“MIRA HACIA EL CIELO”.. “ABRAM CREYÓ EN EL SE￑OR”…“YO
BUSCO TU ROSTRO, SE￑OR, NO LO APARTES DE MÍ”… “NOSOTROS
SOMOS CIUDADANOS DEL CIELO”…. “ESPERAMOS ARDIENTEMENTE
QUE VENGA”… “Y VIERON LA GLORIA DE JESÚS”… “PEDRO DIJO A
JESÚS: “MAESTRO, QU￉ BIEN ESTAMOS AQUÍ!”…“DESDE LA NUBE SE
OYÓ ENTONCES UNA VOZ QUE DECÍA: “ESTE ES MI HIJO, EL
ELEGIDO, ESCÚCHENLO”.
Reflexión desde las Lecturas del II Domingo de Cuaresma, Ciclo C
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. DEJARNOS SEDUCIR POR CRISTO
Introducidos en el camino cuaresmal, la Iglesia nos presenta hoy a Cristo en su
transfiguración: Un acontecimiento indescriptible, pero que pone de relieve la
hermosura de Cristo; “su rostro cambi￳ de aspecto y sus vestiduras se volvieron de
una blancura deslumbrante”, y el enorme atractivo de su persona, que hace exclamar
a Pedro “ᄀQué bien estamos aquí!”.
Todo el esfuerzo de conversión en esta Cuaresma sólo tiene sentido si nace de este
encuentro con Cristo. Pablo se convierte porque se encuentra con Jesús en el camino
de Damasco (Hch 9,5). Pues, del mismo modo, nosotros no nos convertiremos a unas
normas éticas, sino a una persona viviente. De ahí las palabras del salmo y de la
antífona de entrada: Mi coraz￳n sabe que dijiste: “Busquen mi rostro”… “Yo busco
tu rostro, Se￱or, no lo apartes de mí”. Se trata de mirar a Cristo y de dejarnos seducir
por él. De esta manera experimentaremos, como Pablo, que lo que nos parecía
ganancia nos parece pérdida (Fil 3, 7-8) y la conversión se obrará con rapidez y
facilidad.
Y, por otra parte, la transfiguración nos da la certeza de que nuestra conversión es
posible: “El transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su
cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su
dominio”. (Segunda Lectura) Si la conversión dependiera de nuestras débiles fuerzas,
poco podríamos esperar de la Cuaresma. Pero el saber que depende de la energía
poderosa de Cristo nos da la confianza y el deseo de lograrla, porque Cristo puede y
quiere cambiarnos.
2. PRIMERA LECTURA
Hacer alianzas era común entre los pueblos de los tiempos bíblicos, como sucede hoy
en día con los tratados que se firman entre los países. Estas alianzas se realizaban a
través de diversos ritos. Uno de ellos era que quienes firmaban, pasaran en medio de
animales descuartizados, como signo de que su alianza era hasta la muerte y que
preferían morir antes de romperla. En este relato quien pasa entre los animales
muertos no es Abraham, sino Dios, porque la Alianza es desproporcionada. Abraham
sólo puede aceptarla porque es totalmente beneficiosa para él. Es Dios quien,
entonces, se ha comprometido, por toda la eternidad, a mantener la alianza con su
pueblo.
Lectura del libro del Génesis 15, 5-12. 17-18
Dios dijo a Abram: “Mira hacia el cielo y, si puedes, cuenta las estrellas”. Y a￱adi￳:
“Así será tu descendencia”. Abram crey￳ en el Se￱or, y el Se￱or se lo tuvo en
cuenta para su justificaci￳n. Entonces el Se￱or le dijo: “Yo soy el Se￱or que te hice
salir de Ur de los caldeos para darte en posesi￳n esta tierra”. “Se￱or, respondi￳
Abram, ﾿c￳mo sabré que la voy a poseer?”. El Se￱or le respondi￳:
“Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de tres a￱os, y también
una t￳rtola y un pich￳n de paloma”. El trajo todos estos animales, los cort￳ por la
mitad y puso cada mitad una frente a otra, pero no dividió los pájaros. Las aves de
rapiña se abalanzaron sobre los animales muertos, pero Abram las espantó. Al
ponerse el sol, Abram cayó en un profundo sueño, y lo invadió un gran temor, una
densa oscuridad. Cuando se puso el sol y estuvo completamente oscuro, un horno
humeante y una antorcha encendida pasaron en medio de los animales
descuartizados.
Aquel día, el Se￱or hizo una alianza con Abram diciendo: “Yo he dado esta tierra a
tu descendencia”.
Palabra de Dios.
2.1 GÉNESIS.
El nombre proviene de la versión de los LXX, y alude a su contenido sobre el origen
del mundo y de la humanidad. Entre los hebreos palestinenses, este primer libro del
Pentateuco era llamado Beresit (“al principio”), que es la primera palabra del texto
hebreo.
En este libro se trata de narrar los orígenes del pueblo hebreo, y, como preámbulo a la
historia de la elección de los patriarcas, se da la prehistoria del mismo, enlazando
tradiciones y recuerdos en torno a determinados personajes primitivos hasta llegar al
primer hombre. Y, como introducción al origen del hombre, se describe el origen del
universo y de todos los seres de un único Dios Creador. Así, pues, el libro comienza
con la creación del cosmos, para terminar con la muerte de José, que cierra la serie
patriarcal.
El libro se divide en dos partes netas: a) origen del mundo y prehistoria de la
humanidad (cc.1-11); b) elección e historia de los patriarcas (cc. 12-50). A la vista de
este esquema, aparece claro que el autor sagrado no pretende presentarnos un relato
completo de los orígenes de la humanidad ni del pueblo de Israel, sino destacar los
sucesos y personajes más importantes, que, al decir de San Agustín de Hipona, son
como los hitos o piedras miliarias que marcan el curso seguido por las promesas de
salvación a través de las edades de la historia humana. Toda esta historia es oscura,
por ser la infancia de la humanidad y del pueblo escogido, y, como el mismo santo
Doctor (San Agustín) dice, “¿quién hay que conserve la memoria de las cosas de su
infancia?”
2.2 ABRÁM CREYÓ EN EL SEÑOR
En el momento de llamar a Abraham, había hecho Dios una promesa al patriarca.
Después de los sucesos pasados, el Señor se la quiso ratificar con un rito solemne.
Para confirmarle en su promesa, Dios sacó al campo a Abraham para que contemplara
el cielo estrellado, y le invitó a contar las innumerables estrellas, que son un símbolo
de la innumerable descendencia que le está reservada: “Mira hacia el cielo y, si
puedes, cuenta las estrellas”. Y a￱adi￳: “Así será tu descendencia”. La promesa
está llena de poesía oriental y también de hipérbole. Abraham creyó ciegamente en las
palabras de Dios; “Abram crey￳ en el Se￱or, y el Se￱or se lo tuvo en cuenta para su
justificaci￳n”, y le fue reputado por justicia, es decir, su acto extraordinario de fe dio
la medida de la justicia o “santidad” del patriarca. En ello Dios reconoció que era
“justo” y recto.
San Pablo comenta las palabras divinas: “Abraham, contra toda esperanza, creyó que
había de ser padre de muchas naciones, según lo dicho: “Así será tu descendencia,”
y no flaqueó en la fe al considerar su cuerpo sin vigor, pues era casi centenario y
estaba amortiguado el seno de Sara, sino que, ante la promesa de Dios, no vaciló,
dejándose llevar de la incredulidad; antes, fortalecido por la fe, dio gloria a Dios,
convencido de que Dios era poderoso para cumplir lo que había prometido, y por esto
le fue computado a justicia. Y no sólo por él está escrito, sino también por nosotros, a
quienes se otorga la justicia mediante la fe en Jesucristo.” (Rom 4:18-28). Es el
mejor y más autorizado comentario. Este acto de fe era más meritorio que el de la
obediencia hecha al salir por orden de Dios de su parentela para entrar en Canaán.
2.3 ALIANZA DE DIOS CON ABRAHAM
El patriarca pide a Dios una señal visible de que, en efecto, se cumplirán esas
promesas. El Señor se presenta como el Dios de Abraham, “Yo soy el Se￱or que te
hice salir de Ur de los caldeos para darte en posesi￳n esta tierra”. Aquí el autor
presenta la primera emigración de Abraham como efecto de un impulso directo
divino, prescindiendo en la narración de las causas segundas. A continuación el Señor
le ordena a Abraham; “Tráeme una ternera, una cabra y un carnero, todos ellos de
tres a￱os, y también una t￳rtola y un pich￳n de paloma”, y que las tres primeras
víctimas sean divididas en dos partes y sean dispuestas una frente a otra, como
formando una calle por el medio, por donde, según la costumbre, debían pasar las
partes contrayentes, El trajo todos estos animales, los cortó por la mitad y puso
cada mitad una frente a otra, pero no dividi￳ los pájaros”. Más adelante se concluye
que Dios pasa por el medio, bajo la forma de un horno humeante y una antorcha
encendida”, pues es una simple promesa de Dios al patriarca, es la promesa es la
posesión de la tierra de Canaán por la descendencia del patriarca, pero después de que
hayan pasado cuatro generaciones, cuatro siglos, de permanencia en Egipto en calidad
de esclavos.
Este extraño rito de partir la víctima en dos mitades y pasar por medio de ellas lo
encontramos en textos extra bíblicos. En el caso del Génesis, Dios pasa en forma de
fuego por medio de los fragmentos de las víctimas. “una antorcha encendida
pasaron en medio de los animales descuartizados”. En el Antiguo Testamento, se
suele simbolizar la presencia sensible de la divinidad por el fuego, por lo que incluye
de purificador: así en la zarza ardiendo, la columna de fuego en el desierto, y la nube
humeante en el Sinaí, donde Dios se manifiesta sensiblemente. (Ex 19:18-20)
Los pájaros que caen sobre la presa, “Las aves de rapi￱a se abalanzaron sobre los
animales muertos”, son signos de mal agüero, y simbolizan la esclavitud de los
hebreos bajo la disciplina férrea de los egipcios. Así, los pájaros que quieren comer
los trozos de carne son los enemigos de la descendencia de Abraham. El gesto de éste
de espantarlos con un palo; “pero Abram las espant￳”, es la liberación final del
pueblo oprimido. Durante el sueño, “Al ponerse el sol, Abram cayó en un profundo
sue￱o”, Dios le comunicó al patriarca el sentido de aquellos pájaros de rapiña
revoloteando sobre las víctimas descuartizadas. Por eso dice el texto que Abraham fue
presa de gran temor: “y lo invadi￳ un gran temor”, es el triste presagio que se cierne
sobre sus descendientes, pues se verán obligados a vivir como extranjeros en país
extraño. No obstante lo anterior, el patriarca gozará de una vida larga y pacífica
y “Aquel día, el Se￱or hizo una alianza con Abram diciendo: “Yo he dado esta
tierra a tu descendencia”, el autor sagrado transcribe la promesa de posesión de la
tierra de Canaán en sentido amplísimo.
3. SALMO SaI 26, 1. 7-9. 13-14
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi
vida, ¿ante quién temblaré? R.
Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz, apiádate de mí y respóndeme! Mi corazón
sabe que dijiste: “Busquen mi rostro”. R.
Yo busco tu rostro, Señor, no lo apartes de mí. No alejes con ira a tu servidor, Tú,
que eres mi ayuda; no me dejes ni me abandones, mi Dios y mi salvador. R.
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes. Espera en
el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor. R.
3.1 CONFIANZA DEL JUSTO EN MEDIO DEL PELIGRO.
Esta composición salmódica tiene dos partes bien definidas: a) confianza y alegría del
justo por haber triunfado de los enemigos (1-6); b) súplica al Señor para que tenga
piedad de él por sentirse abandonado y calumniado (7-14).
El Dios del salmista ilumina su vida en los momentos de ansiedad y de peligro y le
salva de las situaciones comprometidas; “El Se￱or es mi luz y mi salvaci￳n”. Contra
los ataques de los enemigos, el Señor es el baluarte que defiende su vida; El Señor es
el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré?”. Por tanto, no tiene que temer a
nadie. Ante la omnipotencia del Señor se quiebran todos los poderes terrenos. El
Señor, es el centro de toda la vida y de las aspiraciones del salmista; con El no teme.
Sin embargo, luego el tono del salmo cambia bruscamente, y el acento de seguridad y
de paz es sustituido por otro en el que predomina la ansiosa inseguridad y la súplica
de salvación de un peligro concreto. “Escucha, Se￱or, yo te invoco en alta voz,
apiádate de mí y resp￳ndeme!”.
El salmista, en una situación de abandono general, se dirige a su Dios, siguiendo los
impulsos ciegos y certeros de su corazón, que le dicen: “Mi coraz￳n sabe que dijiste:
“Busquen mi rostro”, es decir, la manifestación benevolente del que tiene todo poder.
A esta invitación ciega del corazón lacerado responde el salmista con decisión: “Yo
busco tu rostro, Se￱or, no lo apartes de mí”. Por eso pide ansiosamente al Señor que
responda a esta búsqueda de su rostro o protección: “tu rostro, Se￱or, no lo
apartes”. En el lenguaje bíblico sapiencial, “ buscar el rostro del Se￱or” equivale a
suspirar por su protección, y, al contrario, “ocultar su rostro” equivale a negar el
auxilio pedido. Esta idea es explicitada en la declaración siguiente del salmista: “No
alejes con ira a tu servidor”, y luego repite lo mismo. El Señor ha sido para él
siempre su Salvador, “no me dejes ni me abandones, mi Dios y mi salvador”. y por
tanto, no le puede abandonar en este momento de peligro. Tiene tal fe y confianza en
su ayuda, que la considera muy segura la protección divina, y por eso espera
contemplar la bondad del Señor; “Yo creo que contemplaré la bondad del Se￱or en
la tierra de los vivientes. Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el
Se￱or”, es decir, recibir el auxilio benevolente de su Protector, y esto le fuerza para
continuar viviendo. En sus perspectivas no hay esperanza de retribución en el más
allá, sino que aspira a recibir de su Dios el premio a su virtud “en la tierra de los
vivientes”, esto es, en la vida actual, en oposición a la de los muertos, en otras
palabras es una exhortación a la confianza en el Señor, para animar a los que sufren a
tener confianza en Dios, como la tuvo el propio salmista.
4. SEGUNDA LECTURA
El cristiano vive en este mundo comprometido con su historia. Pero sabe que la
historia, en su devenir, nos lleva a lo absoluto del Reino eterno del Padre. Así como
conciudadanos del cielo, sabemos que nuestro compromiso es con lo relativo a la
historia, pero preñándola de lo absoluto de la eternidad.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 3, 17—4, 1
Hermanos: Sigan mi ejemplo y observen atentamente a los que siguen el ejemplo
que yo les he dado. Porque ya les advertí frecuentemente y ahora les repito
llorando: hay muchos que se portan como enemigos de la cruz de Cristo. Su fin es
la perdición, su dios es el vientre, su gloria está en aquello que los cubre de
vergüenza, y no aprecian sino las cosas de la tierra. En cambio, nosotros somos
ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el
Señor Jesucristo. El transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo
semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas
bajo su dominio. Por eso, hermanos míos muy queridos, a quienes tanto deseo ver,
ustedes que son mi alegría y mi corona, amados míos, perseveren firmemente en el
Señor.
Palabra de Dios.
4.1 CUIDADO CON LOS QUE ASPIRAN A LO TERRENO.
Continúa el Apóstol tratando de orientar a los filipenses ante los peligros que
amenazaban su vida de cristianos. Y, como norma de carácter general, les propone su
propio ejemplo y el de sus íntimos colaboradores; “Sigan mi ejemplo y observen
atentamente a los que siguen el ejemplo que yo les he dado”, ya que ellos a su vez
imitan a Cristo, (cf. 1 Cor 11:1).
Luego, concretando más, se refiere a una clase de hombres, que dice
ser “hay muchos” y a quienes con lágrimas en los ojos se ve precisado a describir
como “enemigos de la cruz de Cristo”, “su dios es el vientre, su gloria está en
aquello que los cubre de vergüenza, y no aprecian sino las cosas de la tierra” . No es
fácil saber a quiénes alude aquí San Pablo. Bastantes autores creen que sigue hablando
de los judaizantes, como en la perícopa anterior. Lo de “su Dios es el vientre,” sería
una alusión a las prescripciones sobre alimentos, a lo que tanta importancia se daba en
la religión judía (cf. Rom 14, 14-15), y lo de “su gloria está en aquello que los cubre
de vergüenza”, aludiría a la circuncisión, y tenida por máxima gloria entre los judíos.
Parece, sin embargo, más probable que no se trata ya de los judaizantes, peligrosos
por sus doctrinas, sino de cristianos indignos, amantes del buen vivir, peligrosos por
su conducta (cf. 1 Cor 5:1-2; 6:13; 15:32). Ni ello significa que de tales cristianos
hubiese “muchos” en la comunidad de Filipos; pues el Apóstol habla en general,
incluyendo también otras comunidades, y sabemos que incluso entre sus más cercanos
colaboradores existieron tales cristianos (cf. 2 Tim 4:10). Según esto, las
expresiones “cuyo Dios es el vientre” y “su gloria está en aquello que los cubre de
vergüenza”, conservarían su significado normal, con referencia al apetito sensual y a
poner la gloria en cosas que nos convierten en esclavos y de las cuales más bien nos
deberíamos avergonzar.
En contraste con esa clase de hombres que tienen el corazón puesto únicamente en las
cosas terrenas, están los auténticos cristianos; “En cambio, nosotros somos
ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el
Se￱or Jesucristo”, que miran el cielo como patria propia, de donde esperan la venida
de Jesucristo, que transformará sus cuerpos mortales en cuerpos gloriosos; El
transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo
glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio”. Esta
imagen de “ciudadanía”, muy expresiva para los filipenses, ya la había usado San
Pablo anteriormente en 1:27; es una ciudadanía jurídica, a la que es preciso hacer
honor con una conducta correspondiente. En cuanto a la transformación de nuestros
cuerpos, que tendrá lugar en la parusía, es tema que el Apóstol trató extensamente en
1 Cor 15, 35-53.
A las exhortaciones precedentes, de carácter general, el Apóstol se sirve como
conclusión el versículo siguiente; “Por eso, hermanos míos muy queridos, a quienes
tanto deseo ver, ustedes que son mi alegría y mi corona, amados míos, perseveren
firmemente en el Señor.”
5. EVANGELIO
Contemplar al Maestro puede llevarnos a querer estar inmovilizados, en una actitud de
tal pasividad que en nada es acorde con el mensaje evangélico. La nube que envuelve
al monte, signo de la presencia divina nos invita a escuchar al Hijo, quien nos envía al
mundo a predicar, a trabajar por el Reino, a seguirle hasta la cruz y hacia la Pascua.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 28-36
Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras
oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura
deslumbrante. Y dos hombres conversaban con El: eran Moisés y Elías, que
aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a
cumplirse en Jerusalén. Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero
permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que
estaban con El. Mientras éstos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: “Maestro, qué bien
estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para
Elías”. Él no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los cubri￳ con su
sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. Desde la nube se oyó
entonces una voz que decía: “Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo”. Y cuando se
oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no
dijeron a nadie lo que habían visto.
Palabra dl Señor
5.1 SUBIÓ A LA MONTAÑA PARA ORAR
“Jesús tom￳ a Pedro, Juan y Santiago, y subi￳ a la monta￱a para orar”. En otra
ocasiones, él ha subido al monte a orar solo, (Mt 14, 23) en esta ocasión ha invitado a
tres de sus apóstoles y, los ha escogido como testigos para una gran acontecimiento.
Ellos son los mismos apóstoles que luego serán testigo de su agonía en Getsemaní. Se
podría pensar que ocupaban un lugar privilegiado de entre sus apóstoles. Ellos se
sentían muy bien el estar allí. “Maestro, qué bien estamos aquí!”
La primera enseñanza importante es, que Jesús había subido orar, él siempre lo está
haciendo, es un modelo que debemos hacerlo parte de nuestra vida diaria, orar al
Padre. En esta ocasión invita tres de sus amigos íntimos, entregándonos una gran
oportunidad para aprender de este ejemplo, cuando Jesús invita a seguirlo, es porque
nos está dando la oportunidad de ser testigo de las maravillas del Señor, como para
darnos a conocer cada instante de su vida. Prestemos atención a las invitaciones que
nos hace Jesús, tengamos disposición de atender sus palabras, y guardar silencio para
oírlo.
5.2 LA TRANSFIGURACIÓN, ES UNA EXPERIENCIA PROFUNDA DE
FE
“Mientras Jesús oraba, su rostro cambi￳ de aspecto y sus vestiduras se volvieron de
una blancura deslumbrante.”
La transfiguración, es una experiencia profunda de fe tenida por Pedro, Juan y
Santiago, los amigos más íntimos de Jesús y para llegar a conocer los momentos más
transcendentes de Jesús, necesitamos ser sus amigos íntimos, con una comunicación
profunda, como la que ellos tuvieron para percibir a Jesús en su verdadera identidad.
Debe haber sido un instante de éxtasis, vieron la realidad gloriosa de Jesús, aunque no
se les mostró en toda su magnitud, porque para llegar a entenderlo, tuvieron que
conocer a través de la vida, pasión y muerte y de sus propios sufrimientos y muerte,
que hay que pasar por esta última, la muerte, para llegar a la vida.
Jesús nos transfigura nuestra vida, Él nos ayuda a descubrir la presencia de Dios en
nosotros y nos llama a ser sus testigos ante un mundo de contradicciones.
5.3 Y DOS HOMBRES CONVERSABAN CON ÉL: ERAN MOISÉS Y
ELÍAS
Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una
para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Muchas veces soñamos con grandes
templos, majestuoso, no preocupamos por construir bellas Iglesias o templos muy bien
ambientados para Dios, pero el lugar favorito de El no deja de ser aquí entre nosotros,
en el corazón de los hombres, en nuestra familia, junto a los niños, a los trabajadores,
a los religiosos, sacerdotes, laicos, y con gran privilegio donde la calidez del amor está
presente.
5.4 "ÉSTE ES MI HIJO, EL ELEGIDO, ESCÚCHENLO".
Desde una nube se oyó entonces una voz que decía: "Éste es mi Hijo, el Elegido,
escúchenlo".
Esta es nuestra gran instrucción de Dios, "escucharlo", eso nos debe caracterizar para
ser un servidor de verdad, oír siempre a Jesús, esta actitud receptiva es para la palabra
y la total aceptación de Cristo, es una invitación a descubrir lo divino de sus
enseñanzas y toda su obra.
La transfiguración consiste esencialmente en la toma de conciencia, por parte de los
tres apóstoles, de que Jesús es verdaderamente el Mesías, también revela que la
persona de Jesús, es el Hijo muy amado del Padre y trascendente que posee su misma
gloria divina.
Estamos llamados también a transfigurarnos cada vez más por la acción del Señor, la
sociedad, el mundo, y nosotros en él, se transformara cada vez que aceptamos la voz
del Padre en su Hijo, cuando escuchamos su Palabra y la llevamos a la vida. Aceptar
las palabras de Jesús, es una invitación a transfigurarnos, es decir a transformarnos en
hombres buenos, y salir al mundo a hacer el bien.
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
II DOMINGO DE CUARESMA CICLO C
Publicado en este link: PALABRA DE DIOS
Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén
Algunos conceptos están tomados de los comentarios a los Evangelios por Manuel de
Tuya, O. P.
Biblia Comentada, Adaptación Pedagógica: Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teol.
Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena ocd.
www.caminando-con-jesus.org
caminandoconjesus@vtr.net