Comentario al evangelio del Jueves 28 de Marzo del 2013
Hoy es un día para ponerse de blanco. Comienza el Triduo Santo pero lo hace con vestido de fiesta.
Hoy celebramos la institución de la Eucaristía, la fiesta grande, el tesoro mayor, la celebración de las
celebraciones, el diamante de mil brillos, inagotable en su riqueza, fuente de la vida cristiana, sueño de
fraternidad inagotable y promesa del reino. Todo eso y mucho más.
La Eucaristía se entrevera en este día con el lavatorio de los pies. Las dos primeras lecturas aluden
de una forma más directa a la Eucaristía. La primera del Éxodo hace memoria de aquella primera
pascua judía que significó la liberación de la esclavitud de Egipto y el comienzo de la travesía en el
desierto hacia la Tierra Prometida. La segunda de la primera de san Pablo a los corintios hace memoria
de la última cena de Jesús con sus discípulos, cuando el recuerdo de la primera pascua celebrada en
Egipto se transformó en el recuerdo del liberador que ofrece su vida como signo de una nueva alianza.
El Evangelio parece que cambia de tema pero en realidad es el mismo. El lavatorio de los pies es
otra forma de hablar de la Eucaristía, del encuentro fraternal de hermanos que ponen su meta en el
servicio mutuo, simbolizado en Jesús mismo inclinándose ante los pies de sus discípulos y lavándoles.
La Eucaristía es encuentro de hermanos, es recuerdo de Jesús, es momento para compartir la fe, la
vida y la esperanza. También los dolores y las penas. Y todo con la presencia santa, amorosa, del
hermano mayor, de Jesús el que pasó por la muerte y muerte de cruz pero, también y sobre todo, el que
resucitó abriéndonos a la vida y a la esperanza más allá de los límites que nos parecen insalvables. Y
sabiendo que en el centro de la mesa, presidiendo, está el Padre de todos, el que nos ama hasta dar la
vida por nosotros.
La Eucaristía es promesa y es compromiso. La Eucaristía se celebra en las iglesias y fuera de ellas.
Cada vez que alguien da de comer a un hambriento, que lava los pies al necesitado, está celebrando la
Eucaristía. Está haciendo vida de la eucaristía y eucaristía de la vida. Está construyendo el reino. Está
haciendo este mundo mejor. Está cumpliendo la voluntad del Padre. Está dando gloria a Dios porque la
gloria de Dios es el bien de la persona. ¿Qué otra cosa tenemos que hacer los cristianos sino celebrar la
Eucaristía?
Fernando Torres Pérez cmf