Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Impar,
Semana No. 4, Miércoles
---------------------------------------------
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: El Señor reprende a los que ama * La misericordia del
Señor dura siempre, para los que cumplen sus mandatos. * No desprecian a un
profeta más que en su tierra
Textos para este día:
Hebreos 12,4-7.11-15:
Hermanos: Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el
pecado. Habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron: "Hijo mío, no
rechaces la corrección del Señor, no te enfades por su reprensión; porque el Señor
reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos." Aceptad la corrección,
porque Dios os trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos?
Ninguna corrección nos gusta cuando la recibimos, sino que nos duele; pero,
después de pasar por ella, nos da como fruto una vida honrada y en paz.
Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad
por una senda llana: así el pie cojo, en vez de retorcerse, se curará. Buscad la paz
con todos y la santificación, sin la cual nadie verá al Señor. Procurad que nadie se
quede sin la gracia de Dios y que ninguna raíz amarga rebrote y haga daño,
contaminando a muchos.
Salmo 102 :
Bendice, alma mía, al Señor, / y todo mi ser a su santo nombre. / Bendice, alma
mía, al Señor, / y no olvides sus beneficios. R.
Como un padre siente ternura por sus hijos, / siente el Señor ternura por sus fieles;
/ porque él conoce nuestra masa, / se acuerda de que somos barro. R.
Pero la misericordia del Señor dura siempre, / su justicia pasa de hijos a nietos: /
para los que guardan la alianza. R.
 
Marcos 6,1-6:
En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó
el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba
asombrada: "¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han
enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de
María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con
nosotros aquí?" Y esto les resultaba escandaloso.
Jesús les decía: "No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus
parientes y en su casa." No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos
enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los
pueblos de alrededor enseñando.
Homilía
Temas de las lecturas: El Señor reprende a los que ama * La misericordia del
Señor dura siempre, para los que cumplen sus mandatos. * No desprecian a un
profeta más que en su tierra
1. Un poco de psicología práctica
1.1 Es difícil conciliar el sentirse amado con el sentirse reprendido. Nos gusta el
amor cuando llega con rostro de sanación o de consuelo; poco nos atrae, si viene
con las ropa adusta de la exhortación o incluso el castigo. Pero esto es infantilismo,
y es preciso superarlo.
1.2 La analogía fundamental viene del ambiente de familia: Dios nos guía y nos
educa como un papá guía y conduce a su hijo. No es una comparación nueva en la
Biblia, pues ya leíamos en el Deuteronomio: "debes comprender en tu corazón que
el Señor tu Dios te estaba disciplinando así como un hombre disciplina a su hijo"
(Dt 8,5). Y está además la cita de Prov 3,11-12 que el texto mismo incluye: "no
desprecies la corrección del Señor...".
1.3 Es bello el razonamiento que se nos propone: si eres hijo, es normal que te
traten como a hijo. Aún más: es hermoso descubrirte hijo en el momento mismo en
que llega la contradicción, sobre todo porque eso te hace semejante a Aquel que
"siendo Hijo, aprendió sufriendo a obedecer..." (Heb 5,8).
2. Poca fe, pocos milagros
2.1 Si alguien sana enfermos imponiendo las manos la cosa resulta tan maravillosa
que lo más probable es que pronto le veamos reunir multitudes. Para el evangelista
del texto de hoy, en cambio, algo así casi ni merece el nombre de "milagro", ya que
escribe que en su tierra [Jesús] "no pudo hacer allí ningún milagro; tan sólo sanó a
unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos". Por lo visto Jesús los había
acostumbrado a un ritmo de hechos maravillosos, a un río de gracia que parecía
menguarse ante un medio hostil de incredulidad.
2.2 Puede parecer simplista en exceso pero la regla que rige en esto es: no fe, no
milagros. No se me critique si parece demasiado elemental, puesto que Jesús dijo:
"Hágase en vosotros según vuestra fe" (Mt 9,29). Y en varias ocasiones dijo con
total sencillez: "tu fe te ha curado" (Mt 9,22; Mc 10,52; Lc 17,19; 18,42; Hch
14,9). Es decir: no nos engañemos; enfrentémoslo: llevamos una vida mediocre en
muchos aspectos porque tenemos una fe mediocre en muchos aspectos. La solución
es suplicar, clamar por el don de la fe y poner en práctica esa fe, porque en
ejercicio, crece y se hace fuerte.
Fr. Nelson Medina, O.P.