Comentario al evangelio del Viernes 01 de Febrero del 2013
Simiente en crecímiento día a día
Todo va por sus pasos contados. Contados, porque hay un orden en las cosas. Si no siembras, ¿cómo
vas a segar? Si no aguardas a que la semilla germine, ¿cómo va a crecer la caña? Si esta no crece,
¿cómo va a granar? Y si no grana, ¿cómo vas a cosechar? No se puede dar el cuarto paso si no se ha
dado el tercero, ni este si no se ha dado el segundo. No se le pueden pedir peras... al peral mismo
cuando aún no ha echado raíces hacia dentro ni ramas, hojas y flores hacia el exterior. A una madre de
familia, a un educador, a un entrenador, a una maestra de novicias o responsable de junioras les
conviene entender y aceptar que hay ritmos de crecimiento y que no se pueden quemar etapas. Tú,
madre, o educador, sigue tus ritmos circadianos, como el sembrador que duerme de noche y se levanta
de mañana, y deja que el niño, el alevín, la novicia, el aprendiz, la joven promesa vayan madurando.
Lo único, o casi lo único, que hoy se te pide es saber aguardar, respetar el orden de las cosas. Todo se
andará.
Hemos centrado la atención en la palabra “contados”. Ahora la podemos fijar en los “pasos”. Jesús
observa la vida vegetal, el sorprendente empuje hacia lo alto de la planta que crece y que parece
desafiar la fuerza de la gravedad; el empuje hacia lo ancho que manifiesta el ramaje capaz de cobijar
las aves. Recordamos el “principio quieren las cosas”. Ese principio es la semilla que se acaba de
sembrar; y en la espiga granada y en la planta ya crecida comprobamos la continuidad y el pleno
remate que quieren las cosas. La vida la llevan dentro, el impulso hacia lo alto y lo ancho les nace del
interior. A las semillas depositadas en la tierra, es esa fuerza vital la que les permite romper la costra de
tierra que las cubre y alcanzar paso a paso toda su estatura.
El reino de Dios no es un mineral, es algo vivo depositado en la historia humana, en la personal y la
colectiva; lleva dentro mucha más fuerza que la semilla de trigo o la de mostaza. Sus comienzos son
casi imperceptibles, y su desarrollo es dramático, como ponen de relieve otras parábolas; pero el grano
muere para el triunfo de la espiga y el trigo vence sobre la grama.
Fraternamente
Pablo Largo
Pablo Largo