“Su padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo
abrazó y lo besó”.
Lucas 15, 1-3. 11-32
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
QUIEN ESTÁ UNIDO A CRISTO SE CONVIERTE EN SALVACIÓN PARA LOS
DEMÁS Y PARTICIPA EN LA FIESTA
Dirijamos nuestro corazón y nuestros deseos a Jesucristo, muerto y resucitado por
nosotros. Todas las lecturas hablan de retorno. Se trata de una palabra importante
para un cristiano, estrechamente unida a otra: conversión. Todo retorno, para ser
auténtico, exige una purificación, un cambio, la renovación del corazón.
En la parábola del hijo pródigo se describe el viaje de cada uno de nosotros desde
la lejanía, cansados por el pecado, a la semejanza creada por el amor. Este regreso
se realiza recorriendo el camino que el mismo Padre ha abierto a los hombres,
Jesús, el mediador, el sacerdote eterno. Jesús se revela como "el hombre para los
demás": es camino para todos y todos pueden caminar por él. Por este camino que
es el mismo Cristo va el hijo pródigo después de decidir "levantarse". El pecado, de
hecho, envilece, humilla, quita dignidad. En este hijo está representado el género
humano; en él estamos todos.
Quizás no nos alejamos físicamente, sino sólo en nuestro interior: en esto nos
parecemos más al hijo mayor. Quizás hemos ido tan lejos que ya ni siquiera
sabemos dónde estamos: hemos perdido el sentido de la orientación cuando en
nuestro entorno nada nos recuerda algo familiar, cuando nos pesa la soledad;
entonces se siente el más sincero deseo, que brota desde lo más hondo del
corazón; es la voz del Padre, que nunca nos ha abandonado. Es la hora de decidir.
Uniéndonos a Cristo, también nosotros, pecadores perdonados, deberemos ser unos
con otros el cordero que se inmola.
Y, al mismo tiempo, deberemos evitar protestar como el hijo mayor, pues no es
ésta la actitud propia de un cristiano. Si sentimos que la protesta brota en nuestro
interior, invoquemos inmediatamente la ayuda del Señor, porque, de lo contrario,
nos alejaremos de la casa de la comunión. Quien está unido a Cristo se convierte
en salvación para los demás y participa en la fiesta no como espectador, sino
ofreciéndola personalmente, con alegría.
ORACION
Jesús, has venido a acompañarnos para emprender con nosotros, como hijo
pródigo, lejos de la casa del Padre, lejos de la gloria del cielo, el regreso. Tu
corazón siempre ha estado rebosante de nostalgia y amor: tus palabras hacen que
ardan de deseo nuestros corazones, porque en ti encontramos a un hermano; en ti
descubrimos lo que significa hacerse solidario con los pobres, con los miserables,
con los privados de todo, incluso de la esperanza. Jamás nosotros nos atreveríamos
a presentarnos al Padre. Te has vestido con nuestros jirones y has llamado el
primero a la puerta. Contigo, detrás de ti, hemos entrado nosotros, y nos ha
sorprendido el amor.