Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Cuaresma,
Semana No. 5, Viernes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: El Señor está conmigo, como fuerte soldado * En el
peligro invoqué al Señor, y me escuchó. * Intentaron detenerlo, pero se les
escabulló de las manos
Textos para este día:
Jeremías 20,10-13:
Oía el cuchicheo de la gente: "Pavor en torno; delatadlo, vamos a delatarlo." Mis
amigos acechaban mi traspié: "A ver si se deja seducir, y lo abatiremos, lo
cogeremos y nos vengaremos de él."
Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no
podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso con sonrojo eterno que no se
olvidará. Señor de los ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo íntimo del
corazón, que yo vea la venganza que tomas de ellos, porque a ti encomendé mi
causa. Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró la vida del pobre de manos de
los impíos.
Salmo 17:
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; / Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
R.
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, / mi fuerza salvadora, mi baluarte. /
Invoco al Señor de mi alabanza / y quedo libre de mis enemigos. R.
Me cercaban olas mortales, / torrentes destructores me aterraban, / me envolvían
las redes del abismo, / me alcanzaban los lazos de la muerte. R.
En el peligro invoqué al Señor, / grité a mi Dios: / desde su templo él escuchó mi
voz, / y mi grito llegó a sus oídos. R.
Juan 10,31-42:
En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les replicó:
"Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas
me apedreáis?" Los judíos le contestaron: "No te apedreamos por una obra buena,
sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios." Jesús les
replicó: "¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: Sois dioses"? Si la Escritura
llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la
Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que
blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me
creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que
comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre."
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de
nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se
quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: "Juan no hizo ningún signo; pero todo lo
que Juan dijo de éste era verdad." Y muchos creyeron en él allí.
Homilía
Temas de las lecturas: El Señor está conmigo, como fuerte soldado * En el
peligro invoqué al Señor, y me escuchó. * Intentaron detenerlo, pero se les
escabulló de las manos
1. Más allá del miedo
1.1 Los tiempos que vivimos han quedado sellados por una palabra: "terrorismo".
El miedo ha entrado en nuestras vidas de muchos modos: pavor de una epidemia
por enfermedades nuevas; desasosiego por los vaivenes caprichosos y crueles de la
economía; incertidumbre ante las fuerzas en conflicto en países como Colombia;
inseguridad física por la delincuencia; escepticismo ante la gestión económica y
política de los poderosos de nuestras naciones o de otros pueblos; dolor ante las
crueldades del fundamentalismo, el satanismos o las guerras de religión; miedo
incluso de una guerra total o... de un cometa que caiga sobre el planeta Tierra y
nos extinga, como un día se extinguieron los dinosaurios.
1.2 La vida de Jeremías fue una vida marcada por muchos miedos, especialmente
debidos a la incomprensión y dureza de su propio pueblo. Marcado por una soledad
dolorosa, que no carecía de significado en el conjunto de su ministerio profético,
este hombre admirable vivió con intensidad singular lo que significa "amar a Dios
sobre todas las cosas". En su voz, aterrada por las amenazas de sus enemigos,
sigue siendo más fuerte el amor a Dios y a su alianza.
1.3 Tal es la fuerza de la fe. No es un blindaje que nos impide sentir la oposición, la
burla, el dolor o la incomprensión. No es una anestesia que nos distrae mientras el
mundo nos ataca con su crueldad o nos castiga con su indiferencia. Es una luz
sobrenatural que nos permite reconocer detrás de toda bruma el esplendor de un
amor que se ha entregado entero por nosotros; es una energía interior que nos
mueve más allá de nosotros mismos a una fidelidad que no es otra cosa sino la
fidelidad divina obrando adentro de quienes han estado dispuestos a creer.
2. La causa de la muerte
2.1 Mucho se ha hablado de la causa de la muerte de Jesús. Hay quienes ven en
esa muerte el desenlace esperable para un revolucionario que se atrevió a
cuestionar los poderes económicos y sociales de su tiempo. Hay quienes ven en su
muerte un episodio más del juego de alianzas entre Roma y Judea, un "accidente"
en la trama política de la época. Hay quienes buscan otras explicaciones, sin
descartar una especie de suicidio por afán de coherencia o por exasperación ante
un estado de cosas.
2.2 Estamos a las puertas de la Semana Santa y pronto escucharemos los textos de
la Pasión del Señor. No es lo mismo mirar un accidente, un suicidio o un crimen
político que ver en el dolor y en la muerte de Cristo un evento que perdona pecados
y trae salvación. Y para esto segundo nos ayuda el turbio episodio de hoy, en que
vemos una acusación clara de parte de los enemigos del Señor: "No es por ninguna
obra buena que queremos apedrearte, sino por haber blasfemado. Pues tú, siendo
hombre, te haces Dios".
2.3 Sin duda, en la muerte de Cristo confluyen muchos factores, y esto no debe
extrañarnos pues muchos son los rostros de la maldad. La injusticia económica y la
corrupción política pueden haber obrado tanto como la fría sevicia de un Pilatos o la
envidia religiosa y el falso celo de fariseos y saduceos.
2.4 Lo importante es descubrir que detrás de muchos maldades hay un misterio de
iniquidad que hunde sus raíces muy profundamente en el alma humana. Y saber
que Cristo tenía esto muy claro que nos amó "hasta el extremo". Y agradecer con
corazón creyente que nos haya amado así y que haya orado con ese amor por
nosotros precisamente cuando pretendíamos arrebatarle la vida.
Fr. Nelson Medina, O.P.