Comentario al evangelio del Miércoles 13 de Febrero del 2013
La espiritualidad del decrecimiento o la gracia de vivir la cuaresma
Creo realmente que nuestro tiempo actual tropieza con dificultades cuando se topa con palabras como
“ascesis, ayuno, arrepentimiento, perdón…” También nosotros, que intentamos vivir nuestra fe con la
mayor honestidad y verdad posible. Se nos ha “colado” eso de que para ser auténtico o auténtica, para
ser fiel a uno mismo y al proyecto de Dios (porque nosotros solemos meter a Dios en nuestros
razonamientos…), ¡no hay que cambiar en nada! ¡Rectificar es de cobardes! ¡Sé fiel a lo que eres y
dices! ¡disfruta la vida, no te quedes a medias, vive a tope!
Hoy es miércoles de ceniza. Hoy inicia el tiempo de cuaresma. Un tiempo de gracia, de salvación, de
conversión…¡de oportunidad! ¿Quién sería capaz de desechar un tiempo para mejorar, para ser
el-mejor-uno-mismo-posible, si realmente se creyera que contamos con la gracia “suficiente” para que
la conversión sea eficaz y realista? ¿Nos creemos de verdad lo que decimos de la cuaresma? ¿O sigue
siendo un tiempo incómodo, un trámite que hay que pasar para llegar a la Pascua, un rito antiguo y
vacío de contenido de una Iglesia vieja y aguafiestas?
No lo pregunto a los no creyentes, que, lógicamente, no tienen herramientas por qué adentrarse en este
tiempo. Lo pregunto a quienes confesamos la fe en Cristo Jesús, en la Iglesia, en Dios Padre, en el
Espíritu Santo, fuente de vida. Me lo pregunto a mí misma: ¿de qué tengo que convertirme?... ¿O es
que acaso ya está todo hecho? Esta Cuaresma, me recuerda de un modo muy especial el pensamiento
llamado del “decrecimiento” : un compromiso en lo político, en lo económico, en lo social y espiritual
por crecer “decreciendo”, sumándose a lo pequeño, teniendo la sabiduría suficiente para dejar de
ambicionar y amontonar para seguir reconstruyendo hacia dentro… Por eso la imagen de este
movimiento es el caracol:
«El caracol construye la delicada arquitectura de su
concha añadiendo una tras otra las espirales cada vez más amplias; después cesa bruscamente y
comienza a enroscarse esta vez en decrecimiento, ya que una sola espiral más daría a la concha una
dimensión 16 veces más grande, lo que en lugar de contribuir al bienestar del animal, lo
sobrecargaría » (Ivan Illich. La estrategia del caracol).
Por supuesto: alimentarse de la Palabra, ayunar y dar limosna con sentido evangélico, perdonar y pedir
perdón, poner el corazón transparente ante Dios y su misericordia, luchar por la justicia y la
compasión… todo ello son herramientas privilegiadas que la Iglesia nos ofrece. Pero, ¿no te parece
curioso que desde otras perspectivas distintas el ser humano esté descubriendo la gracia de lo pequeño,
del cambio, de la conversión, de dejar de salir hacia fuera y crecer hacia dentro?
Por cierto, desde esta clave de fe que busca hacerse real en el amor, no dejes de meditar el Mensaje de
Cuaresma del Papa .
Vuestra hermana en la fe, Rosa Ruiz, Misionera Claretiana
Rosa Ruiz, Misionera Claretiana