III Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Sabado
En medio de las dificultades el Señor se hace presente y nos ayuda. Pide de
nosotros la fe, que nos da un sentido a todo
“Al atardecer de ese mismo día, les dijo: "Crucemos a la otra orilla".
Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba.
Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte
vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de
agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo
despertaron y le dijeron: "¡Maestro! ¿No te importa que nos
ahoguemos?". Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar:
"¡Silencio! ¡Cállate!". El viento se aplacó y sobrevino una gran
calma. Después les dijo: "¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen
fe?". Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros:
"¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?" (Marcos
4,35-41).
1. Después de la serie de parábolas, Marcos aborda una serie de
milagros. Los cuatro milagros citados aquí por san Marcos no fueron hechos
en presencia de la muchedumbre, sino sólo ante los discípulos... para ellos,
para su educación. Es algo así como con las parábolas, de las que Marcos
cuida varias veces de advertirnos de "que J esús lo explicaba todo, en
particular, a sus discípulos " (Mc 4,10; 4,34).
-Jesús había hablado a la muchedumbre. Llegada ya la tarde dijo a
sus discípulos: " Pasemos al otro lado. Y despidiendo a la
muchedumbre, le llevaron según estaba en la barca ”... Instantes de
intimidad más tranquilos, en los que Jesús está solo con sus amigos. Deja la
Galilea, va a la región pagana de los Gerasenos, país nuevo donde la
Palabra de Dios no ha sonado todavía, país de misión... donde viven nuevos
creyentes en potencia y donde hay nuevas conversiones posibles. Va allá
" con sus discípulos ". Tendrán algo más de tiempo para hablar, con la
mente reposada, tranquilamente, lejos de la gente. Señor, si lo quieres,
sube a menudo a mi barca, salgamos juntos.
-“ Se levantó un fuerte vendaval. Las olas se echaban sobre la
barca, de suerte que se llenaba de agua ”. ¡Sorpresa! La ráfaga que
empuja la vela y, de repente, sin esperarlo, tumba la barca. El lago
Tiberíades parece estar habituado a estos bruscos asaltos inesperados.
Desconcertante. ¿Acepto yo dejarme conducir por Dios, hasta no saber
adónde me va a llevar?
-“ Él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal ”. Para esto,
se necesita: -Sea un equilibrio natural excepcional... -Sea una fatiga
inmensa... Te contemplo, Jesús, durmiendo, tu cabeza sobre el cabezal, en
la popa del barco.
-Sus discípulos le despiertan y le gritan: " Maestro, ¿no te importa?
Estamos perdidos ”. ¡Cuántas veces tenemos también nosotros esta
impresión! Señor, ¿Tú duermes? ¡Despiértate, no me dejes solo con este
problema! (Noel Quesson).
Una tempestad es un buen símbolo de otras muchas crisis humanas,
personales y sociales. El mar es sinónimo, en la Biblia, del peligro y del
lugar del maligno. También nosotros experimentamos en nuestra vida
borrascas pequeñas o no tan pequeñas. Tanto en la vida personal como en
la comunitaria y eclesial, a veces nos toca remar contra fuertes corrientes y
todo da la impresión de que la barca se va a hundir. Mientras Dios parece
que duerme.
-“ Y despertando, mandó al viento y dijo al mar: "Calla,
sosiégate". Y se aquietó el viento y se hizo completa calma ”. Sueño,
Señor, con esa completa calma que siguió... recuerdo cuanto has dicho, de
que estarás con nosotros cada día, hasta el final de los tiempos .
Contigo, ¿cómo temeré?
-“ Jesús les dijo: "¿Por que teméis? ¿Aún no tenéis fe?" Y
sobrecogidos de gran temor se decían unos a otros: "¿Quién será
éste, que hasta el viento y el mar le obedecen? " El aviso va también
para nosotros, por nuestra poca fe y nuestra cobardía. No acabamos de
fiarnos de que Cristo Jesús esté presente en nuestra vida todos los días,
como nos prometió, hasta el fin del mundo. No acabamos de creer que su
Espíritu sea el animador de la Iglesia y de la historia. A los cristianos no se
nos ha prometido una travesía apacible del mar de esta vida. Nuestra
historia, como la de los demás, es muchas veces una historia de
tempestades. Cuando Marcos escribe su evangelio, la comunidad cristiana
sabe mucho de persecuciones y de fatigas. A veces son dudas, otras miedo,
o dificultades de fuera, crisis y tempestades que nos zarandean. Pero a ese
Jesús que parece dormir, sí le importa la suerte de la barca, sí le importa
que cada uno de nosotros se hunda o no. No tendríamos que ceder a la
tentación del miedo o del pesimismo. Cristo aparece como el vencedor del
mal. Con él nos ha llegado la salvación de Dios. El pánico o el miedo no
deberían tener cabida en nuestra vida. Como Pedro, en una situación
similar, tendríamos que alargar nuestra mano asustada pero confiada hacia
Cristo y decirle: «Sálvame, que me hundo» (J. Aldazábal).
2. El Antiguo Testamento nos da ejemplos de ᆱhombres de Feᄏ: “- La
fe es anticipo de lo que se espera; la prueba de las realidades que
no se ven”. La fe es una paradoja: nos hace «poseer» ya lo que no
tenemos y además nos hace «conocer» lo que cae fuera de la capacidad de
nuestros sentidos.
La fe es Dios en el hombre, es un inicio del cielo, es la alegría eterna,
presente ya en el seno de la monotonía cotidiana.
La fe es un dinamismo vital extraordinario, una aventura en
compañía de lo invisible.
La fe es la familiaridad con un inmenso entorno de realidades
invisibles a los demás.
La fe es un nuevo modo de conocimiento, unos «ojos nuevos» para
verlo todo.
Tantos han encontrado una vida con sentido, por la fe. Ayúdanos,
Señor, a ser hombres de fe, hombres que esperan o ¡poseen ya lo que
esperan!
-“ Gracias a la fe, Abraham obedeció a la llamada de Dios...”
Partió sin saber adonde iba... La fe es confiar en la palabra de alguien... es
ponerse en camino... es avanzar en la noche hacia la luz... es esperar una
ciudad perfecta donde ¡todo será «edificado» sobre el amor! La fe es
también trabajar en ese «sentido» sin ver aún los resultados... pero con la
seguridad que está el taller preparado y que ya se construye, porque Dios
actúa: Él es a la vez el arquitecto, que hace el plano, el constructor, el que
realiza la obra día a día.
-“ Gracias a la fe, Sara también, aun fuera de la edad, recibió
vigor para ser madre porque creyó que Dios sería fiel a su
promesa”. Creer en la fecundidad de mi vida, a pesar de las apariencias
contrarias. Trabajar según mis medios y confiar en las promesas de Dios:
cuando se ha hecho todo como si no se esperase nada de Dios, aún es
preciso esperarlo todo de El como si uno mismo no hubiera hecho nada...
-“ En la fe murieron todos ellos sin haber conseguido la
realización de la promesas, pero la habían visto y saludado desde
lejos. De hecho aspiraban a una patria mejor, la de los cielos”. El
«hermoso riesgo de la fe» llega hasta aceptar morir pensando que la
muerte no es caer en la nada, sino en las manos del Padre. Se deja una
patria por otra mejor (Noel Quesson).
3. ¿Creemos también en tiempos de crisis y de «noche oscura del
alma»?, ¿o sólo cuando Dios nos regala la sensación de su cercanía?
Abrahán, patriarca de los creyentes, es modelo de fe para animarnos en
tiempos que a nosotros nos parecen difíciles. Su fe en la fidelidad de Dios la
deberíamos tener también nosotros, los que en el Benedictus de Laudes (y
hoy como salmo responsorial), decimos que nos alegramos de la fidelidad
de Dios, porque actúa « recordando su santa alianza y el juramento
que juró a nuestro padre Abrahán »; los que confiamos en que, como
decimos en el Magníficat de Vísperas, Dios se acuerda « de la misericordia
como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abrahán y
su descendencia por siempre » (J. Aldazábal).
Llucià Pou Sabaté