Comentario al evangelio del Lunes 11 de Marzo del 2013
Creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Porque, en definitiva, es cuestión de confianza y de
caminar. La fe tiene que ver con esa confianza que muchas veces nos lleva a poner en manos de Dios
aquello que, después de haberlo puesto en las nuestras y no encontrar remedio, nadie sino Él puede
poner en su sitio.
Así le sucede al funcionario real. No encuentra solución a su hijo y, aunque parezca una osadía pedir el
favor, pedir un signo o prodigio a aquél hombre que caminaba con tan gran aura por los caminos de
Judea a Galilea, lo hace con la confianza de que la única solución posible ha de venir “de arriba”, de
Él.
Somos muchos los “funcionarios reales” que ponemos nuestra vida muchas veces en manos de Dios;
nuestros problemas, nuestras alegrías y nuestras penas, con confianza. Es propio de nuestro ser
creyente. Es nuestra esperanza y nuestra fe. Porque el Señor llega donde nosotros, pobres y humildes
siervos, no llegamos. Ahí, cuando vemos nuestras fuerzas vencidas, surge el verdadero creyente que
reconoce que solo Dios puede. Dios, a quien otros desprecian, es para nosotros un pilar fundamental en
nuestra vida. A él confiados nos sentimos más tranquilos, más protegidos y llenos de una paz que nada
ni nadie nos pueden dar.
Mañana comienza el cónclave para elegir un nuevo Papa. No nos queda sino rezar, confiar en que el
Señor, por su Espíritu, obrará nuevamente el milagro y el prodigio. Más pronto que tarde tendremos un
nuevo Papa. Un hombre lleno de Dios que, por el hecho de serlo, no puede sino ser un hombre lleno
también de humanidad. Al Espíritu nos confiamos, sabiendo que Él nunca abandona a su Iglesia y
siempre estará con nosotros, como nos prometió Jesús, hasta el fin de los tiempos.
En los momentos de luz y también en los momentos de oscuridad o tempestad, los creyentes confiamos
en que el Señor está con nosotros en la barca. Hace pocos días nos lo recordaba el Papa emérito
Benedicto XVI. Confiemos y caminemos. Creamos en su Palabra, caminemos y oremos con fe por este
importante momento de la historia de la Iglesia y de la humanidad que tenemos la suerte de poder
vivir.
Con afecto,
Fernando Prado, cmf.
Fernando Prado, cmf