I Semana de Cuaresma
Miércoles
No hemos de pedir cosas mágicas a Jesús, el éxito de la vida es tenerlo a Él
mismo como Amigo, y con Él tenemos todo lo demás, para verlo así
necesitamos conversión
“En aquel tiempo, habiéndose reunido la gente, comenzó a
decir: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal,
y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como
Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para
esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con
los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de
los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay
algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con
esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la
predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás» ” (Lucas 11,29-
32).
1. La reina de Sabá vino desde muy lejos, atraída por la fama de
sabio del rey Salomón. Los habitantes de Nínive hicieron caso a la primera a
la voz del profeta Jonás y se convirtieron. Jesús dice que aquella Reina
vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y
aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el
Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se
convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que
Jonás ”. Le pedimos que no tengamos el coraz￳n duro, y hagamos caso de
esta llamada a mejorar. ¡Qué pena, cuando Jesús « vino a los suyos y los
suyos no le reconocieron »! Hoy hace una semana que iniciamos la
Cuaresma con el rito de la ceniza. ¿Hemos entrado en serio en este camino
de los 40 días?, ¿en casa notan ya que estoy mejorando?: si controlo un
poco más el potro salvaje que llevo dentro, que hay que domar (ayuno,
sacrificio). Si conecto con Jesús como hijo de Dios que es algo mucho más
mágico que los de Avatar conectando con la madre tierra o con su
cabalgadura pues así “cargamos las pilas” y nos encendemos de energía de
amor de Dios, nos revestimos de la coraza de la fortaleza para arrancar las
malas hierbas del egoísmo en nuestra vida (oración). Si una vez hemos
preparado nuestra alma sembramos la buena semilla del amor y la llevamos
a todos con el servicio y la sonrisa (caridad): « Señor, mira complacido a
tu pueblo, que desea entregarse a Ti con una vida santa; y a los que
moderan su cuerpo con la penitencia, transfórmales interiormente
mediante el fruto de las buenas obras » (oración colecta). Hay quien
piensa que ser feliz es tener una consola o el último juego de ordenador, o
tener suerte con los exámenes o con los amigos o con la lotería, tener éxito.
Pero el éxito es tener a Jesús, ahí está todo. Él dice: « El que me ha visto
a mí ha visto al Padre ᄏ, el “todo será mejor” del cielo. Queremos ver a
Jesús, que se haga realidad todo lo que soñamos, ese mundo mejor, y, de
este modo, estar seguros. Jesús responde: «Sí, podéis ver». Ese mundo
mágico del Padre se ha hecho visible en el Hijo.
2. Jonás fue a Nínive, la gran ciudad, y predicó durante un día
entero: " Dentro de cuarenta días Nínive será destruida ". Los ninivitas
creyeron en Dios: promulgaron un ayuno y todos, grandes y pequeños, se
vistieron de sayal. También el rey de Nínive, al enterarse, se levantó de su
trono, se quitó el manto, se vistió de sayal y se sentó en el suelo. Luego
mandó pregonar en Nínive este bando: " Por orden del rey y sus
ministros, que hombres y bestias, ganado mayor y menor, no
prueben bocado, ni pasten ni beban agua. Que se vistan de sayal,
clamen a Dios con fuerza y que todos se conviertan de su mala
conducta y de sus violentas acciones ". Y Dios protegió la ciudad.
Jonás lo pasó mal, cuentan que no se portaba muy bien y se lo tragó
un monstruo marino y los tres días y las tres noches que pasó en el corazón
de la tierra, en «lo profundo de los infiernos» quedó marcado, las huellas de
la experiencia de la muerte le hicieron madurar, dejó de ser un joven frívolo
y salió hecho un profeta de pies a cabeza. Señor, si a veces lo paso mal, y
Tú lo permites, que aproveche aquel “castigo” no para encerrarme en mis
tonterías, sino para madurar. No para quedarme en mi habitación llorando
sin abrir a nadie diciendo “no quiero cenar ni hablar con nadie”, “quiero
morirme”, “no quiero respirar”, sino diciéndome: “si Tú quieres esto, Se￱or,
será como tus tres días de estar en la Cruz y en el sepulcro, será para
resucitar como el gusano que se transforma en mariposa, para vivir a una
vida mejor, para transformarme en una persona mucho más fuerte y
aprovechar de esta “crisis” y con ayuda de la Virgen, que me trae toda
Gracia, que sea una “oportunidad” de victoria.
3. Ver a Jesús; ésta es la respuesta. Rezar nos cansa a veces, no
sabemos. Hemos de purificarnos, nuestra alma está “miope”, por eso ahora
que dentro de cuarenta días será Pascua, la gran fiesta de nuestra
salvaci￳n, vamos a prepararnos… con el salmo de hoy: « oh Dios, crea en
mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme ». Nos
invita la Iglesia a pedir perdón y a perdonarnos unos a otros. Y por mucho
que nos cueste algo, más grande es la misericordia de Dios. Vamos
aprendiendo a hacer la confesi￳n con sinceridad, como dice el salmo: “ ¡Ten
piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra
mis faltas! / ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi
pecado! / Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la
firmeza de mi espíritu. / No me arrojes lejos de tu presencia ni
retires de mí tu santo espíritu ”.
Dios no se asusta de mí. Quizá hayas visto la película "Tarzán en
Nueva York". Describe las divertidas aventuras de Tarzán y Chita cuando
son trasladados en avión desde la selva a la ciudad de los rascacielos,
donde todo les llena de asombro y les ocurren mil peripecias. Chita
protagoniza una de las sorpresas: al llegar a la habitación del hotel ve
reflejada su fea cara sobre el gran espejo del armario. El susto fue tan
descomunal que, lanzando un terrible bramido presa de pavor, salió
corriendo: no se imaginaba que aquel feísimo "monstruo" que ha visto en la
habitación es su propia imagen reflejada en el espejo. La escena acaba
bien: Chita se refugió en los brazos de Tarzán, que la cogió con afecto,
calmándola con sus caricias. Y es que Tarzán quería a Chita como era: con
sus pelos negros y largos, su rostro de irracional y su mirada extraviada.
Dios nos quiere a cada uno de nosotros infinitamente más: sabe
mejor que nadie cómo somos; conoce nuestros fallos; no ignora que somos
miserables y que tenemos muchos defectos. Nos conoce mucho mejor que
podemos conocernos a nosotros mismos, y tiene en cuenta nuestras cosas
buenas y nuestros deseos de mejorar (José Pedro Manglano). Dios no se
asusta de nuestras tonterías. Gracias, Dios mío, porque me quieres a mí y a
cada uno más que todas las madres del mundo puedan querer a sus hijos;
no te asustas ante nuestras torpezas, ni ante nuestras miserias, y nos
acoges con un cariño infinitamente mayor que el que tenía Tarzán a Chita.
El problema es que cuando yo voy descubriendo mis limitaciones, fallos,
miserias, etc., me puedo "medio asustar" y pensar que no me es posible ser
santo, que no puedo estar cerca de ti, entonces puedo desanimarme,
olvidarme de que Tú me quieres como soy, y alejarme de Ti. Que no me
pase esto, Señor. Si alguna vez me alejo de Ti, volveré corriendo a tu lado
contándote lo que me pasa. Y también a las personas que me fío: padres,
hermanos, abuelos, parientes, en el cole el preceptor o tutor, amigos y
sacerdote, etc., porque cuando se me mete una idea de que soy super-raro
y el único que le pasa algo, como que tengo una cara fea porque me sale un
grano, en cuanto lo cuento y me dicen que es normal… me quedo ya
tranquilo. Y esto en todo…
¿Por qué descorazonarnos, cuando en nuestro camino de conversión
encontramos algo que se nos hace tremendamente difícil de superar?
¿Somos más grandes nosotros que la Misericordia de Dios? ¿Es más
milagroso el hecho de que una mujer vaya a escuchar a Salomón, o el que
una ciudad completa, se convierta ante la voz de un profeta, que la
Resurrección del Hijo de Dios? Muchas veces a lo largo de la vida hemos
pedido perdón, y muchas veces nos ha perdonado el Señor. Cada uno de
nosotros sabe cuánto necesita de la misericordia divina: Recuerda, Señor,
que tu ternura y tu misericordia son eternas (Salmo 24, 6), leemos en la
Antífona de la Misa. La Cuaresma es un tiempo oportuno para cuidar muy
bien el modo de recibir el sacramento de la Penitencia, ese encuentro con
Cristo, que se hace presente en el sacerdote. Allí nos acoge, nos cura, nos
limpia, nos fortalece. Cuando nos acercamos a este sacramento debemos
pensar ante todo en Cristo. Él debe ser el centro del acto sacramental. Y la
gloria y el amor a Dios han de contar más que nuestros pecados. Se trata
de mirar mucho más a Jesús que a nosotros mismos; más a su bondad que
a nuestra miseria, pues la vida interior es un diálogo de amor en el que Dios
es siempre el punto de referencia. Somos como el hijo pródigo que vuelve a
la casa paterna (Francisco Fernández Carvajal).
Llucià Pou Sabaté