Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Cuaresma,
Semana No. 2, Jueves
------------------------------------
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía
en el Señor * Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor. *
Recibiste tus bienes, y Lázaro males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras
que tú padeces
Textos para este día:
Jeremías 17,5-10:
Así dice el Señor: "Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su
fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá
llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito
quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado
junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo
sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto.
Nada más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor,
penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta,
según el fruto de sus acciones."
Salmo 1:
Dichoso el hombre / que no sigue el consejo de los impíos, / ni entra por la senda
de los pecadores, / ni se sienta en la reunión de los cínicos; / sino que su gozo es la
ley del Señor, / y medita su ley día y noche. R.
Será como un árbol / plantado al borde de la acequia: / da fruto en su sazón / y no
se marchitan sus hojas; / y cuanto emprende tiene buen fin. R.
No así los impíos, no así; / serán paja que arrebata el viento. / Porque el Señor
protege el camino de los justos, / pero el camino de los impíos acaba mal. R.
Lucas 16,19-31:
 
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Había un hombre rico que se vestía de
púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado
Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo
que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las
llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se
murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los
tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y
gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la
punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas." Pero
Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su
vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además,
entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar,
aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros."
El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi
padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que
vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés
y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un
muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a
los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.""
Homilía
Temas de las lecturas: Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía
en el Señor * Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor. *
Recibiste tus bienes, y Lázaro males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras
que tú padeces
1. El Hombre, un Misterio para el Hombre
1.1 Creo yo que fue el doctor Alexis Carrel, premio Nobel de medicina en 1912,
quien en tiempos recientes dirigió de modo más resuelto nuestra atención hacia ese
misterio que reposa en el fondo de cada uno de nosotros. Marcó una época con su
obra "La incógnita del hombre". Es bueno partir de ese punto: nuestra existencia
tiene un borde misterio y una hondura de trascendencia. Vivir no es transcurrir.
1.2 Hay varios pasajes en la Escritura que dan testimonio de este misterio que
somos. Y la primera lectura de hoy va en esa dirección. "¿quién entenderá el
corazón del hombre?". Es la pregunta que puede hacerse todo aquel que mire con
atención las incoherencias y desgarrones íntimos de la vida propia o ajena. El
Concilio Vaticano II expuso este drama de modo preciso y elocuente, especialmente
en su Constitución Apostólica "Gaudium et Spes", número 4, de donde tomamos
algunas líneas.
1.3 "El género humano se halla actualmente en una nueva era de su historia,
caracterizada por rápidos y profundos cambios que progresivamente se extienden
al mundo entero. Debidos a la inteligencia y a la actividad creadora del hombre,
recaen luego sobre éste, sobre sus juicios y deseos individuales y colectivos, sobre
su modo de pensar y obrar, tanto sobre los hombres como sobre las cosas. Cabe,
por lo tanto, hablar de una verdadera transformación social y cultural que redunda
aun en la misma vida religiosa.
1.4 Como sucede en toda crisis de crecimiento, esta transformación lleva consigo
no leves dificultades. El hombre extiende en grandes proporciones su poderío,
aunque no siempre logra someterlo a su servicio. Pero, cuando trata de penetrar en
el conocimiento más íntimo de su propio espíritu, con frecuencia aparece aún más
inseguro de sí mismo. Y, cuando progresivamente va descubriendo con mayor
claridad las leyes de la vida social, permanece perplejo sobre la dirección que se le
debe imprimir.
1.5 "Nunca el género humano tuvo a disposición suya tantas riquezas, tantas
posibilidades y tanto poder económico. Sin embargo, una gran parte de la
humanidad sufre aún hambre y miseria, mientras inmensas multitudes no saben
leer ni escribir. Nunca como hoy ha tenido el hombre sentido tan agudo de su
libertad, mas al mismo tiempo surgen nuevas formas de esclavitud social y
psíquica. Mientras el mundo siente tan clara su propia unidad y la mutua
interdependencia de todos en una ineludible solidaridad, se ve, sin embargo,
gravísimamente dividido en direcciones opuestas, a causa de fuerzas que luchan
entre sí: de hecho, subsisten todavía muy graves las diferencias políticas, sociales,
económicas, raciales e ideológicas; y ni siquiera ha desaparecido el peligro de una
guerra que está llamada a aniquilarlo todo. Aumenta intensamente el intercambio
de ideas, pero las palabras mismas correspondientes a los más importantes
conceptos, reciben significados muy distintos, según las diversas ideologías. Y,
mientras con todo ahínco se busca un ordenamiento temporal más perfecto, no se
avanza paralelamente en el progreso espiritual.
1.6 "Entre tan contradictorias situaciones, la mayoría de nuestros contemporáneos
no llegan a conocer bien los valores perennes ni pueden armonizarlos con los
nuevamente descubiertos. Por ello, con gran inquietud se preguntan, sufriendo
entre la esperanza y la angustia, sobre la actual evolución del mundo. Esta
evolución desafía a los hombres -más aún, les obliga- a dar una respuesta".
2. Un Hombre sin Rostro
2.1 El filósofo judío Emmanuel Levinás ha desarrollado de modo extenso y hondo el
tema del "rostro" en la filosofía, precisamente como una "examen de conciencia" a
la misma filosofía. La ética, por ejemplo, no ha de ser tratada, según él, en
términos de "lo bueno", así en abstracto, sino sólo en cuanto acontece en el
encuentro con el otro. El rostro del otro, el rostro del pobre, singularmente, es la
exigencia más "objetiva" de bien que puede sentir el ser humano.
2.2 Esta remembranza viene al caso porque para el rico del evangelio Lázaro no
existía. Era invisible, era parte de un paisaje; era un fondo de escenario sobre el
que el rico quería escribir su propia comedia de diversión sin límites y de poder sin
amenazas. Lázaro no tenía rostro para el rico, y así el rico podía ser feliz y
seguramente sentirse bueno.
2.3 Es interesante en este orden de ideas que el nombre del rico no aparece por
ninguna parte. Para él Lázaro no existía, pero ante Dios es Lázaro el que tiene
nombre. Su historia y su dolor son preciosos ante los ojos de Dios, mientras que la
comedia de placer del ricachón no tiene valor ni nombre en los cielos.
2.4 Ante Dios, pues, tenemos rostro en cuanto tenemos necesidad. Los rasgos de
nuestra necesidad son los rasgos de nuestro rostro en el Cielo. Un hipotético ser
"carente de necesidades" es un ser carente de Dios y es irreconocible para Dios,
porque es un ser que niega su propia condición de dependencia creatural con el
Dios único que a todos da el ser y lo conserva. Este tiempo de cuaresma, pues, nos
invita con fuerza a reconocernos en la hondura de nuestras necesidades y
carencias, como camino de encuentro con el Dios vivo.
Fr. Nelson Medina, O.P.