II V IERNES DE C UARESMA
(Gn 37, 3-4. 12-13a. 17b-28; Sal 104; Mt 21, 33-
43. 45-46)
L ECTURA
-«Ahí viene el de los sueños. Vamos a matarlo y a
echarlo en un aljibe; luego diremos que una fiera
lo ha devorado; veremos en qué paran sus
sueños.» (Gn 37, 18-20)
“"Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos
quedamos con su herencia."
Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo
mataron.” (Mt 21, 38-39)
C OMENTARIO
La envidia, el afán de dinero, los celos, si se los deja avanzar dentro del corazón,
son capaces de las peores acciones, son causa de urdir intrigas, de proyectar venganzas,
cometer delitos, extorsionar, y hasta pueden llegar a producir muerte y desolación.
Si no se arranca la raíz de tanta maldad, puede convertirse en tendencia y
esclavizar a quien la siente, que además, será capaz de justificar los peores actos, por
ofuscación de la mente y pérdida de la conciencia recta.
Vivimos unos momentos en los que, según las noticias que nos sirven los medios
de comunicación, se descubren en los diversos sectores de la sociedad perversión,
fraudes y corrupción. Se hace más necesario que nunca el rearme moral, si no queremos
perecer como víctimas de nuestra propia conducta.
Sin embargo, aun en las peores circunstancias, cabe la esperanza de que por la
misericordia de Dios, hasta lo peor se puede convertir en circunstancia propicia para una
regeneración. Tantas veces hay que llegar al límite, a morder el polvo, para que nuestro
orgullo se convierta en humildad, nuestra prepotencia, en súplica y nuestro egoísmo, en
entrega. La conjura contra José y contra Jesús, con efectos trágicos, acabó siendo fuente
de salvación.
P UNTOS DE REFLEXIÓN
¿Percibes en ti algún germen de egoísmo, de envidia o de amor propio?
¿Te sorprendes deseando algo contra otros?
¿Eres víctima de opciones que te esclavizan, te producen dependencia, y llegas a
ejecutar lo que sabes que no es bueno?