CUARESMA PARA LA FE
Padre Javier Leoz
La Cuaresma, en sí misma, no tiene sentido. Pero, con este miércoles de ceniza,
nos proponemos seguir más de cerca a Jesús de Nazaret en su dar todo por el
hombre y en obediencia hacia Dios: LA PASCUA.
¿Cambiará en algo nuestro día a día en este tiempo? ¿Nos dejaremos tocar por la
gracia de Dios en este Año Santo de la Fe?
¿Viviremos intensamente desde la oración, la austeridad o la caridad, esta distancia
entre hoy y la Semana Santa?
¿Progresaremos como pueblo e hijos de Dios en su conocimiento a través de las
Escrituras tal y como el Papa nos proponía en la celebración de la inauguración del
Año de la Fe?
1.- Todo lo que no se prepara con antelación, corre el riesgo de diluirse. De no
cobrar la importancia que tiene. La PASCUA del Señor, nos tira hacia delante, nos
seduce, pone delante de nosotros un horizonte de vida y de posibilidades. ¡El Señor
subirá a la cruz por nosotros! ¡El Señor bajará al silencio de la muerte por nosotros!
¡El Señor, saldrá a los tres días, victorioso con un gran regalo: nuestra propia
victoria sobre la muerte!
Esto, hermanos, no se improvisa de la noche a la mañana. ¡Qué bueno sería que
nos sintiéramos pueblo peregrino! ¡Qué gratificante sería que, en este miércoles de
ceniza, ofreciésemos a Jesús, una promesa! (¿La eucaristía diaria? ¿Una lectura
sosegada de la Palabra de Dios? ¿Una obra oportuna de caridad? ¿Abstenernos de
ciertos caprichos –fumar, beber? ¿Una suscripción a una revista cristiana?
2.- Esta cuaresma, en el Año de la Fe, ha de ser diferente a las demás. Dios es un
ser dinámico y, por lo tanto, sale a nuestro encuentro curando las dolencias de
nuestro hoy, perdonando los pecados que brincan y juegan en el alma de hoy,
invitándonos a ver en el exponente de la cruz que va camino del calvario, su
auténtico rostro: DIOS AMOR. ¿No es un momento, la cuaresma, para recordar la
esencia de nuestra fe?
No es el momento de pensar y escudarnos en el hecho de que en la sociedad, el
mundo, la parroquia, la comunidad, mi familia….se ha perdido el sentido del
pecado. Lo importante es, ahora, hoy y aquí, ponernos un termómetro personal.
Contrastar nuestra vida con la de Jesús. Dejarnos pasar por el escáner del Espíritu,
y que detecte todo aquello que hemos de dejar para llegar más limpios a la Pascua.
2.- ¿Ceniza? ¡Sí! Porque queremos ser árboles cuando, en realidad, somos simples
astillas. Porque decimos ser rascacielos, cuando apenas levantamos lo que da una
altura. Porque afirmamos ser buenos y santos, cuando en realidad, podemos ser
mejores si nos dejamos guiar por Dios.
¿Ceniza? ¡Sí! Porque presumimos de conocer el evangelio y, resulta, que lo
descafeinamos utilizándolo a nuestro antojo. Porque, la fe, hoy más que nunca,
exige respuestas decididas, hombres y mujeres valientes, seguidores de un Jesús
que nos llama a la conversión, a volver nuestro corazón hacia Dios. Porque, en este
Año de la Fe, es preciso encontrarnos a Jesús para dar razón y testimonio de Él.
Un escritor, decía que “Occidente está débil”. La Cuaresma puede contribuir a
inyectarnos esa fuerza de Dios. Ese impulso del Espíritu. Esa humildad para
encontrarnos con Cristo. Esa paz que el día a día nos roba.
¿Ceniza? ¡Sí! Porque siendo siervos, queremos ser reyes y viviendo en la tierra,
algunos llegan aseverar que ya no existe más cielo. La ceniza no es un rito mágico
o supersticioso. Por el contrario, este símbolo, nos esponja y nos facilita este inicio,
esta andadura hacia la celebración de la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
Todo ello, además, lo recordaremos y haremos fuerte, con una confesión personal,
con una obra de caridad, con una oración más intensa, con la eucaristía diaria y con
otras tantas prácticas de piedad cristiana.
Miércoles de ceniza. El Señor nos invita a coger esta escalera de 40 peldaños que
nos llevará a los Misterios de su Pasión Muerte y Resurrección. ¿Estamos dispuestos
a iniciarla? (silencio)
3.- CUARESMA PARA LA FE
Señor:
Un año más me convocas al ascenso hacia la PASCUA.
Soy consciente de que, tal vez, me encuentras
con las mismas dudas y batallas de siempre
¡Perdóname, Señor!
Quisiera rezar, y siempre encuentro mil excusas
Sacrificarme, y me digo que son cosas del pasado,
Darme generosamente, y pienso que tal vez,
algunos, se aprovechen de mi buena voluntad.
Tú, Señor
sales a mi encuentro, para levantarme de nuevo
y recuperar las ganas de creer y de vivir en Ti.
Sales a mi paso, para que mirándote a los ojos,
descubra que merece la pena seguirte.
Caminas hacia el calvario, para hacerme entender
que la vida es grande cuando, al igual que la tuya,
se ofrece por salvar y garantizar una vida eterna a los demás.
¡Ayúdame, Señor!
¡Quiero ser peregrino en este Año de la Fe!
Que tu Palabra no falte en mi equipaje, para conocerte
Que el ayuno, sea hambre de tu presencia
Que mi caridad, estalle sin demasiado ruido
Que mi oración, brote espontáneamente
para nunca, por ella, dejar de buscarte y de tenerte.
¡Ayúdame, Señor, en este Año de la Fe!
A comprender que este tiempo al que tú me invitas
es oasis de meditación, de conocimiento y de búsqueda
Retorno de los malos modos o ásperos caminos
Re-encuentro con el gran olvidado: DIOS.
Si en algún momento, yo me olvido de esto, Señor;
remueve mis entrañas y mi memoria
para que jamás olvide o deje en el tintero
tantos momentos de tus dolores y sufrimientos
en rescate, salvación y recuperación íntegra del ser humano.
Amén