EN CAMINO
Bautismo del Señor, ciclo “C”.
Por, Neptalí Díaz Villán CSsR.
Porque Dios estaba con Él – Bautismo del Señor
- Primera lectura: Is 42,1-4.6-7: Éste es mi siervo, a quien sostengo.
- Salmo Responsorial: 29 (28): Hijos de Dios, aclamen al Señor.
- Segunda lectura: Hch 10,34-38: Pasó haciendo el bien.
- Evangelio: Lc 3,15-16.21-22: Tú eres mi Hijo muy amando.
Tal vez, nos acordemos de algunos consejos de nuestros padres: No te juntes con
malas compañías, mira: “El que con lobos anda a aullar aprende” . Ojo con ese grupito de
amigos: “Dime con quién andas y te diré quién eres”. ¡Pilas con ese grupo de peladitos vagos!,
recuerda: “El que se acuesta con niños amanece cagado”.
Estas recomendaciones de nuestros padres, y la sabiduría popular de nuestros
pueblos podríamos aplicarlas hoy a Jesús. Afirma Pedro en la segunda lectura: “Así pasó
él, haciendo el bien y curando a todos los que estaban bajo el dominio del diablo, porque Dios estaba
con él.” Jesús tuvo como principal compañía al Padre Dios. Él anduvo con Dios, y Dios
con Él. Tan profunda fue esa amistad que lo llamó Abba: Padre (Gal 4,6). Dijo,
además, que el Padre estaba en Él y Él en el Padre (Jn 10,38.17,24), y que el Padre y Él
eran uno sólo (Jn 17,11). En el relato del bautismo que leemos hoy el Padre Dios
reconoce a Jesús como su hijo: “Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo mi complacencia.”
Nadie puede dar lo que no tiene. El amor, el perdón, la misericordia, la entrega
generosa y toda la buena obra de Jesús las realizó porque estaba lleno del amor de Dios.
Bautizar significa sumergir, y Jesús se sumergió en las aguas profundas del Amor de
Dios Padre y vivió empapado de Él. El Espíritu de Santo lo cubrió y lo acompañó
durante toda su existencia. Por eso vivió de manera limpia delante de Dios y de la
humanidad. Su vida, su manera de tratar a las personas, sus palabras y sus obras son la
mejor muestra de que realmente Dios estaba con Él.
La religión oficial liderada por sacerdotes, escribas, maestros, fariseos, etc. ponía
su énfasis en el cumplimiento estricto de la Ley, los preceptos y en los ritos externos.
De esta manera creaba una división entre cumplidores y no cumplidores, puros e
impuros, sabios e ignorantes. Más que un medio para encaminarse hacia Dios y salvar al
ser humano, la religión se había convertido en un mecanismo para satisfacer el afán de
protagonismo de sus líderes, el deseo por influir a su favor en la sociedad y defender
sus privilegios.
La relación de Jesús con Dios no lo llevó a creerse santo o inmaculado, ni lo alejó
de los demás seres humanos. Nunca se creyó el mejor de todos, ni juzgó a los demás
por pecadores o impuros. La autenticidad de su relación con Dios la descubrimos al ver
que, en lugar de querer ser como Dios, aceptó su humanidad emergente desde hacía
miles de años, como todos los humanos. En su actitud respetuosa y sin escrúpulos para
entrar en comunicación de amor con pobres, enfermos, pecadores, prostitutas e
ignorantes, así como con los sabios y entendidos.
La profecía de Isaías: “Siervo de Yahvé” (primera lectura), la podemos aplicar a
Jesús. “No gritará” : es decir, no impondrá su proyecto por otra fuerza distinta a la del
amor. “La caña cascada no la quebrará, el pabilo vacilante no lo apagará”. Él no vino a humillar
al caído ni a anular la pequeñez humana, sino a potenciar sus posibilidades y a darle la
mano al débil. Vino a rescatar a la humanidad de la indignidad y de todo tipo de
esclavitud; a dar luz a los ciegos, libertad a los cautivos, y a promover el derecho y la
justicia.
A la luz de esta fiesta vale la pena que hoy revisemos nuestra vida de bautizados.
¿Estamos continuamente sumergimos en el amor de Dios (bautizar significa sumergir) y
nos dejamos acompañar por Él? ¿Nos sentimos, como Jesús, los hijos amados de Dios
Padre, y lo complacemos con nuestra manera de vivir? Pasar por la vida haciendo el
bien, como lo hizo Jesús, es la señal más fehaciente de que somos su hijos amados.
Oración
Padre Dios, te damos gracias por toda la obra salvadora realizada por Jesús; su
vida y su palabra son la manifestación más fehaciente de que Tú estabas con Él. Por eso
también nosotros hoy lo reconocemos como tu Hijo muy amado, nuestro aliado en la
defensa de la vida y de los derechos humanos, nuestro hermano Mayor, nuestro guía y
nuestra meta como personas.
Señor Jesús, te damos gracias por tu opción radical a favor de aquellos cuya vida
se ve continuamente amenazada. Te damos gracias por tu vinculación a la obra
salvadora de Dios Padre a favor de los marginados, a quienes normalmente se les
niegan los derechos más fundamentales. Gracias porque tu bautismo, clara
manifestación de tu compromiso con la continuidad del proyecto salvador del Padre es,
a su vez una invitación a vincularnos a esa misma obra y a dedicar a ella todas nuestras
fuerzas, tal como Tú lo hiciste, hasta dar tu vida.
Señor Jesús, maestro, hermano, amigo de todos ayúdanos a hacer tu misma
opción radical. Danos la fuerza para renunciar a nuestros intereses egoístas, para tomar
la cruz cada día y seguirte con firmeza de espíritu hasta las últimas consecuencias.
Ayúdanos a ser como Tú, hijos muy queridos por el Padre, comprometidos con su
Causa y realizadores de su proyecto, de manera que lo complazcamos con nuestras
palabras y nuestras obras. Que nosotros también pasemos por nuestra vida haciendo el
bien, que sembremos vida, esperanza y amor a nuestro paso. Que dejemos a lado y lado
de nuestro camino un jardín lleno de flores y de frutos. Que al final de nuestra vida el
Padre Dios, muy complacido, recoja nuestra vida y la lleve a participar de su morada
eterna. Amén.