I V IERNES DE C UARESMA
(Ez 18, 21-28; Sal 129; Mt 5, 20-26)
L ECTURA
“Comentáis: "No es justo el proceder del Señor."
Escuchad, casa de Israel: ¿Es injusto mi proceder?,
¿o no es vuestro proceder el que es injusto?
Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la
maldad y muere, muere por la maldad que
cometió. Y cuando el malvado se convierte de la
maldad que hizo y practica el derecho y la justicia,
él mismo salva su vida” (Ez 18, 25-27).
“… si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar,
te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene
quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y
vete primero a reconciliarte con tu hermano, y
entonces vuelve a presentar tu ofrenda” (Mt 5,23-
24). Via Crucis, X Estación
C OMENTARIO
Ante las lecturas que hoy se proclaman en la Liturgia, no podemos convertirnos
en jueces. Las Escrituras enseñan que no podemos serlo ni de nosotros mismos, cuánto
menos podremos juzgar a Dios. Será evidente que Él es justo y misericordioso.
¿Cómo podemos interpretar el mensaje de la Palabra? Una interpretación posible
es que nadie puede vivir de las rentas, pensando que ya fue bueno en un tiempo, y que
ahora puede hacer lo que quiera. A veces escuchamos: “Yo ya oí misas suficientes
cuando estaba en el colegio”. Como si se pudiera decir “yo ya amé a mis padres cuando
era niño, ahora puedo pasar de ellos o despreciarlos”.
No se concibe que quien desea complacer por amar a una persona, se pueda
excusar con el argumento de que ya lo hizo anteriormente. El amor necesita amar, o se
muere.
También cabe, desde la advertencia que nos hace Jesús en el Evangelio, que se
pueda plantear la vida espiritual desde un aspecto pietista, religioso, al margen de la
realidad social y del comportamiento que se tenga con los que nos rodean. No es posible
agradar a Dios, por piadosos que sean los gestos religiosos, si no somos coherentes con
la fe que profesamos al relacionarnos con el prójimo.
Es luminoso el apotegma bíblico: “Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su
hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar
a Dios a quien no ve” (1 Jn 4, 20).
P UNTO DE REFLEXIÓN
Tu espiritualidad, ¿es dualista, separas el culto a Dios y el amor al prójimo?
¿Llevas cuentas del bien hecho, para justificar tu omisión actual en el bien hacer?
¿Mantienes algún rencor o agravio contra tu prójimo?