Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Cuaresma,
Semana No. 3, Sábado
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Quiero misericordia, y no sacrificios * Quiero misericordia,
y no sacrificios. * El publicano regresó a su casa justificado, el fariseo no
Textos para este día:
Oseas 6,1-6:
Vamos a volver al Señor: él, que nos despedazó, nos sanará; él, que nos hirió, nos
vendará. En dos días nos sanará; al tercero nos resucitará; y viviremos delante de
él. Esforcémonos por conocer al Señor: su amanecer es como la aurora, y su
sentencia surge como la luz. Bajará sobre nosotros como lluvia temprana, como
lluvia tardía que empapa la tierra.
"¿Qué haré de ti, Efraín? ¿Qué haré de ti, Judá? Vuestra piedad es como nube
mañanera, como rocío de madrugada que se evapora. Por eso os herí por medio de
los profetas, os condené con la palabra de mi boca. Quiero misericordia, y no
sacrificios; conocimiento de Dios, más que holocaustos."
Salmo 50:
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, / por tu inmensa compasión borra mi culpa;
/ lava del todo mi delito, / limpia mi pecado. R.
Los sacrificios no te satisfacen: / si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. / Mi
sacrificio es un espíritu quebrantado; / un corazón quebrantado y humillado, / tú no
lo desprecias. R.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión, / reconstruye las murallas de Jerusalén: /
entonces aceptarás los sacrificios rituales, / ofrendas y holocaustos. R
Lucas 18, 9-14:
En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí
mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: "Dos hombres
subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido,
oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás:
ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana
y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y
no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo:
"¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa
justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se
humilla será enaltecido."
Homilía
Temas de las lecturas: Quiero misericordia, y no sacrificios * Quiero misericordia,
y no sacrificios. * El publicano regresó a su casa justificado, el fariseo no
1. Lluvia y rocío
1.1 Hoy el amor es comparado con el agua. Amor de Dios, que es como lluvia de
primavera, y fecunda la tierra de admirable modo; amor de Israel, que es como
rocío engañoso pronto a evaporarse sin dejar más rastro que su recuerdo.
1.2 La lluvia empapa; el rocío apenas moja. El amor de Dios penetra; el amor
humano, si no tiene más cimiento que su gusto o conveniencia inmediata, apenas
moja, de inmediato se evapora y deja tras de sí un horrible vacío.
1.3 Primera enseñanza y primer cuestionamiento: ¿tu amor es lluvia que fecunda y
transforma, o rocío que embellece sólo un instante, y desaparece?
2. Un Dios Incomprendido
2.1 La última frase de la primera lectura nos puede extrañar bastante: "Por eso los
he azotado por medio de los profetas y les he dado muerte con mis palabras.
Porque yo quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que
holocaustos" (Os 6,6). Lo menos que uno pregunta es: ¿cómo es que Dios, que
quiere "misericordia", habla aquí de azotar y dar muerte?
2.2 Antes de juzgar a Dios, miremos con calma la palabra que nos da. Ante todo
esa "misericordia" es una palabra hebrea de no fácil traducción. Es la famosa
"jésed" que significa también "lealtad", "fidelidad", "piedad" y "gracia"... Indica la
dulzura de un lenguaje común, algo así como esa atmósfera de entendimiento en el
amor que tienen quienes comparten unas mismas convicciones, unos mismos
afectos, es decir: los que están en comunión.
2.3 Cuando el Señor dice: "yo quiero jésed y no sacrificios", está refiriéndose a esa
relación entrañable de proximidad y amor. Los "sacrificios" son un modo de
establecer un pacto con Dios, un modo de negociar con él. Y eso es detestable para
quien quiere que exista una atmósfera de amor y comunión. Por eso la "jésed" va
unida a la "da-aht", que suele ser traducida por "conocimiento" de Dios.
2.4 "Da-aht" alude a "estar despierto", "ser consciente, abrir los ojos, darse
cuenta". El sacrifico y el holocausto tienen una lógica que puede volverse ciega y
mezquina en su repetición: hago esto y Dios hará aquello. Es necesario tener "da-
ath"; es preciso estar conscientes, darse cuenta de quién es el que nos llama y con
quién estamos tratando. No es una ley anónima, no es una energía sin nombre, no
es destino ciego: es el Dios vivo y verdadero y hay que saber quién es él y qué
quiere para agradarle y vivir la "jésed" que él espera de nosotros.
3. Lejos y cerca
3.1 El evangelio de hoy juega con los conceptos de lo cercano y lo lejano. El fariseo
se creía cercano y estaba muy lejos; el publicano parecía distante pero su oración,
que era apenas un susurro, alcanzó los oídos del Altísimo.
3.2 Hay una relación aquí con el tema de la jésed que hemos explicado antes. El
publicano no se apoya en sí mismo para hablar a Dios. Este es su gran acierto. Deja
a Dios ser Dios; es consciente de quién es Aquel a quien está hablando y por eso
entra en una relación de piedad desde su miseria, que no oculta.
3.3 El fariseo, por su parte, habla desde sí mismo. Apoyado en lo que cree que son
sus méritos tiene bastante que admirar en su propia vida y no le queda ánimo para
admirar la misericordia del Dios que lo recibe en su casa. Por lo visto, Dios existe
ante todo para admirarlo a él y para aplaudirle su buena vida. En su ignorancia,
este pobre habla solo; no habla con Dios.
3.4 Con todo, hermanos, hemos de obrar con suma prudencia: es fácil caer en el
mal de los fariseos en el acto mismo de condenar al fariseísmo. Estaríamos
repitiendo su error si ahora dijéramos: "te alabo, Señor, porque no soy como ese
ridículo fariseo...". ¿Qué solución queda, entonces? Pedir misericordia para todos:
para el publicano que somos y para el fariseo que duerme en nosotros.
Fr. Nelson Medina, O.P.