EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Viernes de la tercera semana del tiempo ordinario
Carta a los Hebreos 10,32-39.
Recuerden los primeros tiempos: apenas habían sido iluminados y ya tuvieron que
soportar un rudo y doloroso combate,
unas veces expuestos públicamente a injurias y atropellos, y otras, solidarizándose
con los que eran tratados de esa manera.
Ustedes compartieron entonces los sufrimientos de los que estaban en la cárcel y
aceptaron con alegría que los despojaran de sus bienes, sabiendo que tenían una
riqueza mejor y permanente.
No pierdan entonces la confianza, a la que está reservada una gran recompensa.
Ustedes necesitan constancia para cumplir la voluntad de Dios y entrar en posesión
de la promesa.
Porque todavía falta un poco, muy poco tiempo, y el que debe venir vendrá sin
tardar.
El justo vivirá por la fe, pero si se vuelve atrás, dejaré de amarlo.
Nosotros no somos de los que se vuelven atrás para su perdición, sino que vivimos
en la fe para preservar nuestra alma.
Salmo 37(36),3-4.5-6.23-24.39-40.
Confía en el Señor y practica el bien;
habita en la tierra y vive tranquilo:
que el Señor sea tu único deleite,
y él colmará los deseos de tu corazón.
Encomienda tu suerte al Señor,
confía en él, y él hará su obra;
hará brillar tu justicia como el sol
y tu derecho, como la luz del mediodía.
El Señor asegura los pasos del hombre
en cuyo camino se complace:
aunque caiga no quedará postrado,
porque el Señor lo lleva de la mano.
La salvación de los justos viene del Señor,
él es su refugio en el momento del peligro;
el Señor los ayuda y los libera,
los salva porque confiaron en él.
Evangelio según San Marcos 4,26-34.
Y decía: "El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra:
sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo,
sin que él sepa cómo.
La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano
abundante en la espiga.
Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el
tiempo de la cosecha".
También decía: "¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola
nos servirá para representarlo?
Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de
todas las semillas de la tierra,
pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas,
y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra".
Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que
ellos podían comprender.
No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les
explicaba todo.
Comentario del Evangelio por :
Beato John Henry Newman (1801-1890), teólogo, fundador del Oratorio en
Inglaterra
Sermón “El Mundo Invisible” PPS, vol. 4, n°13
Las parábolas del Reino
Tal es el Reino escondido por Dios: lo mismo que ahora está escondido, así será
revelado en el momento deseado. Los hombres creen que ellos son los dueños del
mundo y que ellos pueden hacer lo que quieren... Actualmente, en apariencia "todo
permanece igual que en el comienzo", y los sátiros reclaman: "¿dónde está pues la
promesa de su venida?" (2P 3,4) Pero en el tiempo marcado, habrá una
"manifestación de los hijos de Dios", y los justos "resplandecerán como el sol en el
reino de su Padre" (Rm 8,19; Mt 13,43).
Cuando los ángeles se aparecieron a los pastores, fue una aparición súbita... La
noche parecía igual a cualquier otra noche, como la noche en que Jacob tuvo su
visión que también parecía igual a otra noche (Gn 28,11s). Los pastores velaban
sobre sus rebaños, contemplaban cómo fluía la noche, las estrellas seguían su
carrera, era medianoche; no pensaban en una cosa igual cuándo el ángel se les
apareció. Tales son el poder y la virtud escondidas en lo visible; son manifestadas
cuando Dios lo quiere...
¿Quién podría concebir, dos o tres meses antes de la primavera, que la cara de
la naturaleza que parecía muerta pueda volver a ser tan espléndida y tan
variada?... Lo mismo ocurre para esta primavera eterna que esperan todos los
cristianos; vendrá, aunque tarde. Esperémoslo, porque "ciertamente vendrá, no
tardará en venir" (He 10,37). Por eso decimos cada día: "que venga tu reino", lo
que quiere decir: "Señor, muéstrate, manifiéstate, tú que estás sentado en medio
de los querubines. Resplandece; despierta tu poder y ven a salvarnos" (Sal. 79,2-
3). La tierra que vemos no nos satisface; es sólo un comienzo, es sólo una promesa
de un más allá. Hasta en su máximo esplendor, cubierta por todas sus flores,
cuando muestra de modo más sorprendente lo que esconde, esto no nos basta.
Sabemos que hay en ella más cosas que no vemos... Lo que vemos es sólo la
corteza exterior de un reino eterno. Sobre este reino es donde fijamos los ojos de
nuestra fe.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”