“ningún profeta es bien recibido en su tierra”
Lc 4, 21-30
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Bran t ocds
Lectio Divina
“TE HARÁN LA GUERRA, MAS NO PODRÁN CONTIGO, PUES CONTIGO ESTOY
YO... PARA SALVARTE”
“Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose,
lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se
levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos,
continuó su camino”
Esta es la suerte que reserva el mundo a los que, como Cristo, tienen la misión de anunciar la
verdad. Lo recuerda la narración bíblica de la vocación de Jeremías, que también se relaciona
con el trozo de Lucas meditado hasta aquí. Dios había elegido a Jeremías como profeta aun
antes de nacer, más cuando el joven se sabe por revelación elegido, tiembla y presagiando la
vida azarosa que le espera quiere rehusar. Pero Dios le anima: “No temas..., porque yo estoy
contigo para librarte (Jer 1, 8). II hombre elegido por Dios para portador de su palabra, puede
contar con la gracia divina que le ha prevenido y que le acompañará en toda circunstancia.
Las contradicciones, los peligros y riesgos no le faltarán, como no han faltado a los profetas y
a Jesús mismo, pero a él le repite Dios, como a Jeremías: “Te harán la guerra, mas no podrán
contigo, pues contigo estoy yo... para salvarte” (ib 19).
Si los profetas y apóstoles tienen el deber de afrontar con ánimo el riesgo, los fieles tienen el
de escucharles y seguirles con espíritu de fe sin dejarse desviar por miras humanas.
(Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd,)
ORACION
A ti, Señor, me acojo, ¡no sea confundido jamás! ¡Por tu justicia sálvame, libérame, tiende
hacia mí tu oído y sálvame! Sé para mí una roca de refugio, alcázar fuerte que me salve, pues
mi roca eres tú y mi fortaleza, ¡Dios mío, líbrame de la mano del impío, de las garras del
perverso y del violento!. Pues tú eres mi esperanza, Señor, mi confianza desde mi juventud.
En ti tengo mi apoyo desde el seno, tú mi parte desde las entrañas de mi madre, ¡En ti sin
cesar, mi alabanza! (Salmo, 71, 1-6).
Con todo el corazón te rogamos, Señor, nos concedas luchar con todas las fuerzas del alma y
del cuerpo hasta el fin por la verdad. Si llega tiempo en que sea puesta a prueba nuestra fe -
porque como el oro se prueba en el crisol; nuestra fe en el peligro y en las persecuciones- si
estalla una persecución, haz que nos encuentre preparados para que no se hunda en el
invierno nuestra casa y nuestra morada sea destruida por las tempestades como si estuviese
construida sobre arena.
Y cuando soplen los vientos del demonio esto es, del peor de los espíritus, resistan nuestras
obras como han resistido hasta hoy, si no están minadas por dentro; y haz que preparados
para todas las pruebas, manifestemos el amor que tenemos a ti, OH Dios, de quien es la gloria
y el poder los siglos de los siglos. (ORÍGENES, de la Plegaria de los primeros cristianos 61).