Domingo III de Cuaresma del ciclo C.
El sufrimiento no es inútil .
Ejercicio de lectio divina de LC. 13, 1-9.
1. Oración inicial.
Iniciamos nuestro encuentro de oración en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo.
R. Amén.
Al celebrar la Eucaristía, le ofrecemos al Señor nuestros gozos, y le damos
gracias por la felicidad que nos ha concedido, pues ello es una prueba de que
siempre nos tiene presentes. No menos importantes que la felicidad que
experimentamos son las causas por las que sufrimos, pues, desde la óptica del
Señor, las mismas nos son útiles, para ser purificados, y santificados.
Nuestros ejemplos a imitar cuando sufrimos son los grandes Santos que no
perdieron la fe cuando fueron atribulados, entre quienes destaca Nuestro Señor
Jesucristo.
Oremos reflexionando sobre el hecho de que, cuando suframos, no debemos
pensar que somos castigados por Dios, sino buscar la forma de encontrarnos con
El, sin que las dificultades que tengamos, nos impidan relacionarnos con Nuestro
Padre común.
Durante los años que vivimos tenemos muchas oportunidades de encontrar la
felicidad por medio del servicio a Dios en sus hijos los hombres. Tales
oportunidades no se prolongan indefinidamente, pues se terminan cuando nos
sorprende una enfermedad que nos impide depender de nosotros mismos, y cuando
llega el día de nuestro fallecimiento. Jesús, en el Evangelio de hoy, nos recuerda el
deber que tenemos de hacer el bien, para que, cuando llegue el día en que estemos
impedidos o fallezcamos, no nos sintamos tristes, pensando que no aprovechamos,
las oportunidades que tuvimos, de amar a nuestros prójimos, y de hacernos amar
por ellos.
Oremos pensando que la vida es una naranja que tenemos en las manos cuyo
jugo no debe ser desperdiciado.
Oremos:
RESPIRA EN MI
Respira en mi
Oh Espíritu Santo
Para que mis pensamientos
Puedan ser todos santos.
Actúa en mí
Oh Espíritu Santo
Para que mi trabajo, también
Pueda ser santo.
Atrae mi corazón
Oh Espíritu Santo
Para que sólo ame
Lo que es santo.
Fortaléceme
Oh Espíritu Santo
Para que defienda
Todo lo que es Santo.
Guárdame pues
Oh Espíritu Santo
Para que yo siempre
Pueda ser santo.
(San Agustín).
2. Leemos atentamente LC. 13, 1-9, intentando abarcar el mensaje que San
Lucas nos transmite en el citado pasaje de su Evangelio.
Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera
Lectura del santo evangelio según san Lucas 13, 1-9
En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya
sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó:
—«¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque
acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y
aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran
más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os
convertís, todos pereceréis de la misma manera.»
Y les dijo esta parábola:
—«Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo
encontró.
Dijo entonces al viñador:
"Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro.
Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?"
Pero el viñador contestó:
"Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si
da fruto. Si no, la cortas".
2-1. Permanecemos en silencio unos minutos, para comprobar si hemos
asimilado el pasaje bíblico que estamos considerando.
2-2. Repetimos la lectura del texto dos o tres veces, hasta que podamos
asimilarlo, en conformidad con nuestras posibilidades de retener, si no todo el
texto, las frases más relevantes del mismo.
3. Meditación de LC. 13, 1-9.
3-1. El Evangelio predicado por Jesús debe serle anunciado a toda la humanidad,
independientemente de la clase social a que pertenezcan quienes lo reciben.
"En aquel mismo momento llegaron algunos" (CF. LC. 13, 1).
Dado que San Lucas no especifica en el texto que estamos considerando quienes
eran los citados personajes, es fácil pensar que los tales eran gente sencilla, quizás
con escasos recursos económicos, que seguían a Jesús, simpatizaban con el Señor,
o simplemente deseaban conocer la opinión que le merecía al Mesías, la tragedia
que Pilato llevó a cabo, valiéndose de sus hermanos de raza.
¿Somos conscientes de que el Evangelio debe serles anunciado a ricos y pobres, y
a sanos y a enfermos?
¿Qué hacemos para que la Palabra de Dios llegue a todos los sectores sociales?
¿Les es suficiente a los predicadores para tener credibilidad con predicar el
Evangelio, o deben acompañar su predicación con el buen ejemplo de las obras que
realizan?
3-2. Una tragedia provocada conscientemente.
"en aquel mismo momento llegaron algunos que le contaron lo de los galileos,
cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios" (LC. 13, 1).
Los sucesos de que se nos habla en el Evangelio que estamos considerando, solo
son mencionados por San Lucas, y dado que Pilato disciplinaba a los judíos
mediante la comisión de grandes crímenes con tal de aplacar a los rebeldes, no
existen evidencias de estos hechos, en los libros de Flavio Josepho.
3-3. Una tragedia imprevista.
"O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé y los mató,
¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en
Jerusalén?" (LC. 13, 4).
Los judíos creían que los ricos y sanos eran bien vistos por dios, y que, los
pobres, los enfermos, y las víctimas de tragedias, sufrían las consecuencias de sus
pecados, o de las transgresiones de la Ley mosaica, llevadas a cabo, por sus
antepasados.
Existen situaciones dramáticas que están relacionadas con el pecado, y tragedias
que no están relacionadas con el mal. Veamos dos ejemplos de ello.
Cuando Francisco se casó, tenía muy claro el hecho de que su mujer debía
obedecerlo. Esta es la causa por la que castigaba duramente cualquier acto de
desobediencia de su esposa, por insignificante que fuera el mismo, porque decía
que debía asegurarse de que su cónyuge siempre acataría sus órdenes. Francisco
abusó de su autoridad, y llegó a pecar, maltratando a su esposa, tanto psíquica,
como físicamente.
Supongamos el caso de un niño que tiene problemas respiratorios, al que le
afecta el hecho de que sus padres fumen constantemente. El citado niño no sufre
su enfermedad por ser un pecador, sino porque sabe que no puede encontrar un
entorno en que alguien sea consciente de su enfermedad, y lo ayude a superar su
estado de enfermo, en vez de hacer que se agrave.
3-4. Culpas y culpables.
"Les respondió Jesús: "¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos
los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os
convertís, todos pereceréis del mismo modo. O aquellos dieciocho sobre los que se
desplomó la torre de Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que los
demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, os lo aseguro; y si no os
convertís, todos pereceréis del mismo modo" (LC. 13, 2-5).
Desgraciadamente, muchos cristianos de diferentes denominaciones, han
heredado de los judíos, el hecho de empecinarse, pensando que, quienes sufren,
pagan sus pecados, o las culpas de sus antepasados. Si un alcohólico se provoca un
accidente por conducir embriagado, obviamente, es culpable de lo que le ha
sucedido, pero más le vale pensar en dejar de consumir alcohol, que hacerse sufrir
inútilmente, pensando que es culpable de lo que le ha sucedido. Recordemos que la
culpabilidad es sana cuando nos incita a enmendar los errores que cometemos, y
que es enfermiza, cuando nos sume en la consideración de nuestros defectos, y no
nos permite superarnos a nosotros mismos.
Jesús nos invita a que no perdamos el tiempo juzgando a los demás por aquello
que creemos o que estamos seguros de que son culpables, para que así nos
juzguemos a nosotros mismos, con tal de que no nos sorprenda la llegada de la
muerte, y nos demos cuenta de que se nos acaba el tiempo que hemos tenido para
enmendar nuestros errores. Frecuentemente, recibo cartas de algunos de mis
lectores, los cuales me dicen que, si pudieran vivir los años de su infancia
nuevamente, sabiendo todo lo que han aprendido de la vida, les demostrarían a sus
padres el amor que siempre les ocultaron, y estudiarían más, pues se arrepienten
de haber perdido un tiempo, que jamás recuperarán.
¿Qué esperamos para enmendar nuestros errores, y para demostrarles a
nuestros familiares y amigos, lo importantes que son para nosotros?
3-5. La higuera.
"Les dijo esta parábola: "Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, fue a
buscar fruto en ella y no lo encontró" (LC. 13, 6).
En el Antiguo Testamento, la higuera simboliza al pueblo de Israel, y, un árbol
lleno de frutos, es símbolo de una vida creyente, caracterizada, por la vivencia y
aplicación, de la fe. Veamos unos ejemplos de ello.
"¡Dichoso el hombre que no sigue
el consejo de los impíos,
ni en la senda de los pecadores se detiene,
ni en el banco de los burlones se sienta,
mas se complace en la ley de Yahveh,
su ley susurra día y noche!
Es como un árbol plantado
junto a corrientes de agua,
que da a su tiempo el fruto,
y jamás se amustia su follaje;
todo lo que hace sale bien" (SAL. 1, 1-3).
"Bendito sea aquel que fía en Yahveh,
pues no defraudará Yahveh su confianza.
Es como árbol plantado a las orillas del agua,
que a la orilla de la corriente echa sus raíces.
No temerá cuando viene el calor,
y estará su follaje frondoso;
en año de sequía no se inquieta
ni se retrae de dar fruto" (JER. 17, 17-18).
Dado que los árboles cuajados de frutos simbolizan una vida de fidelidad a Dios,
Jesús, nos dice:
"Suponed un árbol bueno, y su fruto será bueno; suponed un árbol malo, y su
fruto será malo; porque por su fruto se conoce el árbol" (MT. 12, 33).
"Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas,
pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen
uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos,
pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos,
ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es
cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis" (MT. 7, 15-20).
¿Qué tipo de árboles somos?
3-6. La viña.
La viña es un símbolo bíblico representativo del pueblo de Dios. En el libro de
Isaías, se nos habla de Israel, como de una viña plantada, cuidada y amada por
Yahveh, que produjo agraces, -es decir, el pueblo de Israel, no se amoldó al
cumplimiento de la voluntad de Dios-. En el texto que vamos a recordar, el citado
Profeta, aparece como el mencionado amigo de Dios.
"Voy a cantar a mi amigo
la canción de su amor por su viña.
Una viña tenía mi amigo
en un fértil otero.
La cabó y despedregó,
y la plantó de cepa exquisita.
Edificó una torre en medio de ella,
y además excavó en ella un lagar.
Y esperó que diese uvas,
pero dio agraces.
Ahora, pues, habitantes de Jerusalén
y hombres de Judá,
venid a juzgar entre mi viña y yo:
¿Qué más se puede hacer ya a mi viña,
que no se lo haya hecho yo?
Yo esperaba que diese uvas.
¿Por qué ha dado agraces?" (IS. 5, 1-4).
3-7. Cuando Dios quiso recoger el fruto de su higuera, vio que la misma era
estéril.
Pensemos nuevamente, sobre qué tipo de árboles somos.
¿Qué frutos encontraría el Señor en nuestra vida si en este instante nos llamara a
su presencia?
¿Podemos dar mejores frutos que los que hemos producido los años que hemos
vivido?
Jesús les dijo a sus amigos íntimos, la noche en que fue traicionado por Judas:
"Yo soy la vid verdadera,
y mi Padre es el viñador.
todo sarmiento que en mí no da fruto,
lo corta,
y todo el que da fruto,
lo limpia,
para que dé más fruto" (JN. 15, 1-2).
Jesús se define a Sí mismo como la vid verdadera, a Nuestro Santo Padre como
viñador, y a nosotros los creyentes, como sarmientos de la viña. Los sarmientos
infructíferos serán expulsados del Reino de Dios, y, los que producen fruto, serán
limpios, para que produzcan más frutos. Quizá nos damos por satisfechos porque
celebramos la Eucaristía con cierta frecuencia y hacemos alguna obra de caridad,
pero el Señor nos pide que nos le entreguemos plenamente, a fin de que podamos
conocerlo, aceptarlo, amarlo y respetarlo, sinceramente.
Nuestro crecimiento espiritual, depende de cómo nos unimos a Jesús, quien nos
instruye, en los siguientes términos:
"Permaneced en mí, como yo en vosotros.
Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo,
si no permanece en la vid;
así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid;
vosotros los sarmientos.
el que permanece en mí y yo en él,
ése da mucho fruto;
porque separados de mí no podéis hacer nada" (JN. 15, 4-5).
"La gloria de mi Padre está
en que deis mucho fruto,
y seáis mis discípulos" (JN. 15, 8).
Percatémonos que, desde que Jesús empezó a predicar el Evangelio, la viña de
Yahveh, también está compuesta por los cristianos, quienes, al igual que los judíos,
tenemos la misión, de producir frutos abundantes.
3-8. La misión de Jesús, el viñador.
"Dijo entonces al viñador: "Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta
higuera y no lo encuentro. Córtala; ¿para qué ha de ocupar el terreno
estérilmente?" (LC. 13, 7).
¿Por qué en IS. 5 aparece Yahveh como viñador de su viña, y en el texto que
estamos considerando, aparece Nuestro Santo Padre como dueño de la viña, y
Jesucristo como viñador? Ello se debe a que, solo al leer el Nuevo Testamento, nos
percatamos de la misión llevada a cabo por Jesús, de redimir a la humanidad.
Tengamos en cuenta que Jesús tiene la misión de juzgar a la humanidad al final de
los tiempos, para poner a disposición de Nuestro Santo Padre, un Reino de Santos.
¿Por qué esperó el dueño de la higuera tres años que la misma produjera fruto?
Veamos las respuestas a esta pregunta:
1. En el Levítico, leemos un mandamiento que los hebreos debían observar, a
partir del tiempo en que conquistaran la tierra prometida.
"Cuando entréis en la tierra y plantéis toda clase de árboles frutales,
consideraréis impuro su fruto, como incircunciso; por tres años os serán como
incircuncisos y no se podrán comer. al cuarto años todos sus frutos serán
consagrados en fiesta de alabanza en honor de Yahveh. Y en el quinto año podréis
comer de su fruto y almacenar en vuestro provecho su producto. Yo, Yahveh,
vuestro Dios" (LV. 19, 23-25).
2. Tres fueron los días que Jonás estuvo dentro del gran pez que se lo tragó.
"Dispuso Dios un gran pez que se tragase a Jonás, y Jonás estuvo en el vientre
del pez tres días y tres noches" (JON. 2, 1).
3. El Ministerio público de Jesús se prolongó durante tres años, durante los
cuales, los componentes de la clase social alta de Israel, no lo aceptaron como
Mesías, con tal de no arrepentirse de sus pecados.
4. Para nosotros, los citados tres años durante los cuales la higuera no produjo
fruto, significan los años que no hemos servido al Señor convenientemente. ¿Qué
haremos con nuestra vida y nuestra fe, a partir del momento, en que terminemos
de leer y rezar el presente trabajo?
3-9. Llegará el día en que los árboles improductivos serán cortados.
Muchos seguidores de Jesús, debieron esperar impacientemente, la llegada del
día en que fueran cortados los árboles improductivos, por cuanto, sus líderes
religiosos, convirtieron la religión en un negocio que los beneficiaba
económicamente, y les amargaba la vida, a los pobres y enfermos, pues los tales
eran considerados, como simples pecadores.
¿Por qué ha de desperdiciarse la tierra ocupándola sembrando árboles
improductivos que se alimenten de sus nutrientes sin producir ningún beneficio?
¿Cómo podemos decir que somos cristianos, si se da el caso de que hemos
convertido la religión en una serie de preceptos que no nos incomodan mucho y nos
ayudan a aparentar una fe que no tenemos, entre los que no figuran la ayuda a los
pobres, enfermos y desamparados, a no ser que ello nos haga quedar bien ante la
sociedad?
3-10. El amor del viñador por los árboles cuyo cuidado le ha sido encomendado.
"Pero él le respondió: "Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cabaré
a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas"
(LC. 13, 9).
el año al que Jesús se refiere, es el tiempo que va desde que Nuestro Salvador
sufrió su Pasión y muerte, hasta el final de los tiempos, cuando concluya la plena
instauración de su Reino entre nosotros. Durante dicho tiempo, tanto los judíos
como los paganos, tenemos la oportunidad de cambiar de vida, amoldándonos al
cumplimiento de la voluntad, de Nuestro Padre celestial.
El hecho de cavar alrededor de la higuera para abonarla, debió ser visto por
muchos oyentes del Señor como irónico y gracioso, porque era de suponer que, los
enemigos del Mesías, ni en aquel tiempo, ni en el futuro, se convertirían al
Evangelio. Dado que en LV. 19, 23-25, se prohíbe cosechar el fruto de los árboles
frutales durante sus primeros tres años de vida, y se dice que el fruto del cuarto
año ha de ser ofrecido a Yahveh, Jesús quiso darnos un nuevo plazo, para que nos
arrepintamos de nuestros pecados, y nos amoldemos al cumplimiento de su
voluntad. ¿Qué haremos con nuestra vida y nuestra fe, a partir del momento en
que terminemos de leer y rezar este trabajo?
3-11. Si hacemos este ejercicio de lectio divina en grupos, nos dividimos en
pequeños subgrupos para sacar conclusiones tanto del texto bíblico que hemos
meditado como de la reflexión que hemos hecho del mismo, y, finalmente, los
portavoces de los subgrupos, hacen una puesta en común, de las conclusiones a
que han llegado todos los grupos, tras la cual se hace silencio durante unos
minutos, para que los participantes mediten sobre lo leído y hablado en los grupos,
individualmente.
3-12. Si hacemos este ejercicio individualmente, consideramos el texto
evangélico y la meditación del mismo expuesta en este trabajo en silencio, con el
fin de asimilarlos.
4. Apliquemos la Palabra de Dios expuesta en LC. 13, 1-9 a nuestra vida.
Responde las siguientes preguntas, ayudándote del Evangelio que hemos
meditado, y de la meditación que aparece en el apartado 3 de este trabajo.
3-1.
¿Quiénes le comunicaron a Jesús cómo Pilato mezcló la sangre de un grupo de
galileos con la sangre de los animales que le sacrificaron a Yahveh?
¿Por qué le fue comunicada a Jesús la tragedia que afectó a los citados galileos?
¿Somos conscientes de que el Evangelio debe serle anunciado a ricos y pobres, y
a sanos y a enfermos?
¿Qué hacemos para que la Palabra de Dios llegue a todos los sectores sociales?
¿Les es suficiente a los predicadores para tener credibilidad con predicar el
Evangelio, o deben acompañar su predicación con el buen ejemplo de las obras que
realizan?
3-2.
¿Por qué dejan de ser noticia las grandes tragedias cuando forman parte del día a
día de las sociedades?
3-3.
¿Por qué asociaban los judíos -y aún lo hacen muchos cristianos- la pobreza, las
enfermedades y los accidentes inesperados con la comisión de pecados?
Cita ejemplos de tragedias provocadas por pecar, y de tragedias que no están
relacionadas con el mal.
3-4.
Explica en qué sentido es útil la culpabilidad, y en qué sentido puede la misma
paralizarnos la vida, impidiéndonos crecer espiritualmente.
¿Por qué es necesario que no juzguemos a los demás y que en lugar de ello nos
juzguemos a nosotros?
¿Qué esperamos para enmendar nuestros errores, y para demostrarles a
nuestros familiares y amigos, lo importantes que son para nosotros?
3-5.
¿Qué simboliza la higuera mencionada por Jesús en su parábola?
¿Qué simboliza un árbol con muchos frutos?
¿Qué tipo de árboles somos?
3-6.
¿Qué representa la viña en los dos Testamentos en que se divide la biblia?
3-7.
¿Qué frutos encontraría el Señor en nuestra vida si en este instante nos llamara a
su presencia?
¿Podemos dar mejores frutos que los que hemos producido los años que hemos
vivido?
Explica el texto de JN. 15, 1-2.
¿De qué depende nuestro crecimiento espiritual?
¿En qué consiste la gloria de Dios según JN. 15, 8?
3-8.
¿Por qué deben ser cortados de la vid los sarmientos improductivos, y podados
los sarmientos productivos con tal de que produzcan más y mejores frutos?
¿Por qué seremos juzgados por Jesús al final de los tiempos?
¿Qué significan para ti los tres años en que el propietario de la higuera no
encontró fruto alguno en el citado árbol?
3-9.
¿Por qué ha de desperdiciarse la tierra ocupándola sembrando árboles
improductivos que se alimenten de sus nutrientes sin producir ningún beneficio?
¿Cómo podemos decir que somos cristianos, si se da el caso de que hemos
convertido la religión en una serie de preceptos que no nos incomodan mucho y nos
ayudan a aparentar una fe que no tenemos, entre los que no figuran la ayuda a los
pobres, enfermos y desamparados, a no ser que ello nos haga quedar bien ante la
sociedad?
3-10.
¿Qué significa el plazo de un año que el viñador le pidió al propietario de la viña
para intentar conseguir que la higuera fuera productiva?
¿Qué haremos con nuestra vida y nuestra fe, a partir del momento en que
terminemos de leer y rezar este trabajo?
5. Lectura relacionada.
Lee los Salmos 127 y 128.
6. Contemplación.
Contemplemos a los pobres, a los enfermos, y a los desamparados. Es fácil y
cómodo pensar que los tales sufren porque deben pagar sus pecados, dado que ello
puede instarnos a no socorrerlos, pensando que merecen el padecimiento que los
caracteriza, pero, ¿es eso lo que el Señor quiere que hagamos con ellos?
Dado que los fariseos no estaban de acuerdo con el hecho de enfrentarse a los
romanos por medio del uso de armas de guerra, pudieron pensar que los galileos
asesinados por Pilato eran culpables de su rebeldía. Además, si la torre de Siloé se
desplomó sobre dieciocho obreros porque Pilato mandó modificar los cimientos de
la misma para construir un acueducto, los zelotes, al ser enemigos jurados de los
romanos, pudieron pensar que dichos obreros eran culpables de su muerte, por
haberse puesto a disposición de la autoridad imperial. ¿Cuándo nos dispondremos a
solventar problemas propios y ajenos en la medida que ello nos sea posible, y
dejaremos de buscar culpas y culpables, para justificar el hecho de no ayudar a los
que sufren?
Es fácil juzgar a los demás, y difícil juzgarnos a nosotros, si no nos gusta
reconocer, los defectos que nos caracterizan, ni los pecados que cometemos. A
pesar de ello, dado que no podemos cambiar la conducta de los demás, y debemos
modificar la nuestra, nos conviene juzgarnos a nosotros mismos, con tal de llegar a
ser mejores hijos de dios.
Contemplémonos haciendo muchas cosas que no son trascendentes, mientras
dejamos pasar el tiempo, sin amoldarnos al cumplimiento, de la voluntad de Dios.
Deseemos vivir una vida plena de entrega a Dios en el servicio a sus hijos los
hombres. Sin formación, acción y oración, nuestra fe se debilita, y podemos
perderla, sin percatarnos de ello, hasta que no creamos en Dios.
Contemplemos a Jesús padeciendo en la cruz para demostrarnos que Dios nos
ama y que podemos superarnos a nosotros mismos más de lo que pensamos que
ello nos es posible.
Contemplemos a Jesús en la presencia de Nuestro Padre celestial intercediendo
por los hijos de Yahveh, pues ello significa que aún tenemos tiempo para
esforzarnos, para ser buenos hijos de Dios.
7. Hagamos un compromiso que nos impulse a vivir las enseñanzas que hemos
extraído de la Palabra de Dios, expuesta en LC. 13, 1-9.
Comprometámonos a consolar a alguien que sabemos que sufre por su pobreza,
enfermedad, o desamparo.
Escribamos nuestro compromiso para recordarlo constantemente, y, según lo
cumplamos, aumentará nuestro amor a Dios, y a sus hijos los hombres.
8. Oración personal.
Después de hacer unos minutos de silencio, expresamos verbalmente lo que
pensamos, con respecto al texto bíblico que hemos considerado, y a la reflexión del
mismo que hemos hecho.
Ejemplo de oración personal:
Señor Jesús: Me es muy fácil pensar lo que haría si viviera una situación difícil de
alguien a quien juzgo, sin mirar tal circunstancia, tal como lo haría aquel de quien
pienso mal temerariamente, sin pensar en lo que piensa de la citada situación, ni
en cómo se encuentra dispuesto a sufrirla. Ayúdame a ser comprensivo con quienes
sufren, evitando el hecho de juzgarlos.
9. Oración final.
Lee el Salmo 1, y examina tu conciencia, a partir de dicho texto bíblico.
Nota: He utilizado en esta meditación el leccionario de la Misa y la Biblia de
Jerusalén.
José Portillo Pérez
joseportilloperez@gmail.com