EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 5,27-32.
Después Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, que estaba sentado junto a
la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme".
El, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.
Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa. Había numerosos publicanos y
otras personas que estaban a la mesa con ellos.
Los fariseos y los escribas murmuraban y decían a los discípulos de Jesús: "¿Por
qué ustedes comen y beben con publicanos y pecadores?".
Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad
del médico, sino los enfermos.
Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se
conviertan".
Comentario del Evangelio por:
San Rafael Arnáiz Barón (1911-1938), monje trapense español
Escritos espirituales, 15/12/1936
“Abandonándolo todo, se levantó y lo siguió”
Por encima del Monasterio pasan volando algunos días, aviones que surcan el
cielo con velocidades prodigiosas. El ruido de sus motores atemoriza a los pajarillos
que anidan en los cipreses de nuestro cementerio. Enfrente del convento y
atravesando la finca, existe una alquitranada carretera por la que circulan a todas
horas camiones y coches de turismo, para los cuales la vista del monasterio no
ofrece ningún interés. También atraviesa los campos de la Trapa, una de las
principales vías férreas de España... Todo eso, dicen que es libertad... Más el
hombre que medite un poco, verá cuán engañado está el mundo en medio de eso
que él llama libertad...
¿Dónde está pues la libertad? Está en el corazón del hombre que no ama más
que a Dios. Está en el hombre cuya alma, ni está apegada al espíritu ni a la
materia, sino sólo a Dios. Está en esa alma, que no se supedita al “yo” egoísta, en
esa alma que vuela por encima de sus propios pensamientos, de sus propios
sentimientos, de su propio sufrir y gozar. La libertad está en esa alma cuya única
razón de existir es Dios, cuya vida es Dios y nada más que Dios. El espíritu humano
es pequeño, es reducido, está sujeto a mil variaciones, altas y bajas, depresiones,
decepciones, etc... y el cuerpo... ¡con tanta flaqueza!
La libertad está, pues, en Dios y el alma que de verás saltando por encima de
todo, asiente en Él su vida, se puede decir que goza de libertad dentro de lo que
cabe, para el que aún está en el mundo.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”