V Semana de Cuaresma
Miercoles
Jesús y la auténtica liberación; la libertad interior del amor
“En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos que habían creído en Él:
«Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres». Ellos
le respondieron: «Nosotros somos descendencia de Abraham y
nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis
libres?». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: todo
el que comete pecado es un esclavo. Y el esclavo no se queda en
casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre. Así
pues, si el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres. Ya sé que
sois descendencia de Abraham; pero tratáis de matarme, porque mi
Palabra no prende en vosotros. Yo hablo lo que he visto donde mi
Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído donde vuestro padre».
Ellos le respondieron: «Nuestro padre es Abraham». Jesús les
dice: «Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham. Pero
tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios.
Eso no lo hizo Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro
padre». Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la
prostitución; no tenemos más padre que a Dios». Jesús les
respondió: «Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque
yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que
Él me ha enviado»” (Juan 8,31-42).
1. Jesús dijo a los judíos que habían creído en Él: « Si os mantenéis
en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis
la verdad y la verdad os hará libres ». Ellos le respondieron: « Nosotros
somos descendencia de Abraham y nunca hemos sido esclavos de
nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres ?». Jesús les respondió: « En
verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un
esclavo. Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el
hijo se queda para siempre. Así pues, si el Hijo os da la libertad,
seréis realmente libres. Ya sé que sois descendencia de Abraham;
pero tratáis de matarme, porque mi Palabra no prende en vosotros.
Yo hablo lo que he visto donde mi Padre; y vosotros hacéis lo que
habéis oído donde vuestro padre ». La palabra de Jesús es como la señal
de tráfico para la vida del creyente. La señal única y definitiva. La que nos
lleva al cielo: " Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres ". Esta
maravillosa sentencia de Jesús de la verdad que hace libres, forma ya parte
del mejor patrimonio de la humanidad.
¡Estar en casa! Estar siempre en la casa del Padre, siempre con Dios,
como recordábamos ayer, ese Dios que “soy el que soy con vosotros”, Dios
aquí presente, en mi vida y nuestra historia: “ Si el Hijo os libera, seréis
verdaderamente libres ”. Sucedía alguna vez que "un hijo de la casa",
tramaba amistad con uno de sus esclavos, y sentía el deseo de "liberarle"...
para que no continuara en situación de dependencia humillante. Es lo que
ha hecho Jesús con nosotros. Nos ha introducido en "su casa", en "su
familia". Como en la historia de “Príncipe y mendigo”, por amistad se
cambian y el mendigo vive en la casa del Rey. Él nos ha liberado, redimido.
En aquel momento, los criados podían ser despedidos en cualquier
momento, mientras que los miembros de la familia estaban firmemente
vinculados a la casa. El Hijo nos saca de servidumbres, y trae la verdadera
libertad y la regala; pero esto no significa que podemos abusar, pues
sentirse libres requiere vivir la vida de Jesús, darse: " A vosotros,
hermanos, os han llamado a la libertad, pero que esa libertad no dé
pie a los bajos instintos. Al contrario, que el amor os tenga al
servicio de los demás " (Gal 5,13-14). La libertad característica del
cristiano es la libertad de amar. " Soy libre, cierto, nadie es mi amo; sin
embargo, me ha puesto al servicio de todos " (1Co 9,19). Dice san
Agustín: "La libertad es un placer. Mientras que tú haces el bien por miedo,
no gozas de Dios. Mientras que estés obrando como un esclavo no puedes
disfrutar. Que Dios te fascine y entonces serás libre", y aquí acabamos este
itinerario de libertad, que se activa en el amor.
Yo hablo lo que he visto en el Padre ”. Jesús es perfectamente
libre, porque es perfectamente Hijo. Ama, y es libre porque ama: no está
apegado a sí mismo. Nada le detiene. Ningún egoísmo. Ningún obstáculo al
amor.
Yo no he venido de mí mismo ”. El amor hace salir de uno, ¡libera!
Amar al solo Dios verdadero. Someterse al solo Dios verdadero. Es el único
medio de no estar sometido a nadie, sino a Dios, y de liberarse de cualquier
ídolo. Líbrame, Señor, de mis ídolos, de todo lo que no tiene valor
verdadero alguno, de todo lo que obstaculiza mi libertad (Noel Quesson). El
padrenuestro es la oración de los hijos, de los libres: « El sacramento que
acabamos de recibir sea medicina para nuestra debilidad »
(comunión).
2. Los judíos fueron obligados a venerar otros dioses, pero hubo
quienes no quisieron acatar el mandamiento del rey, y algunos fueron
torturados. Nabucodonosor al ver que Sadrac, Mesac y Abed-Negó no
adoraban a sus dioses y la estatua de oro los echó dentro de un horno de
fuego ardiente, porque ellos respondieron: “ Nuestro Dios, a quien
servimos, puede salvarnos del horno de fuego ardiente y nos librará
de tus manos. Y aunque no lo haga, ten por sabido, rey, que
nosotros no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro
que tú has erigido ". Nabucodonosor se llenó de furor y la expresión de su
rostro se alteró frente a Sadrac, Mesac y Abed-Negó. El rey tomó la palabra
y ordenó activar el horno siete veces más de lo habitual. Ataron a los tres,
para arrojarlos en el horno de fuego ardiente. Entonces el rey
Nabucodonosor, estupefacto, se levantó a toda prisa y preguntó a sus
consejeros: « ¿No hemos echado nosotros al fuego a estos tres
hombres atados? » Respondieron ellos: « Indudablemente, oh rey .» Dijo
el rey: « Pero yo estoy viendo cuatro hombres que se pasean
libremente por el fuego sin sufrir daño alguno, y el cuarto tiene el
aspecto de un hijo de los dioses » Y vio el rey que un ángel los salvó, y
exclamó: “ Bendito sea el Dios de Sadrak, Mesak y Abed-Negó, que ha
enviado a su ángel a librar a sus siervos que, confiando en Él,
quebrantaron la orden del rey y entregaron su cuerpo antes que
servir y adorar a ningún otro fuera de su Dios ”.
Es un canto de libertad en medio de la esclavitud (el Evangelio de hoy
profundiza más en lo que es la libertad verdadera). Es precioso el ejemplo
de fortaleza que nos dan esos tres jóvenes del horno de Babilonia, que en
un ambiente hostil, pagano, saben pensar por libre, por encima de las
órdenes y amenazas de la corte real en la que sirven. Las personas
coherentes son admiradas y por eso su cántico es propuesto como modelo
de hombres libres, mártires (J. Aldazábal). En “El se￱or de los anillos” se ve
cómo la Comunidad lucha contra los malvados para cumplir una misión y es
un ejemplo de cómo unos débiles hobbits unidos a otros más poderosos,
formando una comunidad, pueden afrontar esos poderes del mal y liberar a
tantos ignorantes. Han hallado un Sentido, una razón de vivir que es más
importante que su propia vida, un ideal. La muerte misma no les
condiciona, no les da miedo, no empaña su libertad, ni es capaz de
doblegarles. La historia está hecha por la gente sencilla, y algunos son
escogidos para grandes cosas (como muestran los niños de las apariciones
de Lourdes y Fátima), es el mundo de los sencillos, que creen, que son
fieles a esa misión divina (también Juan Diego, ante la Virgen de
Guadalupe). Y ante los ataques y calumnias, «atados»... cantan como los 3
jóvenes: « Bendito eres, Señor Dios de nuestros padres, a Ti el honor
y la gloria para siempre ». No se encadena al espíritu. Podemos
preguntarnos en nuestro examen: ¿Tengo yo ese sentimiento de que es
Dios quien me libera? Jesús en la cruz, sujetado también, clavado en la
madera... era total e íntimamente libre. Señor, concédenos seguirte
libremente, incluso si es preciso ir contra la corriente.
Las ocasiones de heroísmo son excepcionales. El martirio en su forma
violenta se presenta raras veces, pero el martirio del día a día es más
importante: permanecer fiel en cumplir los compromisos aceptados...
levantarse por la ma￱ana, estudiar cuando toca… no comerse las u￱as, no
pelearse, hacer las paces enseguida, bajar la basura, obedecer a la primera,
dar un beso a mamá cuando la hemos hecho enfadar, combatir contra un
defecto que nos hace sufrir... reemprender la resolución mil veces hecha.
Señor, no confío en mí... creo y confío en Ti... (Noel Quesson). Con la ayuda
de la gracia, como decimos en la Entrada: « Dios me libró de mis
enemigos, me levantó sobre los que resistían y me salvó del hombre
cruel ». Y es lo que pedimos, acabando este tiempo de preparación, en la
Colecta: « Ilumina, Señor, el corazón de tus fieles, purificado por las
penitencias de Cuaresma; y Tú que nos infundes el piadoso deseo de
servirte, escucha paternalmente nuestras súplicas ». Pedimos obrar
como justos, que obran libremente, por amor a Dios. Dice San Jerónimo:
«Él, que promete estar con sus discípulos hasta la consumación de los
siglos, manifiesta que ellos habrán de vencer siempre, y que Él nunca se
habrá de separar de los que creen».
Estos tres son mártires en vistas de Jesús. Orígenes dirá: «El Señor
nos libra del mal no cuando el enemigo deja de presentarnos batalla
valiéndose de sus mil artes, sino cuando vencemos arrostrando
valientemente las circunstancias». Todo es figura de Cristo en su Pasión. El
fuego no toca a sus siervos. El condenado, el vencido, se levanta glorioso al
tercer día de entre los muertos.
3. La Iglesia desde sus primeras persecuciones vio en los tres jóvenes
arrojados al horno de Babilonia su propia imagen: los jóvenes perseguidos,
castigados, condenados a muerte, perseveran en la alabanza divina y son
protegidos por una brisa suave que los inmuniza del fuego mortal. También
la Iglesia, en medio de sus persecuciones continúa alabando al Señor con el
Cántico de Daniel: « A Ti gloria y alabanza por los siglos. Bendito eres,
Señor, Dios de nuestros padres... Bendito tu nombre santo y
glorioso. Bendito eres en el templo de tu santa gloria. Bendito sobre
el trono de tu reino. Bendito eres Tú, que sentado sobre querubines,
sondeas los abismos. Bendito eres en la bóveda del cielo. A Ti gloria
y alabanza por los siglos ».
Las dificultades abren paso a la fe, la virtud mejora en la dificultad, a
veces necesitamos que se arruinen nuestros planes para que admiremos la
sabiduría, bondad y poder de Sus planes. A veces, ser vencidos es la única
forma de salir ganando. La fidelidad, dirá Jesús, es lo que define al
creyente: " Si permanecéis fieles a mi palabra ..." San Alfonso María de
Ligorio dice de los mandamientos: "¿pesan al cristiano los divinos
mandamientos? Sí, como al ave sus alas". Las alas pesan, pero las alas son
vuelo, vida. Unirse a la palabra de Dios, Jesús, “es vuelo, es vida, y es
libertad” (Fray Nelson).
" Bendito eres en la bóveda del cielo: a Ti honor y alabanza por
los siglos ": se siente el alma agradecida “no s￳lo por el don de la creaci￳n,
sino también por el hecho de ser destinatario del cuidado paterno de Dios,
que en Cristo le ha elevado a la dignidad de hijo.
Francisco de Asís contemplaba la creación y elevaba su alabanza a
Dios, manantial último de toda belleza, en su Cántico al hermano sol .
Engarzada esta luminosa oración en forma de letanía, el cántico de las
criaturas es de acción de gracias, por todas las maravillas del universo.
Llucià Pou Sabaté