La nueva evangelización da a conocer el rostro misericordioso de Cristo.
2013-02-25
Evangelio
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 36-38
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Sean misericordiosos, como su Padre
es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán
condenados; perdonen y serán perdonados.
Den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida, apretada y
rebosante en los pliegues de su túnica. Porque con la misma medida con que
midan, serán medidos”.
Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor, porque sabes de mi tendencia de compararme con los demás y juzgarlos
indebidamente, ayúdame a vivir esta Cuaresma, y particularmente este momento
de oración, como un momento de conversión, como una oportunidad que me
concedes, por tu inmensa misericordia, para crecer en la humildad y volver al
camino de buscar y ver el bien en los demás.
Petición
Señor, ayúdame a saber perdonar de corazón, nunca guardar rencor ni
resentimientos.
Meditación
La nueva evangelización da a conocer el rostro misericordioso de Cristo.
«En una época de emergencia educativa, en la que el relativismo pone en discusión
la posibilidad misma de una educación entendida como introducción progresiva al
conocimiento de la verdad, al sentido profundo de la realidad, por ello como
introducción progresiva a la relación con la Verdad que es Dios, los cristianos están
llamados a anunciar con vigor la posibilidad del encuentro entre el hombre de hoy y
Jesucristo, en quien Dios se ha hecho tan cercano que se le puede ver y escuchar.
En esta perspectiva, el sacramento de la Reconciliación, que parte de una mirada a
la condición existencial propia y concreta, ayuda de modo singular a esa “apertura
del corazón” que permite dirigir la mirada a Dios para que entre en la vida. La
certeza de que él está cerca y en su misericordia espera al hombre, también al que
está en pecado, para sanar sus enfermedades con la gracia del sacramento de la
Reconciliación, es siempre una luz de esperanza para el mundo» (Benedicto XVI, 9
de marzo de 2012).
Reflexión apostólica
«Hay que dar el tiempo necesario al examen de conciencia que precede a la
confesión para recordar con precisión las faltas. Después, hay que acercarse a ella
con un ardiente deseo de purificarse y renovarse, y con un amor filial que genere la
contrición del corazón y el propósito de la enmienda» (Manual del miembro del
Movimiento Regnum Christi , n. 259).
Propósito
Acercarme al sacramento de la Reconciliación (confesión) para experimentar la
misericordia de Dios.
Diálogo con Cristo
Jesucristo, te pido la gracia de la conversión, de manera que toda mi vida la
dedique a hacer el bien. No voy a cambiar por lo que deje de hacer sino por los
actos concretos de amor que lleve a cabo, iniciando con reconocer mi debilidad,
revisar mis actitudes y fallos en un buen examen de conciencia y buscando tu
perdón en el sacramento de la confesión.
«Acrisola tu amor en la fragua de la oración, de la recepción fervorosa de la
Eucaristía, del encuentro íntimo con Cristo en la confesión»
(Cristo al centro, n. 838).