IV Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Introducción a la semana
Termina la lectura de la carta a los Hebreos con una larga exhortación. Se parte
del recuerdo de los que vivieron con fe grandes tribulaciones. Ese recuerdo debe
ser estímulo para mantener la constancia en las actuales circunstancias difíciles
de la comunidad creyente, no viendo en el sufrimiento un castigo merecido, sino
una ocasión de la que Dios se sirve para aquilatar nuestra fidelidad a sus
designios. La conducta de los que creen en él debe expresarse, por un lado, en
el amor fraterno que conduce a vivir en paz con todos, y, por otro, en la relación
íntima con él, que se nos revela en Jesucristo mucho más cercano que en la
antigua alianza. Dicho en el lenguaje sacerdotal propio de esta carta: unidos a
Cristo, nuestro único mediador, hemos de ofrecer a Dios un “sacrificio de
alabanza”, que consiste en alabar su nombre, es decir, en confesar que es
misericordioso y fiel y, a la vez, en entregarnos al servicio de nuestros
hermanos, como hizo Jesús. Su mediación es nuestra garantía: “Él realizará en
nosotros lo que es de su agrado por medio de Jesucristo; a él la gloria por los
siglos de los siglos. Amén”.
Fray Emilio García Álvarez
Convento de Santo Domingo. Caleruega
(Burgos)
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