VI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Padre Dr. Juan Pablo Esquivel
“Bienaventurados”...
Palabra frecuente en los escritos del Antiguo y el Nuevo Testamento...
No se trata de cualquier felicidad; menos aún de una alegría pasajera; se refiere
a aquellos que tienen condiciones que los hacen gratos a Dios, y por lo mismo,
merecedores de la felicidad eterna , total , definitiva .
Las bienaventuranzas se encuentran en los Evangelios de Mateo y Lucas. Cada
versión tiene sus matices y riquezas:
Mt : Lc:
v 8 bienaventuranzas. + 4 bienavent y 4 maldiciones *
v Trazan un programa de vida + Anuncian la inversión de
situaciones ,
virtuosa , con promesa de recompensa de esta vida a la futura.
celestial. + Jesús apostrofa a su auditorio
(habla
v Jesús emplea la 3 ra . persona en 2 da . persona ).
* Se trata de cuatro pronunciamientos, que comienzan con un grito de dolor , cosa
también muy frecuente en la Biblia. Se da en los cantos fúnebres (lamentaciones
con motivo de la muerte de alguien).
Pero lo que aquí sorprende es que estos gritos de dolor se entonan sobre
personas que aún están vivas ; y que además, comúnmente son conceptuadas como
las más felices de este mundo: los ricos, los que comen bien, están alegres y son
aplaudidos por todos.
Y por el contrario, se llama “bienaventurados” a los que la opinión generalizada
de los hombres tiene como los más desdichados: pobres, hambrientos, los que
lloran, los marginados... Por lo tanto, estamos frente a una manera distinta de ver
a las personas: como las ve el Evangelio , es decir, como las ve Dios...
v Los hombres miran sólo la felicidad del momento: los que la pasan bien, los
ricos y famosos, los que se dan todos los gustos sin privarse nunca de nada, los
que ríen de todo y de todos, conquistadores del aplauso fácil y la general
aprobación. Pero la V erdad (con mayúscula) definitiva puede ser muy distinta.
 
v Tomemos una de las bienaventuranzas; quizás la más difícil de entender, pero
que da la clave para entender a las demás: “Bienaventurados los pobres ”. Pero
notemos que el Evangelio no dice que son felices sólo por ser pobres, sino porque
su condición va a cambiar (como la de los hambrientos; los que lloran; los
marginados...). Igualmente, la lamentación cae sobre los ricos no por ser ricos, sino
porque su situación va a cambiar.
El Señor se sitúa ante dos grupos de personas:
Ø Los que están mal: ¡alégrense! Su situación va a cambiar.
Ø Los que la pasan bien: lamento fúnebre, porque se viene un cambio para
mal .
Además, de momento que se llama a los primeros bienaventurados , y a los
otros se los trata como a muertos , es evidente que este cambio que se viene es
definitivo, no habrá ningún otro cambio . (como en la parábola del rico y el pobre
Lázaro).
¿ Y porqué esto? ¿A que se debe este cambio?
Una lectura rápida e incompleta de este texto, podría hacer suponer que si se es
feliz en este mundo, necesariamente se irá al infierno… y viceversa, que siendo
infeliz en esta vida, “automáticamente” entrará en el Cielo… Evidentemente que
esto no es así. Dios nos quiere felices en esta vida, y en la otra,
eternamente.
Por eso hoy nos indica el Camino. Y al ver ese camino es fácil constatar como el
pobre , al carecer de bienes, de poder, de “amigos influyentes”, de seguridades
terrenas, no puede sino poner toda su confianza en Dios y sólo en El y esto lo
hace estar a punto para el Reino de los Cielos. Esta pobreza viene a parecerse a la
infancia espiritual , necesaria para entrar en el Reino (“si no se hacen como
niños …”). En definitiva, se trata de Confianza, obediencia filial; AMOR .
Y al mismo tiempo: ¡cuántas veces van unidas las riquezas materiales y un
orgullo arrogante, autosatisfecho, de quien cree no necesitar de nada ni de nadie
(¡ni de Dios!) ¡Cuántas veces la hartura de bienes está ligada a la relajación de
costumbres, a la falta de abnegación y de compostura espiritual! ¡Cuántas veces
van juntas las alegrías superficiales con la chabacanería, la frivolidad y los
desatinos! ¡Cuántas veces el deseo de quedar bien con todos y obtener el
aplauso general lleva a traicionar a Dios y a la propia conciencia!
+ El Señor nos invita hoy a revisar cuál es nuestro tesoro, para saber dónde está
nuestro corazón, y en dónde está nuestra confianza (repasar la 1 ra . lectura de la
Misa de hoy...)
¡Feliz el hombre que pone su confianza en el Señor! (Salmo Responsorial)
+ Sobre el Evangelio de hoy, nos dice el Catecismo : “El Señor se lamenta de los
ricos porque encuentran su consuelo en la abundancia de bienes (cf. Lc. 6, 24). ‘El
orgulloso busca el poder terreno, mientras el pobre en espíritu busca el reino de los
cielos’(San Agustín ) El abandono en la providencia del Padre del cielo libera
de la inquietud por el mañana (cf. Mt. 6, 25 - 34 ). La confianza en Dios dispone
a la bienaventuranza de los pobres: ellos verán a Dios .( nro. 2547).
+ El momento de la muerte es un momento en el que todas estas cosas se hacen
particularmente evidentes...
Sin embargo, el Reino que no es de este mundo, ya está en el mundo, ya ha
comenzado.
Y este Evangelio tiene un insoslayable matiz social . Si los cristianos somos los
herederos del Reino, debemos obrar como tales: la solidaridad no es una actitud
opcional para cristianos un poco más generosos del “resto”...
El pobre, el que llora, el hambriento, el proscrito, son mis hermanos … “¿Acaso
soy yo responsable de mi hermano?” (preguntó Caín con hipocresía)... Sí! !! , es la
respuesta en clave humana y cristiana...
Entonces, que nuestra fe cristiana florezca en una solidaridad efectiva que sea para
todos los hombres el signo de que el Reino de Dios ya está aquí.
Amén .