La victoria y la derrota de Semana Santa
Domingo de Ramos 2013 C
Después del acontecimiento maravilloso en un nuevo Papa, y de saber que es de
nuestro continente, ahora nos disponemos a vivir una semana santa muy especial
en la vida de la Iglesia, y para ello nos valdremos de la oración que el ritual
aconseja para bendecir los ramos, que va dando la pauta a nuestra celebración de
este día:
Aumenta, Señor la fe de los que tenemos puesta en ti nuestra esperanza…
donde muchos han abandonado su fe, donde se vive como si Cristo no existiera,
donde se vive un cristianismo de apenas media hora semanal, donde las
costumbres y los vicios se han vuelto ley y donde impera precisamente la ley del
más fuerte, del sálvese el que pueda, de que cada quién se rasque con sus propias
uñas, nosotros estamos pidiendo un aumento de fe, de esa virtud que nos hace
encontrarnos con Dios pero como el Padre que envía a su Hijo para que en medio
de las adversidades de la vida, nosotros pudiéramos vivir en la esperanza de un
mundo nuevo, un mundo de paz, de alegría y de justa convivencia entre los
pueblos. Él, Cristo es nuestra esperanza y nuestra paz y nuestro amor.
y concede a quienes agitamos estas palmas en honor de Cristo victorioso…
para el pueblo cristiano este día es un día de júbilo en que puede aclamar a ese
Cristo que entra a Jerusalén en medio de la aclamación de los sencillos y sentirse
que Cristo comprende, da la mano y fortalece a tantos corazones afligidos que se
ven reflejados en el rostro de Cristo sufriente, clavado en una cruz y con los brazos
abiertos para que nadie dude en acercarse. Esos ramos la gente los acaricia porque
ahí en esas palmas invocan la ayuda y el consuelo, cuando el marido se ha ido con
otra más joven, o ha caído en el alcoholismo, cuando se tiene el desconsuelo de un
hijo que ha nacido discapacitado, o el otro que murió violentamente en un choque
en la carretera, o la hija que se entregó al placer y definitivamente cayó en la
prostitución, o la madre que desistió de la educación de los hijos porque el trabajo
y las amigas absorbieron todo su tiempo, hasta hacerse también desconocida en su
propia casa. Esos ramos son las espinas y los clavos que la gente siente en carne
propia y que encuentran consuelo en ese Cristo sereno aunque dolorido, acogedor
aunque crispado por el dolor, abierto y desgarrado en su corazón pero en el que
todos tiene cabida. Ese es el Cristo con el que el pueblo sencillo se encuentra
identificado. Quizá lo de Cristo resucitado no les diga gran cosa, lo que importa es
el Cristo de la cruz, pero tenemos que dar ese paso e identificar al Cristo sangrante
con ese Cristo que es el Hijo de Dios y que tiene poder para salvar y llevarnos de la
mano a esa vida nueva que él ha venido a anunciarnos.
…que podamos permanecer unidos a él para dar frutos de buenas obras.
No se trata entonces de una emoción momentánea, de participar en una procesión
agitando las palmas que luego se quedan detrás de la puerta, como testigos
muchos de algo que ya pasó, se tratará de decidirse por una vida nueva donde
desaparezca la maldad, el egoísmo, el sálvese el que pueda, acogiéndose a un
seguimiento en la acción, en el compromiso, en la solidaridad y en amor a cada uno
de los que formamos este mundo que camina a veces dando tumbos y con una
dirección y un futuro inciertos. En los tres gritos de esta semana, desde el
“Hosanna”, del domingo de ramos, ciertamente tendremos que pasar por aquél
grito desgarrador: “crucifícale”, del dolor, el sufrimiento, el desgarramiento en la
cruz y la muerte, hasta aquél otro grito que es un canto de victoria, de alegría y un
intenso abrazo de amor: “Aleluya”, el cristo muerto ha vuelto a la vida, nos da la
esperanza de ir nosotros a su encuentro para vivir por siempre la vida nueva. Vale
la pena entonces el dolor, el sufrimiento e incluso la muerte, cuando estamos
seguros que con Cristo iremos al camino sin retorno de nuestra propia resurrección.
Que éste llegue a ser nuestro canto de victoria: "¡ALELUYA!”
El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en
alberami@prodigy.net.mx