II Domingo de Cuaresma, Ciclo C
Confesar la verdad sobre Jesucristo
La Palabra: “este es mi Hijo, mi elegido, escúchenlo” (evangelio ).
1. El evangelista Lucas cuenta la transfiguración de Jesús ante sus discípulos,
precisamente cuando el horizonte se oscurece y ya se vislumbra el fracaso de la
cruz. La situación fue dura y supuso una crisis para Jesús y también para sus
primeros seguidores: ¿cómo a través del sufrimiento y de la muerte ignominiosa
puede llegar la plenitud de vida y de felicidad? Es de algún modo el interrogante
que los mismos cristianos de hoy nos hacemos: si realmente Dios quiere que
seamos felices ¿por qué tenemos que sufrir tantos males y limitaciones?
2. El evangelio no responde directamente a este interrogante pero nos da una
nueva perspectiva en la conducta histórica de Jesús. Cuando ya está de camino
hacia Jerusalén donde sospecha que sufrirá una muerte injusta, tiene lugar esta
revelaci￳n de Dios que san Lucas expresa con el símbolo de “la nube que los
cubri￳”. Están presentes Moisés y Elías atestiguando que Jesús es el portador de la
Ley Nueva y el profeta esperado. Y una voz proclama que Jesús es el Hijo de Dios,
autocomunicación de Dios mismo.
3. Los discípulos no entienden. Están dormidos y quieren seguir arriba, en el
monte, instalados en una buena tienda de seguridad, sin exponerse al sufrimiento
que implica ser fieles al proyecto de construir el reino de Dios en este mundo,
soportando con amor todas las dificultades y sufrimientos del camino. Pero ser
discípulos de Jesús es vivir apasionados por el nacimiento de la nueva humanidad
que supone también en los seguidores un nuevo nacimiento del Espíritu.
A diferencia de estos “cuyos ojos estaban cargados de sue￱o” y no podían entender
el porqué de ese fracaso, Jesús lo acepta dentro de su apasionamiento por llevar a
cabo la voluntad del Padre: que todos tengan vida en plenitud. Los discípulos
quieren seguir contemplando la singularidad y gloria de su Maestro sin exponerse al
sufrimiento que van a encontrar yendo a Jerusalén. Ante su fracaso, comenta el
evangelista: “Jesús se encontr￳ solo”.
2. Pero la decisión de Jesús dispuesto a proclamar el evangelio a las autoridades
religiosas judías exponiéndose a la muerte, viene avalada por dos figuras decisivas
en la historia bíblica. Moisés, portador de la Ley para el pueblo, y Elías, símbolo del
profetismo. En realidad, el evangelista quiere decir que la muerte del Mesías ya
estaba de algún modo anunciada en la esperanza del pueblo. ¿Cómo?
3. La Ley había puesto como centro el amor incondicional a Dios con todos los
recursos, con todo el corazón y en todos los momentos de la vida. Y el profeta
Isaías habló de que la liberación llegaría en la conducta desconcertante del
Servidor, quien siendo inocente, transformado por el Espíritu, es capaz de entregar
gratuitamente la propia vida para instaurar el derecho y la justicia en la tierra. Con
buen fundamento en la revelación bíblica, los primeros cristianos han proclamado y
celebrado que con su forma de vivir y de morir Jesús de Nazaret es el Servidor que
debía venir, es el sí de las promesas.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net