III J UEVES DE C UARESMA
(Jr 7, 23-28; Sal 94; Lc 11, 14-23)
L ECTURA
“… caminad por el camino que os mando,
para que os vaya bien."
Pero no escucharon ni prestaron oído,
caminaban según sus ideas, según la maldad
de su corazón obstinado, me daban la
espalda y no la frente.” (Jr 7, 23-24)
“El que no está conmigo está contra mí; el
que no recoge conmigo desparrama” (Lc 11,
23).
C OMENTARIO
Parece una constante del comportamiento
humano que a pesar de los avisos que se reciben de Dios, obstinarse en el mal camino.
En el transcurso de un itinerario emancipado, se llega al callejón sin salida, a la quiebra
de toda esperanza, y en ese momento la mejor posibilidad es retornar al Señor.
¿Por qué tienen que ser así las cosas? ¿Por qué no aprendemos de una vez que no
hay mejor suerte que la de avanzar por los senderos revelados como buenos, los que
coinciden con el querer de Dios?
La libertad es el mayor regalo que Dios ha querido hacernos. Gracias a que somos
libres, podemos amar, hacer el bien, elegir el camino que Dios quiere, no como opción
obligada, sino como respuesta sabia y agradecida.
Si parece inevitable el error de avanzar de forma emancipada, creyendo que así
uno se realiza más, tengamos al menos la cordura de volver a tiempo por el sendero que
nos indica la misericordia en vez de obstinarnos en el mal camino, o desesperanzarnos
al descubrir la dirección errada de nuestros pasos.
Si las Sagradas Escrituras narran abundantes hechos referidos al pueblo de Israel
sobre las etapas históricas de su andadura en desobediencia, también los textos sagrados
nos muestran el modo más sabio de volver hacia el Señor en tales circunstancias,
humildes o humillados. Lo peor es no querer reconocer que se avanza por sendero
engañoso, y no saber rectificar. En cambio, quien cae en la cuenta de sus pasos perdidos
y reacciona con cordura, sabe volver al modo de vivir que coincide con la voluntad
divina.
P UNTOS DE REFLEXIÓN
¿Eres capaz de observar si sigues tu propia voluntad o la de Dios? ¿Te justificas
en tus pasos errados, o reconoces la debilidad, un tanto pretenciosa, de avanzar en la
vida según tus deseos?