DESCERRAJÓ LA PUERTA DE LA MUERTE
Padre Javier Leoz
¡Hemos sido tocados en esta noche, la más triunfante y generosa del año, por la
mano poderosa de Dios! La mano potente de Dios descerraja, desgaja y echa abajo
las cerraduras de la muerte. Si Jueves Santo fue camino en el amor o Viernes Santo
paso obligado por cruz, la Pascua, esta noche, es una puerta que nos lleva a la
resurrección. A ella estamos llamados por Cristo, desde Cristo y con Cristo.
¡Aleluya!
1.- Hemos caminado con el Señor durante 40 días. Hemos sentido sed, hambre,
dudas, desencanto. Hasta puede que nos hayamos rebelado. Pero, al final, Dios nos
da la vida.
Hoy es, debe ser, el comienzo de una nueva etapa. No moriremos definitivamente.
No estaremos maniatados por los grilletes de la muerte. ¿Cómo dar a tantos
hombres y mujeres de nuestro tiempo esta gran noticia? ¡Jesús resucitó! ¡También,
si creemos, resucitaremos! Con el Papa Francisco, en esta noche, gritamos: ¡No
podemos ceder ante el pesimismo!
2. Qué gran regalo el de la Pascua. ¡Con el Señor viviremos! Lo dejamos solo pero,
Cristo olvidando todo, nos devuelve por la ingratitud la vida que salva, el cuerpo
glorificado que nos devuelve a una existencia totalmente nueva. ¿Cómo transmitir
esta gran verdad que es promesa de futuro a las nuevas generaciones?
Después del canto fatídico del Gallo, Pedro se sintió mal. Antes de que el gallo
vuelva a cantar, nosotros creemos, profesamos firmemente nuestra fe: ¡Ha
resucitado! ¡Todo es verdad!
3.- En esta noche, se nos anuncia con alegría y con un blanco festivo el meollo de
nuestra fe. Es el esplendor de la Pascua. La belleza que escondía la cruz la
contemplamos cara a cara. El secreto escondido del calvario estalla por los cuatro
costados para anunciarnos con gozo santo lo que los ángeles anunciaron también
en Belén: ¡Cristo ha nacido, pero ahora, para una vida eterna y nosotros eternos
con El! En esta noche han sido descerrajadas las puertas de la muerte y del temor,
del sinsentido y del vacío. ¡Feliz llave, la resurrección de Cristo, que nos abrirá para
siempre la nuestra!
Con valentía proclamamos que Jesús ha resucitado, que tenemos un horizonte
puesto en Dios, que la salvación es posible porque Cristo ha cruzado ese umbral de
la muerte, pisándola y venciendo nosotros con El.
En esta noche, volvemos a decir con aquella fuerza de la primera vez, que Jesús
vive. Que merece la pena vivir y desvivirse por El. Que el final no es el absurdo sino
la glorificación.
4.- En esta noche (y no es poesía) hemos de sentir que merece la pena dejarse
guiar por lo que Jesús nos ha dejado marcado con sus gestos, palabras, pasión y
muerte.
¿Crees? ¡No lo dudes! Dios te resucitará
¿Esperas? ¡No lo pienses más! Dios te esperará
¿Confías! ¡No temas! Dios no te olvidará
Hoy es el día en el que Dios cumple sus promesas y, después de bajar con su hijo
hasta la misma muerte, nos ofrece lo que ésta nos arrebata: sentido, esperanza,
más allá, eternidad.
5.- Ha pasado Jesús. ¡Nos ha dejado tantas sensaciones en tan pocos días! ¿Por
qué pasamos nosotros de Él? Vivamos intensa y gozosamente la alegría del fruto de
la Pascua: ¡EL SEÑOR RESUCITÓ! ¡ALELUYA!
Experimentos la luz divina de esta noche. Seamos portadores de ella para que, el
rostro de Jesús, sea más visible en nuestro mundo. ¿Nos atrevemos?
¡Descerrajemos también nosotros tantas puertas cerradas a la gracia, a Dios, a
Cristo, al Espíritu, a la Iglesia! Un cristiano que ha vivido la Pascua…no puede
menos que confesar aquello que ha sentido, escuchado, presenciado o vivido.
6.- ¡HAS RESUCITADO, SEÑOR!
Has gritado, con tu escandalosa muerte,
en medio de tanto ruido y, tu final,
ha podido más que la misma muerte
¡GRACIAS, SEÑOR! ¡ALELUYA!
Has muerto, pero al morir,
nos has enseñado a mirar hacia el Padre
a cumplir la voluntad de Dios y no la nuestra
a buscar el bien de los demás y no el propio
¡HAS RESUCITADO, SEÑOR!
Se ha cumplido lo anunciado por los profetas
hemos pasado de la tiniebla a la luz
del pecado a la gracia
de la falsedad a la gran Verdad
de la tierra al mismo cielo
de los interrogantes a tu VIDA como respuesta
¡HAS RESUCITADO, SEÑOR!
Lo eterno, en esta noche santa y divina,
se impone a lo efímero
El sepulcro se convierte en simple y vago recuerdo
la losa de la muerte se fragmenta en mil pedazos
y tú, Cristo, sales caminando y victorioso
¡HAS RESUCITADO, SEÑOR!
En esta noche, oh Señor, no existe ya el fracaso
ya no observaremos con temor al último día
ni, mucho menos, teñiremos de negro
los suelos por los que nuestros pies avanzan
¡HAS RESUCITADO, SEÑOR!
Has resucitado, y con tu resurrección,
nos das alas para soñar y volar en el cielo eterno
para combatir dudas y soledades
Nos das ojos grandes para ver el mañana
frente al hoy que se nos impone
Colocas nuestros pies en el camino de la fe
para esperar ante la desesperanza
para gozar con la gloria que nos aguarda
para no alejarnos de ese surco que Dios
traza entre esta tierra y el cielo en el que habita
¡HAS RESUCITADO, SEÑOR!
Y, porque has resucitado, te damos las gracias
Contigo, seremos invencibles
Contigo, llamados a la vida
Contigo, empujados al Padre
Contigo, sin temor ni temblor, hasta el final
Movidos por la fe, con la fe y en la fe
¡HAS RESUCITADO, SEÑOR…Y NOS BASTA!