I Domingo de Cuaresma, Ciclo C
Padre Dr. Juan Pablo Esquivel
Jesús es tentado ...
¿Qué es la tentación?
Es una prueba , que nos hace aparecer como somos en realidad.
Una máquina es probada, para ver si sirve.
Una comida es probada, para ver si está a punto.
También el hombre es probado:
v Dios lo permite para hacernos crecer.
v El diablo nos tienta con el pecado, o nos pone en dificultades en el servicio de
Dios o en el amor al prójimo.
La tentación muestra lo que somos y lo que podemos.
Si estamos verdaderamente adheridos a Dios, salimos victoriosos y
fortalecidos. De lo contrario, la tentación nos gana, y quedamos debilitados.
Dios jamás permite la tentación por encima de nuestras fuerzas.
Cuando nos prueba, lo hace par que, venciendo, podamos quedarnos unidos a
Él, y más capaces de esfuerzos mayores...
Y para que experimentemos nuestra debilidad, y su fuerza: “Sin mí, nada
podéis...”
+ Jesús, verdadero Dios pero también verdadero hombre, pasó por esta
experiencia, tan propia de los hombres. Y el Evangelio de hoy nos dice que “volvía
del Jordán, lleno del Espíritu Santo” , pues allí había sido bautizado por Juan.. Es
evidente que San Lc. quiere aquí decirnos que el camino de la tentación es el
camino de todos los bautizados. Todos nosotros, en el Bautismo, hemos sido
hechos hijos de Dios, y asumimos frente a nuestro Padre Celestial, una misión, un
compromiso... Allí también comenzó nuestra lucha contra la tentación de
apartarnos de nuestra vida y nuestras responsabilidades cristianas.
De modo que las tentaciones de Jesús son las de toda la Iglesia y todos los
cristianos.
- Iª Tentación: cambiar las piedras en panes = poner el alimento, y las
preocupaciones cotidianas, en el primer lugar, dejando el segundo puesto para
Dios... El hombre debe buscar el pan, trabajar por el pan, pero no vivir sólo para la
comida, para el estómago: “no sólo de pan vive el hombre” : Debemos tener en
nuestro corazón valores más importantes (ídem para los placeres).
- IIª Tentación: postrarse ante el diablo para tener todos los reinos del
mundo = dar la espalda a Dios, para obtener dinero, riquezas, poder, gloria y fama
a cualquier precio.
 
¡Cuántos pecados se cometen cada día para obtener dinero y poder! ¡Cuántos
venden su vida al mal, al diablo, arrodillándose delante de estos ídolos! (los
políticos por el poder; pero también a veces los cristianos por algún “carguito”)....
Jesús proclama otra cosa: capacidad de renuncia, desprendimiento, sacrificio,
humildad, amor a todos (también a los enemigos), predicación no muy popular...
Es más fácil ponerse del lado del diablo, apostando al camino fácil de la
trampa, la mentira, la injusticia, el acomodo, el negociado, la coima, la violencia, el
egoísmo, la envidia, el odio, la pereza, la indiferencia, las omisiones, el
materialismo... Todas estas cosas tienen ese dinamismo que tanto seduce al
hombre contemporáneo: “raspe y gane”!! = lo que ambiciono, aquí y ahora, al
menor costo personal posible.
Por eso hoy hay muchos cristianos tibios, que ponen mala cara frente a las
exigencias de la fe, y prefieren seguir la opinión de la mayoría, las ideas de moda,
lo que muestra la T. V.
La Iglesia - siguiendo a Cristo - tiene enseñanzas “poco populares” acerca del
modo de prevenir el sida, de la moral sexual, de la defensa de la vida en el seno
materno, y en muchos otros campos.
Por desgracia, muchos encuentran que es más fácil “postrarse delante del
diablo” , aceptando sus principios y falsos valores que crean castillos en al aire,
que finalmente se derrumban sobre la cabeza de quien apuesta a ellos.1[1]
IIIª Tentación: arrojarse de lo alto del templo, porque “Dios te salvará”. Es
decir, el gusto por lo maravilloso ... milagros para creer, o milagritos “para salir del
apuro”, o “para entretenerse”... A Cristo le resultaba fácil hacer milagros (¡Es
Dios!). Pero exigirle milagros a Dios a cada momento es un modo de ponerlo a
prueba, de tentarlo, de dudar si está o no con nosotros.
Dios está con nosotros. No tenemos derecho a amenazarlo con dejar de
creer si no hace lo que le pedimos. No está mal pedir milagros... lo malo es exigir
que haga sí o sí lo que le pedimos, sino ¡pobre de Él! A veces somos nosotros los
que nos ponemos en una mala situación, provocada por algún pecado nuestro, y
1[1] Tampoco en nuestros días faltan “buenos cristianos” que tienen el alma tan
llena de sí mismos como vacía de Dios, que se precian de ocupar los primeros puestos en
instituciones eclesiales – como los fariseos en la época de Jesús – y que con tal de retener
su “puestito” de privilegio venden el alma al diablo, crucificando a quien se interponga
en el camino - curas incluidos - y manteniendo a Cristo en agonía hasta el fin de los
tiempos (“figuración o muerte”).
Sin embargo, Cristo desenmascarando esta segunda tentación, desenmascara
también la hipocresía de quienes utilizan su nombre, o a la Iglesia, para sus propios fines.
luego le exigimos a Dios que intervenga para salvarnos. (como hace satanás con
Cristo).
Son precisamente los enemigos de Cristo, los que al pie de la Cruz dicen: “que
baje, y creeremos”.
También nosotros a veces: “que haga tal o cual cosa, y creeré”...
Dios nunca nos va a fallar. Debemos pedirle con fe y con insistencia. Pero
con la suficiente humildad como para aceptar que Él sabe más que nosotros, y
que su solución puede ser distinta, y que siempre será la mejor, aunque no sea
la que nosotros le hemos pedido.
+ Todas las tentaciones propuestas a Jesús apuntaban a saber si
efectivamente era Hijo de Dios. “Si eres Hijo de Dios”...
Pero Él demostró que es hijo de Dios venciendo todas las tentaciones,
mostrando así su obediencia al Padre.
También para nosotros, esta Cuaresma, invita a una renovada toma de
conciencia de nuestro Bautismo, de nuestra dignidad de hijos de Dios, de
nuestro poder para luchar contra las tentaciones que se nos presentan y vivir
con coherencia nuestra condición de Dios.
v Frente al materialismo y a la sensualidad, que proclama “pan y circo”,
ayunemos para retomar el sentido de las cosas, y para ser generosos
( limosna )
v Si somos soberbios, y nos gustan los elogios y los aplausos, si somos
interesados y mezquinos, aprendamos a servir como Cristo, ganándonos el
aplauso de Dios mejor que el de los hombres.
v Y no tentemos a Dios: aprendamos la obediencia cristiana, pidiendo fortaleza en
la fe, para descubrirlo como Señor de nuestras vidas: oración, meditación,
lectura del Evangelio, Confesión, Misa, visitas al Santísimo, Rosario,
ofrecimiento del día a la Virgen...
+ Aunque nos sepamos débiles y tengamos experiencias de muchas caídas,
emprendamos la lucha contra la tentación. No miremos sólo nuestra debilidad, sino
sobretodo la fuerza de Dios en nosotros, ya que “Nadie que cree en Él quedará
defraudado” (IIª Lect.).
+ Durante la próxima Vigilia pascual, renovaremos nuestras promesas
bautismales: que podamos hacerlo con sinceridad, habiendo realmente crecido en
esta Cuaresma... y con profunda alegría.
Amén.