Domingo de Ramos en la Pasión del Señor C
Padre Julio Gonzalez Carretti O.C.D
Lecturas bíblicas
Evangelio para la Procesión:
- Lc.19, 28-40: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Lecturas de la Eucaristía:
a.- Is. 50, 4-7: El Siervo paciente del Señor.
El profeta nos presenta al Israel que ha sido fiel a Yahvé. Lo representa el Siervo
sufriente de Yahvé, descrito con rasgos personales muy sólidos. Es un testimonio
personal de la profecía de Israel, dentro del plan de Dios. Este Siervo escucha,
habla, y comunica la enseñanza revelada. Su palabra es fuerza para el débil, al
Israel histórico, que se mueve entre la incredulidad y falta de confianza. El Siervo
escucha, porque Yahvé le ha abierto el oído (vv. 4-5). Todas las humillaciones y
vejaciones descritas, son símbolo de lo que sufrió Israel cuando fue cautivo en
Egipto, en Babilonia, por ser fiel a la alianza con Yahvé. Este Siervo representa al
“resto” de Israel, el de la fe, resultado de muchas generaciones de hombres y
mujeres que fueron fieles, que sufrieron en su carne, la violencia y la vejación. Los
Sinópticos, usan este texto del profeta para presentarnos la situación que vive
Jesús ante Pilatos, y lo que a nosotros nos falta por completar de la Pasión de
Cristo. Es también un testimonio del profeta, que también sufrió en su vida, este
dolor moral y espiritual, sufrimientos amargos, y a pesar de todo, seguir confiando
en Yahvé. En ÉL encontraba su fuerza y el sentido de su dolor, porque su esperanza
estaba puesta en Quien era su justificador, lo tenía muy cerca. Era la certeza de
saber que Dios, defiende al inocente, mientras todos lo acusan, lo condenan los
poderosos. El Siervo de Yahvé, nos conduce a Cristo Jesús, Mesías Crucificado.
b.- Flp. 2, 6-11: Se rebajó a sí mismo; por eso Dios lo exaltó.
El texto de Pablo, tiene como trasfondo, la afirmación: Cristo es el Señor. Se
refiere a su triunfo sobre la muerte, su estar sentado a la derecha del Padre y su
poder sobre la Iglesia, y toda la creación, que quiere alcanzar su liberación (cfr.
Rm. 2, 5-11). Ahora toda autoridad en la Iglesia, deberá seguir el ejemplo de
Cristo, es decir, su mismo proceso de despojamiento de toda ambición de poder,
para servir a la comunidad. En un primer estadio Pablo, nos presenta a Jesucristo
en su condición divina, es Dios y hombre verdadero, libre de toda miseria humana.
Dios se hizo hombre, pero lo admirable, no es sólo el misterio de su Encarnación,
sino el haberse despojado de los privilegios divinos que poseía, para vaciarse, los
que eran inherentes a su condición de Dios. Hace su proceso de kénosis. Un
segundo estadio, nos presenta a este Dios-Hombre, despojado voluntariamente de
toda su condición divina. Hace su kénosis, sumergiéndose en todo el caudal
humano; se hace hombre, uno cualquiera, sometido a todas las limitaciones
humanas, incluida la tentación y la muerte; y morir crucificado era la peor de las
muertes. Se sumerge en la miseria humana que iba a redimir, en el mismo pecado,
se hizo carne de pecado por nosotros (cfr. 2Cor. 5, 21; Rm. 8, 3). Finalmente, el
tercer estadio, se produce la redención, después de todo este proceso de
encarnación en la miseria humana. Por esto, Dios lo exaltó, para que toda lengua
proclame que Cristo Jesús, “es el Se￱or”, para gloria de Dios Padre (v. 11). En esta
forma Pablo propone como todo cristiano, contando con todo su caudal humano al
servicio de la redención, descubra la necesidad que tiene de la Cruz, donde
encuentra la sabiduría de Dios. Solo quien se sumerge en la existencia personal y
del prójimo, descubre la gracia de la redención, en su propia carne, podrá luego
gozar del señorío de Cristo en el cielo.
c.- Lc.22, 7.14-71; 23,1-56: Pasión de N.S. Jesucristo según San Lucas.
Brevemente comentamos la Pasión de Jesús según Lucas. Comienza con el
relato de la cena pascual e institución de la Eucaristía:
1.- Jesús, Pan de vida. “Cuando lleg￳ la hora, se puso a la mesa con los ap￳stoles;
y les dijo: «Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de
padecer; porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento
en el Reino de Dios.» (22, 14-16). El evangelista le quita toda fatalidad a la Pasión
de Cristo, porque lo contempla en su ascensión hacia el Padre. Jesús muere porque
lo sentencian los hombres, pero también, porque quiere, entrega su cuerpo y
sangre, como alimento de vida que sostiene la vida de los que creen en ÉL (cfr. Lc.
22, 15).
2.- Jesús, entrega su Reino. “Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en
mis pruebas; yo, por mi parte, dispongo un Reino para vosotros, como mi Padre lo
dispuso para mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino y os sentéis
sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.” (22, 28-30). Si bien Jesús vive
su pasión derrotado por los hombres, pero todavía posee el Reino de Dios, por esto
lo entrega a los que quieran seguirle hasta el final.
3.- Jesús en el Huerto de los Olivos. “Y se apart￳ de ellos como un tiro de piedra, y
puesto de rodillas oraba diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero
no se haga mi voluntad, sino la tuya.» Entonces, se le apareció un ángel venido del
cielo que le confortaba. Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se
hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra.” (22, 41-44). Experimenta
Jesús la tentación final de su vida, la que proviene de la sensación de fracaso, pero
se mantiene fiel a la voluntad del Padre. Toda una invitación a recorrer el camino
de la obediencia a la fe.
4.- Jesús ante el Sanedrín. “En cuanto se hizo de día, se reuni￳ el Consejo de
Ancianos del pueblo, sumos sacerdotes y escribas, le hicieron venir a su Sanedrín y
le dijeron: «Si tú eres el Cristo, dínoslo.» El respondió: «Si os lo digo, no me
creeréis. Si os pregunto, no me responderéis. De ahora en adelante, el Hijo del
hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios.» Dijeron todos: «Entonces,
﾿tú eres el Hijo de Dios?ᄏ El les dijo: ᆱVosotros lo decís: Yo soy.” (22, 66-70).
Jesús, es Dios, Señor del universo, porque estará a la derecha del Padre. Él es
ahora el puente entre Dios y los hombres. No hay otro. El que ha sido constituido
Juez de vivos y muertos, es condenado por un tribunal religioso y político.
5.- Jesús ante Pilato. “Ningún delito encuentro en este hombre” (23,4). Pilato
quiere liberar a Jesús, basado en la verdad y la justicia. Pero se deja vencer por la
política de no arriesgar su cargo por un fanático religioso que sus connacionales
entregan para ser juzgado. Aquí se ve, como la política presiona muchas veces
sobre la verdad y la justicia y el político de turno cede y sufren y mueren muchos
inocentes.
6.- Jesús y Barrabás. “Toda la muchedumbre se puso a gritar a una: ᆱᄀFuera ése,
suéltanos a Barrabás!» (23,18). Ahora Israel debe escoger entre Jesús y Barrabás.
Luego de un proceso injusto, Jesús es el agitador político contra Roma y el
malhechor, verdadero zelota, queda libre.
7.- Jesús y las mujeres. “Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se
dolían y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose a ellas, dijo: «Hijas de Jerusalén,
no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos.” (23,28-29).
Israel se queda solo porque ha condenado a Jesús, no sabe que Jerusalén se
condena a sí misma. El lamento de Cristo, es anuncio de ruina de la ciudad que
mata a los profetas.
8.- Jesús perdona a sus verdugos. “Padre, perdónalos porque no saben lo que
hacen. Se repartieron sus vestidos echando a suertes” (Lc. 23, 34). Elevado entre
el cielo y la tierra, en un trono de ignominia, Jesús no quiere ser causa de maldición
para las gentes. Termina el poder de la ofensa y la venganza, de pecado y
maldición con Jesucristo clavado a la cruz, se despliega el poder del perdón de Dios
a todos los hombres.
9.- Jesús ofrece el cielo al buen ladr￳n. “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el
paraíso” (Lc. 23,43). Jesús condenado a muerte por los jefes religiosos del pueblo,
se muestra como el dueño de la salvación, que antes ha comunicado a todos los
pecadores, ahora, en la hora de la muerte se la comunica al ladrón arrepentido.
Acompañarán a Jesús todos los que no encuentran salvación en esta vida, los
pobres, los publicanos, pecadores, etc.
10.- Jesús muere en la Cruz. “Padre, en tus manos encomiendo tu espíritu” (Lc. 23,
46). La naturaleza se rinde ante la muerte del dueño de la vida. Todo comienza de
nuevo, la muerte se convierte en vía hacia la casa del Padre. Jesús, asciende al
Padre, queda abierto el camino que lleva a la verdad, a la vida, a la comunión plena
con Dios. Es el camino de la Iglesia, que tiene como Cabeza a Cristo, sentado a la
diestra del Padre. La verdad de la muerte de Jesús tiene su sede en la Cruz; entrar
en el paraíso para todo pecador será pasar por la Cruz, ella es el hoy de la
salvación que Jesús nos propone. La gloria de la Resurrección y Ascensión de
Cristo, que ahora se manifiesta estuvo siempre en la Cruz del Redentor. En la
Pasión que nos narra el evangelista Lucas, descubrimos el amor del Padre hacia su
Hijo y hacia los hombres. La Cruz es el Sacramento de la misericordia divina.