II J UEVES DE C UARESMA
(Jr 17, 5-10; Sal 1; Lc 16, 19-31)
“Maldito quien confía en el hombre, y en la carne
busca su fuerza, apartando su corazón del Señor.
Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el
bien; habitara la aridez del desierto, tierra salobre
e inhóspita.
Bendito quien confía en el Señor y pone en el
Señor su confianza. Será un árbol plantado junto
al agua” (Jr 17, 5-8).
“Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y
Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí
consuelo, mientras que tú padeces” (Lc 16, 25).
II Estación, Via Crucis
C OMENTARIO
El orden de las ilustraciones con las que venimos acompañando nuestros
comentarios a la Liturgia de la Palabra del Tiempo Cuaresmal no tiene significado
especial. Es una forma de representar el camino hacia la Pascua. Contemplamos de
nuevo el momento en que Jesús toma la Cruz, al mismo tiempo que leemos el texto del
profeta Jeremías sobre la confianza en el Señor, cuyos efectos se asemejan al árbol
plantado junto a la corriente, mientras quienes confían en sí mismos, o ponen su
esperanza en las cosas de este mundo, se secan como cardos en la paramera.
La referencia al árbol nos lleva a la concordancia con el árbol de la Cruz, del que
pende el fruto en sazón, el Redentor, que nos trae la mejor y más abundante cosecha, el
perdón de las culpas.
El sufrimiento, a la luz de la Cruz de Cristo, del árbol frondoso, se vuelve fruto
maduro, que determina la serena estabilidad del corazón, en ofrenda posible y
corredentora, porque gracias al ejemplo de Jesucristo, no se perece en la prueba, y se
permanece en lozanía y fidelidad, como el árbol junto a la corriente de agua.
Ningún sufrimiento se pierde, y al igual que Lázaro, enfermo, pobre y mendigo
recibe su recompensa, toda lágrima tendrá su compensación. Como todo favor, su
mérito.
No se pierde ningún gesto compasivo, todo lo que se haga por los más necesitados
tendrá su premio, hasta haber dado un vaso de agua. El egoísmo produce desolación,
desierto y esterilidad. La entrega, como la de Jesús, produce vida. Desde estas verdades
reveladas, se puede optar por permanecer junto a la corriente, dando frutos de
compasión y de misericordia.
P UNTOS DE REFLEXIÓN
¿Cómo te sientes, cardo o árbol frondoso? ¿En quién confías, en seres de polvo
que no pueden salvar, o en el Señor?
¿Eres solidario con tus bienes?