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EN CAMINO
Viernes Santo.
Por, Neptalí Díaz Villán CSsR.
- Primera lectura: Is 52,13-53,12: Lo vimos sin aspecto atrayente.
- Salmo Responsorial, 30: A ti, Señor, me acojo: no quede yo defraudado.
- Segunda lectura: Heb 4,14-16; 5,7-9: Aprendió sufriendo a obedecer.
- Evangelio: Jn 18,1-19,42: He aquí el hombre.
La muerte
El proceso había llegado a su final, como dice el credo: crucificado, muerto y
sepultado en tiempo de Poncio Pilato. ¡Todo lo había cumplido! Nikos Kazantzakis en
su obra “La última tentaci￳n de Cristo” concluye de la siguiente manera: “… sacudi￳ la
cabeza y de pronto recordó dónde se encontraba, quién era y por qué sufría. Apodérase de él una alegría
salvaje e indomable. No, no, no era un cobarde, desertor ni traidor. No; estaba clavado en la cruz,
había sido leal hasta el fin y había cumplido la palabra empe￱ada… ” 1
Celebramos ahora la Pasión y muerte en la cruz del profeta de Nazaret: “acosado
por sus enemigos, abandonado por sus discípulos; todo ello como resultado de lo que hizo en vida, todo
ello como resultado de su oposición radical a quienes acaban venciéndole en la cruz. No aparece ningún
sentido místico expiatorio: lo que le ocurrió en la muerte fue la consecuencia de lo que actuó en vida: el
anuncio y la realización del Reino de Dios entre los seres humanos, a lo que se oponían los
representantes del poder religioso, del poder social y del poder político, como plasmación visible del
príncipe de este mundo”. 2
¿Por qué recordar el vil asesinato de un hombre? El espectáculo no deja de ser
grotesco y con cierta dosis de sadomasoquismo, si se quiere. ¿Por qué hacer memoria
de la muerte ignominiosa que le tocó a Jesús?
No celebramos simplemente el asesinato de un hombre.
No celebramos el triunfo de unos poderosos que “derrotan” en el patíbulo a su
opositor, ni la complicidad de una masa amorfa de gente engañada que, con gritos, pide
la muerte del inocente.
No celebramos la venganza de un dios sádico y sediento de sangre, que exige la
muerte de su propio hijo para calmar su ira y perdonar así los pecados de la humanidad.
¿Qué sentido tiene que hoy hagamos memoria de la muerte de Jesús? Primero,
aclaremos que no celebramos la derrota de Jesús. Celebramos su victoria sobre los
generadores de muerte, sobre quienes quisieron exterminar tanto su persona como su
causa, su obra, su proyecto vital. Por eso recordamos su palabra y su obra; celebramos
su entrega generosa y su servicio desinteresado a toda la humanidad. Recordamos y
1 KAZANTZAKIS, Nikos. La última tentación de Cristo. Debate S.A. Madrid 1997. Pág. 555-556.
2 ELLACURÍA, Ignacio. Por qué muere Jesús y por qué le matan, En RELAT 125, Pág. 7
www.servicioskoinonia.org
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contemplamos la forma como arriesgó su vida y su seguridad personal en su búsqueda
de la justicia del Reino. Recordamos su amor al extremo, su fidelidad a Dios y su lucha
constante por una humanidad nueva.
Por esto, éste no puede ser solamente un acto piadoso. No tiene sentido venir a
llorar y a decir: “¡qué malos fueron esos hombres que mataron a nuestro Se￱or!”
Celebrar la pasión y muerte de Jesús tiene que ayudarnos a descubrir hoy a
quienes padecen su misma situación: porque “cambian los clavos, otros son los verdugos; la
víctima sigue siendo la misma: Cristo que es crucificado y agoniza en los pobres, oprimidos y
peque￱os.” 3
Celebrar la memoria de la muerte de Jesús tiene que ayudarnos a tomar conciencia
de nuestra necesidad de comprometernos con los crucificados de hoy: secuestrados,
desplazados, empobrecidos y explotados laboralmente. Jóvenes vacíos de afecto y de un
sentido para su vida, esclavos de la moda, de las drogas y del sexo mal enfocado. Niños
ignorados, maltratados, heridos y truncados en su desarrollo. Hombres y mujeres
esclavos del sistema, del consumo, de los medios invasivos de información, de los
vicios, y de todo aquello que trunca su normal desarrollo y su anhelo de felicidad.
¿Dónde nos ubicamos nosotros? ¿Somos verdugos? ¿Somos víctimas? ¿Somos
simples espectadores? ¿Acaso nos lavamos las manos para mostrarnos inocentes o nos
escondemos para no asumir riesgos? ¿Fundamentamos nuestro miedo al compromiso y
nuestra mediocridad humana y cristiana diciendo que eso no es tarea nuestra?
Celebrar el memorial de la muerte de Jesús tiene que comprometernos a tomar la
cruz como Él, que “sufre sin odiar, soporta la cruz sin huir de ella. La carga por amor de la verdad
y de los crucificados por quienes arriesgó la seguridad personal y la vida. Así hizo Jesús. Así deberá
hacer cada seguidor suyo a lo largo de toda la historia. Sufre como ‘maldito’, pero en verdad es bendito;
muere como ‘abandonado’, pero en realidad es acogido por Dios. Así, Dios confunde la sabiduría y la
justicia de este mundo” . 4
Celebrar hoy la memoria de Jesús que murió en la cruz tiene que comprometernos
en la lucha para que “cada vez sea más imposible que unos seres humanos continúen crucificando a
otros seres humanos. Esta lucha implica asumir la cruz y cargarla con valor, incluso corriendo el riesgo
de ser crucificado como él” . 5
Celebrar hoy la memoria de Jesús que murió en la cruz nos debe llevar a un
compromiso con nuestra propia historia personal, comunitaria y social. “Vivir así es vivir
ya la resurrección, es vivir a partir de una vida que la cruz no puede crucificar”. Celebrar hoy el
memorial de la muerte de Aquel que fue fiel hasta el final tiene que ayudarnos a seguir a
Jesús, es decir, a “per-seguir su camino, a pro-seguir su causa y a con-seguir su victoria”. 6
Oración
3 BOFF, Leonardo. Cómo anunciar hoy la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo. Pág. 1. En: RELAT No 217,
www.servicioskoinonia.org
4 IBID Pág. 3
5 IBID Pág. 4
6 IBIDEM
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Gracias, Jesús, porque consagraste tu vida al servicio de la humanidad. Gracias,
por tu fidelidad al Padre Dios y a su Causa. Gracias, porque te entregaste totalmente a
causa de una humanidad nueva. Bendito seas porque tu muerte no fue en vano. Sigues
vivo en medio de nosotros, siempre dispuesto a salvarnos de todo tipo de esclavitud.
Caminas, luchas con nuestro pueblo y le das vida en abundancia.
Así como Tú lo hiciste, Jesús, hoy también nosotros queremos asumir nuestra
cruz. Con la fuerza del amor protestamos contra todos aquellos que imponen cruces a
los demás seres humanos. Proponemos y desarrollamos procesos de salvación, de
manera que nuestra propia cruz, asumida a tu estilo, genera vida en abundancia: La
muerte del hombre viejo cargado de egoísmo y el nacimiento del hombre nuevo capaz
de amar, de servir y de vivir como Tú. Porque Tú, Jesús, has vencido al mundo (Jn 16,33b),
otro mundo, otra humanidad es posible; entre todos y con tu ayuda vamos a
construirla. Amén.