EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Marcos 4,26-34.
Y decía: "El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra:
sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo,
sin que él sepa cómo.
La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano
abundante en la espiga.
Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el
tiempo de la cosecha".
También decía: "¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola
nos servirá para representarlo?
Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de
todas las semillas de la tierra,
pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas,
y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra".
Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que
ellos podían comprender.
No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les
explicaba todo.
Comentario del Evangelio por :
Beato John Henry Newman (1801-1890), teólogo, fundador del Oratorio en
Inglaterra
Sermón “El Mundo Invisible” PPS, vol. 4, n°13
Las parábolas del Reino
Tal es el Reino escondido por Dios: lo mismo que ahora está escondido, así será
revelado en el momento deseado. Los hombres creen que ellos son los dueños del
mundo y que ellos pueden hacer lo que quieren... Actualmente, en apariencia "todo
permanece igual que en el comienzo", y los sátiros reclaman: "¿dónde está pues la
promesa de su venida?" (2P 3,4) Pero en el tiempo marcado, habrá una
"manifestación de los hijos de Dios", y los justos "resplandecerán como el sol en el
reino de su Padre" (Rm 8,19; Mt 13,43).
Cuando los ángeles se aparecieron a los pastores, fue una aparición súbita... La
noche parecía igual a cualquier otra noche, como la noche en que Jacob tuvo su
visión que también parecía igual a otra noche (Gn 28,11s). Los pastores velaban
sobre sus rebaños, contemplaban cómo fluía la noche, las estrellas seguían su
carrera, era medianoche; no pensaban en una cosa igual cuándo el ángel se les
apareció. Tales son el poder y la virtud escondidas en lo visible; son manifestadas
cuando Dios lo quiere...
¿Quién podría concebir, dos o tres meses antes de la primavera, que la cara de
la naturaleza que parecía muerta pueda volver a ser tan espléndida y tan
variada?... Lo mismo ocurre para esta primavera eterna que esperan todos los
cristianos; vendrá, aunque tarde. Esperémoslo, porque "ciertamente vendrá, no
tardará en venir" (He 10,37). Por eso decimos cada día: "que venga tu reino", lo
que quiere decir: "Señor, muéstrate, manifiéstate, tú que estás sentado en medio
de los querubines. Resplandece; despierta tu poder y ven a salvarnos" (Sal. 79,2-
3). La tierra que vemos no nos satisface; es sólo un comienzo, es sólo una promesa
de un más allá. Hasta en su máximo esplendor, cubierta por todas sus flores,
cuando muestra de modo más sorprendente lo que esconde, esto no nos basta.
Sabemos que hay en ella más cosas que no vemos... Lo que vemos es sólo la
corteza exterior de un reino eterno. Sobre este reino es donde fijamos los ojos de
nuestra fe.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”