Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Sábado después de Ceniza
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Cuando partas tu pan con el hambriento..., brillará tu luz
en las tinieblas * Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad. * No he
venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan
Textos para este día:
Isaías 58,9b-14:
Así dice el Señor Dios: "Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y
la maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del
indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía. El Señor
te dará reposo permanente, en el desierto saciará tu hambre, hará fuertes tus
huesos, serás un huerto bien regado, un manantial de aguas cuya vena nunca
engaña; reconstruirás viejas ruinas, levantarás sobre cimientos de antaño; te
llamarán reparador de brechas, restaurador de casas en ruinas.
Si detienes tus pies el sábado y no traficas en mi día santo, si llamas al sábado tu
delicia, y lo consagras a la gloria del Señor, si lo honras absteniéndote de viajes, de
buscar tu interés, de tratar tus asuntos, entonces el Señor será tu delicia. Te
asentaré sobre mis montañas, te alimentaré con la herencia de tu padre Jacob." Ha
hablado la boca del Señor.
Salmo 85 :
Inclina tu oído, Señor, escúchame, / que soy un pobre desamparado; / protege mi
vida, que soy un fiel tuyo; / salva a tu siervo, que confía en ti. R.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, / que a ti te estoy llamando todo el día; /
alegra el alma de tu siervo, / pues levanto mi alma hacia ti. R.
Porque tú, Señor, eres bueno y clemente, / rico en misericordia con los que te
invocan. / Señor, escucha mi oración, / atiende a la voz de mi súplica. R.
Lucas 5,27-32:
 
En aquel tiempo, Jesús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de
los impuestos, y le dijo: "Sígueme." Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví
ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un
gran número de publicanos y otros. Los fariseos y los escribas dijeron a sus
discípulos, criticándolo: "¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y
pecadores?" Jesús les replicó: "No necesitan médico los sanos, sino los enfermos.
No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan."
Homilía
Temas de las lecturas: Cuando partas tu pan con el hambriento..., brillará tu luz
en las tinieblas * Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad. * No he
venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan
1. Confianza, obediencia y conversión
1.1 La primera lectura nos ofrece una descripción de acciones típicas y propias de la
conversión. La idea es: reemplaza tus obras malas por obras buenas. Y lo primero
que nos llama la atención es esto, que la conversión se describe en términos de
"obras" y no en términos, por ejemplo, de afectos, propósitos, sentimientos,
resoluciones, ideas claras, conceptos diferentes, o lo que sea. Convertirse es aquí:
obrar de otro modo.
1.2 Esto es importante subrayarlo porque nuestra sociedad y nuestro tiempo
estiman que la vida sólo se reforma bajo premisa de presentar un nuevo proyecto y
que es la aceptación de esa nueva versión de mi "yo" la que abre la posibilidad de
que yo mismo llegue a ser distinto. De este modo, el yo conserva siempre el control
sobre todas las versiones de sí mismo, y en el fondo no cambia: no se convierte.
1.3 Así entendemos que toda conversión supone dos cosas: un acto de confianza,
por el que entregamos el control del proceso de cambio a Otro, es decir, a Dios; y
un acto de obediencia, por el que nos dejamos moldear y rehacer en sus manos. La
confianza nos abre a una escucha profunda y sincera; la obediencia nos lleva a
realizar aquellos actos concretos que van dando un perfil a nuestra vida.
2. La importancia del sábado
2.1 Para nuestra mentalidad puede sonar extraño el requerimiento del profeta en la
primera lectura: "Si observas el descanso del sábado y no haces negocios en mi día
santo; si consideras al sábado tu delicia y lo consagras a la gloria del Señor; si lo
honras absteniéndote de viajes y evitas hacer negocios y contratos, entonces el
Señor será tu delicia. Te encumbraré en medio del país y disfrutarás de la herencia
de tu antepasado Jacob." Lo menos que uno se pregunta es: ¿por qué es tan
importante el sábado?
2.2 Hay unas reflexiones del Papa Juan Pablo II en su Carta Apostólica "Dies
Domini" que nos enseñan sobre el valor del descanso ante Dios y en Dios, como
una alternativa liberadora a una sociedad que se debate entre el agotamiento
activista y el ocio cargado de pecado. Escuchemos al Sumo Pontífice en algunos
textos tomados de esta Carta, números 14 al 17.
2.3 El día del descanso es tal ante todo porque es el día "bendecido" y "santificado"
por Dios, o sea, separado de los otros días para ser, entre todos, el "día del Señor".
Para comprender plenamente el sentido de esta "santificación" del sábado, en la
primera narración bíblica de la creación, conviene mirar el conjunto del texto del
cual emerge claramente como cada realidad está orientada, sin excepciones, hacia
Dios. El tiempo y el espacio le pertenecen. Él no es el Dios de un solo día, sino el
Dios de todos los días del hombre.
2.4 En realidad, toda la vida del hombre y todo su tiempo deben ser vividos como
alabanza y agradecimiento al Creador. Pero la relación del hombre con Dios
necesita también momentos de oración explícita, en los que dicha relación se
convierte en diálogo intenso, que implica todas las dimensiones de la persona. El
"día del Señor" es, por excelencia, el día de esta relación, en la que el hombre eleva
a Dios su canto, haciéndose voz de toda la creación.
2.5 Precisamente por esto es también el día del descanso. La interrupción del ritmo
a menudo avasallador de las ocupaciones expresa, con el lenguaje plástico de la
"novedad" y del "desapego", el reconocimiento de la dependencia propia y del
cosmos respecto a Dios. ¡Todo es de Dios! El día del Señor recalca continuamente
este principio. El "sábado" ha sido pues interpretado sugestivamente como un
elemento típico de aquella especie de "arquitectura sacra" del tiempo que
caracteriza la revelación bíblica. El sábado recuerda que el tiempo y la historia
pertenecen a Dios y que el hombre no puede dedicarse a su obra de colaborador
del Creador en el mundo sin tomar constantemente conciencia de esta verdad.
3. "Recordar" para "santificar»
3.1 El mandamiento del Decálogo con el que Dios impone la observancia del sábado
tiene, en el libro del Éxodo, una formulación característica: "Recuerda el día del
sábado para santificarlo" (20,8). Más adelante el texto inspirado da su motivación
refiriéndose a la obra de Dios: "Pues en seis días hizo el Señor el cielo y la tierra, el
mar y todo cuanto contienen, y el séptimo descansó; por eso bendijo el Señor el día
del sábado y lo hizo sagrado". Antes de imponer algo que hacer el mandamiento
señala algo que recordar. Invita a recordar la obra grande y fundamental de Dios
como es la creación. Es un recuerdo que debe animar toda la vida religiosa del
hombre, para confluir después en el día en que el hombre es llamado a descansar.
El descanso asume así un valor típicamente sagrado: el fiel es invitado a descansar
no sólo como Dios ha descansado, sino a descansar en el Señor, refiriendo a él toda
la creación, en la alabanza, en la acción de gracias, en la intimidad filial y en la
amistad esponsal.
3.2 El tema del "recuerdo" de las maravillas hechas por Dios, en relación con el
descanso sabático, se encuentra también en el texto del Deuteronomio (5,12-15),
donde el fundamento del precepto se apoya no tanto en la obra de la creación,
cuanto en la de la liberación llevada a cabo por Dios en el Éxodo: "Recuerda que
fuiste esclavo en el país de Egipto y que el Señor tu Dios te sacó de allí con mano
fuerte y tenso brazo; por eso el Señor tu Dios te ha mandado guardar el día del
sábado" (Dt 5,15). Esta formulación parece complementaria de la anterior.
Consideradas juntas, manifiestan el sentido del "día del Señor" en una perspectiva
unitaria de teología de la creación y de la salvación. El contenido del precepto no es
pues primariamente una interrupción del trabajo, sino la celebración de las
maravillas obradas por Dios.
3.3 En la medida en que este "recuerdo", lleno de agradecimiento y alabanza hacia
Dios, está vivo, el descanso del hombre, en el día del Señor, asume también su
pleno significado. Con el descanso el hombre entra en la dimensión del "descanso"
de Dios y participa del mismo profundamente, haciéndose así capaz de
experimentar la emoción de aquel mismo gozo que el Creador experimentó después
de la creación viendo "cuanto había hecho, y todo estaba muy bien" (Gn 1,31).
4. Jesucristo, Médico Divino
4.1 Hoy Jesús se ha dado el título de "médico". ¡Qué buena noticia para los que
reconocemos nuestras dolencias!
4.2 Miremos las actitudes y el corazón de este médico que en su generosidad, como
dice Santa Catalina de Siena, llegó a beber la amarga medicina que el enfermo ya
no podía recibir en su maltrecha humanidad. Por eso se acerca piadoso al pecador y
con la cercanía de su trato y conversación va destruyendo los prejuicios y temores
que encierran con su tiranía al que se sabe culpable.
4.3 Observemos en el evangelio de hoy a quien llama Jesús "enfermo" : es un
hombre cruel y tirano que con la opresión de los impuestos cobrados a nombre del
Imperio Romano va haciendo su propia fortuna. Es un opresor, y Jesús lo llama
"enfermo". No quiere destruirlo sino reconstruirlo. No quiere devastarlo sino
levantarlo. Jesús sabe bien, y quiere que nosotros sepamos, que la primera víctima
de la crueldad o de la opresión es el mismo cruel opresor, y por eso le trata de
"enfermo". Nos resulta fácil compadecernos de un anciano desvalido o de un niño
abandonado, pero la verdadera caridad descubre al enfermo aunque lo encuentre
con alientos para hacer daño a otros. ¡Bendito amor que en esta cuaresma ha de
movernos a entregarnos a nuestro Médico y a entender que su caridad desborda
nuestros juicios miopes!
Fr. Nelson Medina, O.P.