EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Miércoles de la cuarta semana de Cuaresma
Libro de Isaías 49,8-15.
Así habla el Señor: En el tiempo favorable, yo te respondí, en el día de la salvación,
te socorrí. Yo te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, para restaurar el
país, para repartir las herencias devastadas,
para decir a los cautivos: "¡Salgan!", y a los que están en las tinieblas:
"¡Manifiéstense!". Ellos se apacentarán a lo largo de los caminos, tendrán sus
pastizales hasta en las cumbres desiertas.
No tendrán hambre, ni sufrirán sed, el viento ardiente y el sol no los dañarán,
porque el que se compadece de ellos los guiará y los llevará hasta las vertientes de
agua.
De todas mis montañas yo haré un camino y mis senderos serán nivelados.
Sí, ahí vienen de lejos, unos del norte y del oeste, y otros, del país de Siním.
¡Griten de alegría, cielos, regocíjate, tierra! ¡Montañas, prorrumpan en gritos de
alegría, porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de sus pobres!
Sión decía: "El Señor me abandonó, mi Señor se ha olvidado de mí".
¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas?
¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!
Salmo 145(144),8-9.13-14.17-18.
El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
el Señor es bueno con todos
y tiene compasión de todas sus criaturas.
tu reino es un reino eterno,
y tu dominio permanece para siempre.
El Señor es fiel en todas sus palabras
y bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que caen
y endereza a los que están encorvados.
El Señor es justo en todos sus caminos
y bondadoso en todas sus acciones;
está cerca de aquellos que lo invocan,
de aquellos que lo invocan de verdad.
Evangelio según San Juan 5,17-30.
El les respondió: "Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo".
Pero para los judíos esta era una razón más para matarlo, porque no sólo violaba el
sábado, sino que se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre.
Entonces Jesús tomó la palabra diciendo: "Les aseguro que el Hijo no puede hacer
nada por sí mismo sino solamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, lo
hace igualmente el Hijo.
Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace. Y le mostrará obras más
grandes aún, para que ustedes queden maravillados.
Así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, del mismo modo el Hijo da
vida al que él quiere.
Porque el Padre no juzga a nadie: él ha puesto todo juicio en manos de su Hijo,
para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no
honra al Padre que lo envió.
Les aseguro que el que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado,
tiene Vida eterna y no está sometido al juicio, sino que ya ha pasado de la muerte a
la Vida.
Les aseguro que la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los muertos oirán la voz
del Hijo de Dios; y los que la oigan, vivirán.
Así como el Padre dispone de la Vida, del mismo modo ha concedido a su Hijo
disponer de ella,
y le dio autoridad para juzgar porque él es el Hijo del hombre.
No se asombren: se acerca la hora en que todos los que están en las tumbas oirán
su voz
y saldrán de ellas: los que hayan hecho el bien, resucitarán para la Vida; los que
hayan hecho el mal, resucitarán para el juicio.
Nada puedo hacer por mí mismo. Yo juzgo de acuerdo con lo que oigo, y mi juicio
es justo, porque lo que yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de aquel que me
envió.
Comentario del Evangelio por:
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la
Iglesia
Sermón 98
“Llega la hora en que los muertos escucharán la voz del Hijo de Dios.”
“¡Despierta, tú que duermes; levántate de entre los muertos, y Cristo será tu
luz!” (Ef 5,14). Comprende de qué muertos se trata cuando oyes decir: “¡Levántate
de entre los muertos!” Incluso de muertos visibles se dice, a menudo, que
duermen; y, verdaderamente, todos duermen por aquél que los puede despertar.
Para ti, un muerto está bien muerto: por mucho que lo golpees, lo sacudas, no se
despierta. Pero para Cristo s￳lo estaba dormido aquel a quien orden￳: “¡Levántate!”
y, al instante, se levantó (Lc 7,14). Es fácil despertar a uno que duerme en su
cama; pero con mayor facilidad aun, Cristo despierta a un muerto enterrado...
“Se￱or, ya huele mal porque lleva cuatro días” (Jn 11,39). Pero llega el Se￱or a
quien todo le resulta fácil. Frente a la voz del Salvador no hay ataduras que no
cedan; los poderes infernales tiemblan y Lázaro sale vivo... Por la voluntad
vivificante de Cristo, incluso los que ya hace tiempo que murieron, no están más
que dormidos.
Pero Lázaro, una vez salido del sepulcro, era todavía incapaz de caminar. Por
eso el Se￱or orden￳ a sus discípulos: “Desatadle y dejadlo marchar”. Cristo lo había
resucitado; ellos lo liberaron de sus ataduras. Fijaos en lo que hace el Señor para
que alguien vuelva a la vida: habiendo sido esclavo de la costumbre, escucha las
exhortaciones de la Palabra divina... Los pecadores, vivamente amonestados,
entran dentro de sí mismos, comienzan a repasar su vida y al sentir el peso de las
cadenas de sus malas costumbres, deciden cambiar su forma de vida: ¡vedlos ya
resucitados! Pero, aunque están ya vivos, todavía no pueden caminar; es preciso
que se liberen de sus ataduras; este es el trabajo de los ap￳stoles: “Lo que desatéis
en la tierra quedará desatado en el cielo” (Mt 18,18).
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”