Comentario al evangelio del Viernes 01 de Marzo del 2013
Queridos amigos y amigas:
La historia de José y la parábola de los viñadores homicidas tienen muchos puntos en común. Por eso
la liturgia las propone juntas. En ambos casos, se narra la suerte de un personaje (José en un caso, el
primogénito del dueño de la viña en otro) que, por envidia, es eliminado: mediante su venta como
esclavo o directamente por asesinato.
Para sus hermanos, José era un iluso: Por ahí viene el soñador. Para los labradores, el hijo del dueño
era un obstáculo: Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia.
En el camino de la Cuaresma, los dos relatos bíblicos nos “hablan” de Jesús. También él es un
soñador. Amado por el Padre, sueña con hacer ver a todos los seres humanos su condición de hijos e
hijas de Dios. Sueña con un mundo en el que el reinado de Dios acabe con la violencia, la injusticia, la
inhumanidad. Pero no se limita a soñar. Acepta visitar la viña de su Padre (Visita, Señor, tu viña, la
cepa que tu diestra plantó y que tú hiciste vigorosa). Al llegar a ella, se da cuenta de que no es bien
recibido por los labradores (Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron).
A medida que Jesús fue presentando la novedad del Reino, comprendió que su vida corría peligro. Su
sueño no encajaba con los sueños de quienes se consideraban los “fieles de Dios”. Y lo hace ver a
través de sus parábolas. Es curiosa la explicación que ofrece hoy el evangelio de Mateo: Los sumos
sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos.
¿Por qué tendemos a rechazar los “sueños” de Dios que no encajan con nuestras expectativas
religiosas? ¿Aceptaríamos a Jesús hoy si él echase por tierra muchas de nuestras concepciones, rutinas,
prácticas sobre Dios?
¿Cómo visita hoy esta viña nuestra el hijo del dueño de la viña? ¿A través de qué signos visibles sigue
Jesús llegando a nosotros? ¿Cómo acogemos su visita? ¿Lo aceptamos? ¿Lo rechazamos?
Vuestro hermano en la fe:
Fernando González
Fernando González