II S ÁBADO DE C UARESMA
(Mq 7, 14-15. 18-20; Sal 102; Lc 15, 1-3. 11-32)
Señor, pastorea a tu pueblo con el cayado,
a las ovejas de tu heredad,
a las que habitan apartadas en la maleza,
en medio del Carmelo. (Mq 7, 14-15)
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos
los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los
fariseos y los escribas murmuraban entre ellos:
-«Ése acoge a los pecadores y come con ellos.»
C OMENTARIO
Puede parecer manipulación del texto bíblico si afirmamos una vez más la
entrañable misericordia de Dios, como si quisiéramos halagar a quienes sienten
resistencia respecto a la fe.
Presentar a Jesús como Pastor que busca a la oveja perdida, o como padre que
aguarda a que su hijo vuelva, casi destruido, de su viaje emancipado y despilfarrador, se
podría creer que es un discurso que busca el beneplácito de aquellos que pregonar que la
Iglesia predica a un Dios castigador, rigorista, un tanto matón y sádico.
Cabe, incluso, que, admitiendo el atractivo del texto, se interprete que la parábola
del hijo pródigo es un recurso literario atractivo, que suscita la inspiración artística, pero
que a quienes viven sumergidos en el dolor de sus pasos vagabundos, los deja
marginados, despreciados y sin tierra.
Sin embargo, pocas verdades se proclaman más que la revelación de la
misericordia divina, manifestada especialmente en Jesucristo, Buen Pastor, Amigo
bueno, entrañable y compasivo, como el padre de la parábola, como el samaritano, que
se apiada del que permanece tirado en el borde del camino.
Los que han experimentado el amor de Dios por el perdón de sus culpas y la
fuerza de la gracia restauradora, dan fe de lo que significa el abrazo de Dios, sin juicio
ni factura. La experiencia del perdón se convierte en hito ungido del camino hacia la
meta. Nadie que se acerca humilde al trono de la gracia, queda sin respuesta reparadora.
Se ha dicho que el autorretrato de Jesús es la imagen del Buen Pastor, y la del
Padre de la parábola, imágenes a las que aluden los textos que hoy nos ofrece la
Liturgia.
P UNTOS DE REFLEXIÓN
¿Has experimentado la misericordia? ¿Cuál es la figura de Jesús que más te atrae?
¿Serás capaz de volver de todos tus exilios o éxodos, confiado en la mirada
entrañable de Jesús?