Miercoles de Ceniza
Padre Julio Gonzalez Carretti O.C.D
Lecturas bíblicas
Comienza el tiempo de Cuaresma. Tiempo fuerte de reflexión sobre la propia condición
humana y nuestra respuesta de conversión a la fe cristiana que profesamos. Es el
tiempo de preparación a la Pascua del Señor Jesús, lo que significa, revivir en la propia
vida su misterio de muerte y Resurrección, este tiempo privilegiado, es una nueva
oportunidad para una mayor configuración con Cristo Jesús (cfr. Rm 8, 29). La
configuración con su Pasión, es para gozar de su gloriosa Resurrección, de ahí la
importancia de hacer penitencia en el sentido, de morir al pecado, asumiendo los
criterios de Cristo Jesús, hacer su voluntad por sobre la nuestra, siempre inclinada al
egoísmo. Debemos esforzarnos, con la gracia y el amor de Dios, por mejorar un aspecto
de nuestra vida ordinaria: ser más pacientes, más generosos, aprender escuchar, más
tiempo de oración, más tiempo con la familia, y menos trabajólico, quizás, más amor a
la esposa y los hijos, etc. Se trata de trabajar ese aspecto que queremos mejorar de
nuestra vida, cosa que el día de Pascua, podamos resucitar con Cristo a una nueva vida.
Ha vencido su amor de resucitado por sobre nuestro egoísmo. El tema de la liturgia de la
palabra, es la rectitud de intención a la hora de trabajar nuestra conversión, nuestra
salvación.
a.- Jl. 2,12-18: Convertíos al Señor, Dios vuestro.
El profeta Joel, al comienzo de la Cuaresma, nos invita a la penitencia y a la conversión,
pero ¿quién estará limpio el día de la ira del Señor? La penitencia verdadera es la que
convierte el corazón por medio del ayuno, el llanto y el luto. Lo que hay que rasgar es el
corazón y luego las vestiduras (v.13). La conversión es un volver a Dios, ya que el
pecado nos aleja de Yahvé, pero además nos dice de “todo corazón”, es decir, que el
regreso no sea algo esporádico, ocasional, ficticio o interesado. Una conversión de todo
corazón, es un llamado sincero, firme, con propósito de enmendar el propio rumbo
hacia Dios. ¿Cuáles son los motivos que Joel ofrece para comenzar este camino de
conversión? De parte de Dios no dice: “Desgarrad vuestro corazón y no vuestros
vestidos, volved a Yahveh vuestro Dios, porque él es clemente y compasivo, tardo a la
cólera, rico en amor, y se ablanda ante la desgracia. ¡Quién sabe si volverá y se
ablandará, y dejará tras sí una bendición, oblación y libación a Yahvé vuestro Dios!”
(vv. 13-14). He ahí el fundamento de su oración y esperanza, y también el nuestro, lo
que viene a significar, que no todo está definitivamente perdido, si el hombre no se
resiste, sino que de verdad convierte su corazón a Yahvé (cfr. Mt. 7, 7). De parte del
hombre, el temor a que una vez que pase la plaga de langosta, si llega, se pueda volver
a tener algo de agricultura para restablecer el culto y la ofrenda, se espera la bendición
(v.14). La invitación que hace al pueblo a la penitencia el profeta, es para pedir el
perdón divino, pero lo que le interesa de verdad destacar no es el castigo sobre el
pueblo pecador, sino el honor de Yahvé, delante de los otros pueblos. Verán que su Dios,
no pudo salvarlos hasta preguntarse: “¿Dónde está su Dios?” (v. 17). La respuesta de
Yahvé, ante la conversión y penitencia de su pueblo fue: “Y Yahvé se llenó de celo por su
tierra, y tuvo piedad de su pueblo. Respondió Yahvé y dijo a su pueblo: “He aquí que yo
os envío grano, mosto y aceite virgen: os hartaréis de ello, y no os entregaré más al
oprobio de las naciones.” (vv. 18-19). Todos participaron de este movimiento de regreso
al Señor: ancianos y niños, sacerdotes y casados, porque todo comprometidos con
Yahvé y su Alianza.
b.- 2 Cor. 5, 20-6,2: Ahora es tiempo de gracia y salvación.
La reconciliación que pide Pablo a los cristianos venidos del paganismo, es reconocer el
mal cometido en otro tiempo, causa de la separación con Dios, pero esto implica, la
creación de una realidad nueva, a la que los hombres pueden dirigir sus pasos, más allá
de su pecado: Dios ha intervenido, ha creado algo nuevo: la reconciliación en Cristo. La
Cruz del Calvario, señala la sentencia que el tiempo pasado terminó, e inaugura algo
totalmente nuevo. El que es de Cristo o vive en Él, es criatura nueva. Pablo, es
embajador de esa novedad del perdón de Dios: “Somos, pues, embajadores de Cristo,
como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos:
¡reconciliaos con Dios! A quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que
viniésemos a ser justicia de Dios en él.” (vv. 20 - 21). Jesucristo, siendo el Cordero
inocente que quita el pecado del mundo, dio su vida por cada uno de nosotros cómo no
vamos a dar la nuestra por ÉL. La gracia que nos concede, es decir, su amistad, no la
podemos despreciar o dejar caer, como algo sin importancia, porque el tiempo se acaba.
Hoy es día de salvación, mañana no sabemos. Su gracia nos hace puros y limpios a sus
ojos, porque somos bañados de la luz de su Resurrección.
c.- Mt. 6,1-6; 16-18: Limosna, oración y ayuno.
Mateo, nos presenta todo un programa de vida evangélica, para comenzar la Cuaresma;
toda una hoja de ruta para seguir a Jesús. Sus discípulos deberán cumplir la Ley de
Moisés con mayor perfección que los propios fariseos y escribas (cfr. Mt. 5, 20). Ahora
hay que aplicar este principio en aquellas prácticas religiosas que los judíos observaban,
como parte esencial de la religión: la limosna, la oración y el ayuno. La crítica de Jesús
se dirige a la forma en que se practicaban, no a estas prácticas en sí mismas, porque
ellas poseían un fin noble, y que hay que vivirlas, desde lo interior del hombre creyente
y piadoso. Quienes las observaban para ser alabados por los hombres, ya tienen su paga
o retribución; quien hace uso de la rectitud de intención, y lo hace por ser expresión de
la voluntad de Dios, de recibirá de su parte la retribución prometida. Las limosnas
muchas veces eran anunciadas, sobre todo, cuando eran generosas; Jesús manda que
se hagan, pero en secreto, y sin vanagloriarse de ello. La oración, hecha en el templo o
en la sinagoga, se hacían con mucho fervor, incluso en las calles, pero esto se prestaba
a la ostentación; Jesús manda que se haga en secreto, en la propia habitación, cuando
es personal, hablar con un lenguaje sencillo al Padre. No se puede concluir que Jesús
critique el culto público, como buen judío, también asistía al templo. El ayuno, era una
manifestación externa de la propia conversión interior. Isaías había enseñado acerca del
verdadero ayuno (cfr. Is. 58, 5-10) fuente de vida nueva, para el que lo observa,
pensando en su prójimo; lo mismo para Jesús es fuente de alegría y libertad, porque se
libera de su egoísmo y maldad, para dejar espacio a la voluntad de Dios; debe
practicarse en secreto, porque es trato personal con el Padre. De su mano y bondad
recibirá a su tiempo, el premio de haber trabajado su conversión de cara a ÉL.
Nuestra Santa Madre Teresa, cuando andaba su vida espiritual por el suelo, siendo joven
monja de clausura, había dejado la oración, y estaba dividida entre Dios y el mundo
exterior, descubre en la Pasión la fuente de su verdadera conversión al Señor Jesús.
“Pues ya andaba mi alma cansada y aunque quería no la dejaban descansar las ruines
costumbres que tenía. Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que
habían traído allí a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en
casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle
tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal
que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrojéme
cabe El con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de
una vez para no ofenderle.” (Vida 9,1).