misericordia de Dios. Por fortuna, San Pablo
se convirtió de verdad; es decir, siguió siendo él mismo. Cambió de camino,
pero no de alma” (Bernardino Herrando).
A San Pablo un día Dios le tiró “del caballo” y le explicó que toda esa
violencia era agua desbocada. Pero no le convirtió en un muchachito bueno,
dulce y pacífico. No le cambió el alma de fuego por otra de mantequilla. Su
amor a la ley judaica se transmutó por unas ansias por la Ley de Cristo.
Efectivamente, había cambiado de camino, pero no de alma. Este es el
cambio que Dios espera del hombre: que luchemos por el espíritu, como
hasta ahora hemos peleado por dominar; que nos empeñemos en ayudar a
los demás, como deseábamos que todos nos sirvieran. No que echemos
agua al moscatel de nuestro espíritu, sino que se convierta en vino que
conforte y no emborrache.
Si San Pablo, al caer del caballo, no se hubiera enamorado de Cristo,
a los pocos meses, habría acabado siendo un buen burgués mediocre
montado en un burro. La resurrección es, como dice Bessiere, “un fuego
que corre por la sangre de nuestra humanidad. Un fuego que nada ni nadie
puede apagar”. Salvo nuestra propia mediocridad y aburrimiento. Los
resucitados son los que tienen un “plus” de vida que les sale por los ojos y
se convierte enseguida en algo contagioso. Algo que demuestra que el
espíritu es más fuerte que el cuerpo.
Mucha gente sin ir a médicos especialistas viven resucitados: una
ciega que reparte alegría en un hospital de cancerosos; un pianista ciego
que toca para asilos de ancianos; jóvenes que gastan el tiempo que no
tienen en despertar minusválidos… Dedícate a repartir resurrecci￳n… basta
con chapuzarse en el río de tus propias esperanzas para salir de él
chorreando amor a los demás.
Tomó Pablo alimento y recobró las fuerzas. Estuvo algunos días con
los discípulos de Damasco, y en seguida se puso a predicar en las sinagogas
que Jesús era el Hijo de Dios. Todos los que le oían quedaban atónitos y
decían: « ¿No es éste el que en Jerusalén perseguía
encarnizadamente a los que invocaban ese nombre, y no ha venido
aquí con el objeto de llevárselos atados a los sumos sacerdotes? »
¿Qué preparación tenía S. Pablo cuando Cristo lo derriba del caballo,
lo deja ciego y le llama al apostolado? No lo sabem os. Jesucristo lo escoge
para Apóstol. Luego en su humildad, Pablo dirá que es como un abortivo (1
Cor 15,8). «La vocación cristiana es, por su misma naturaleza, vocación
también al apostolado» (A.A. 2).
El día de su conversión Pablo entendió que si perseguía a los
seguidores de Cristo estaba persiguiendo a Cristo, que está en los
cristianos, pues le dice: " Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues ".
Pablo pasa de perseguidor a convertido. Quizá también nosotros hacemos
de “perseguidores”: como a san Pablo, tenemos que convertirnos de
“perseguidores” a servidores y defensores de Jesucristo.
La oración colecta de hoy, propia de la fiesta, nos dice: « Oh Dios,
que con la predicación del Apóstol san Pablo llevaste a todos los
pueblos al conocimiento de la verdad, concédenos, al celebrar hoy
su conversión, que, siguiendo su ejemplo, caminemos hacia Ti como
testigos de tu verdad ». Tu verdad, Jesús, es prenda de salvación, y si la
misión de propagarla es grande, no nos falta tu ayuda, pues nos has dicho:
yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos ”. Con
labor de Pablo y otros, el mundo pagano se convirtió a la luz y al amor de
Cristo. Te pido, Señor, dejarme tocar por tu amor, responder con la
generosidad de Pablo, siendo portador de tu evangelio en mi casa,
empresa, escuela… «El verdadero cristiano busca ocasiones para anunciar a
Cristo con la palabra ya a los no creyentes, para llevarlos a la fe; ya a los
fieles, para instruirlos, confirmarlos y estimularlos a mayor fervor de
vida: “Porque la caridad de Cristo nos urge» (2 Corintios 5,14). En el
corazón de todos deben resonar aquellas palabras del Apóstol “Ay de mí si
no evangelizara” (1 Corintios 9,16)» (A.A.-3).
3. Alabemos al Señor con el salmo por todos sus beneficios: “ alabad
al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos ”. Todos
estamos llamados a convertirnos en una continua alabanza de nuestro Dios
y Padre, que “ firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura
por siempre ”. Nadie puede decir que no ha sido amado por el Señor, pues
Él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad.
Nuestra vida debe convertirse en una continua alabanza de su Santo
Nombre. Cristo es la clave, el centro y el fin de la historia humana, porque
sólo Él manifiesta plenamente el hombre al propio hombre, desvelando la
grandeza de su dignidad y vocación (cf. GS 22.24).
Llucià Pou Sabaté