EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 24,1-12.
El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los
perfumes que habían preparado.
Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro
y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres
con vestiduras deslumbrantes.
Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo,
ellos les preguntaron: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?
No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en
Galilea:
'Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que
sea crucificado y que resucite al tercer día'".
Y las mujeres recordaron sus palabras.
Cuando regresaron del sepulcro, refirieron esto a los Once y a todos los demás.
Eran María Magdalena, Juana y María, la madre de Santiago, y las demás mujeres
que las acompañaban. Ellas contaron todo a los Apóstoles,
pero a ellos les pareció que deliraban y no les creyeron.
Pedro, sin embargo, se levantó y corrió hacia el sepulcro, y al asomarse, no vio
más que las sábanas. Entonces regresó lleno de admiración por lo que había
sucedido.
Comentario del Evangelio por :
Cardenal Joseph Ratzinger [Benedicto XVI, papa desde 2005 a 2013]
Homilía del 07/04/2012 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)
“La luz brilla en las tinieblas” (Jn 1,5)
En la Vigilia Pascual, la Iglesia comienza escuchando ante todo la primera frase
de la historia de la creaci￳n: “Dijo Dios: 'Que exista la luz” (Gn 1,3). Como una
señal, el relato de la creación inicia con la creación de la luz... El que Dios haya
creado la luz significa que Dios creó el mundo como un espacio de conocimiento y
de verdad, espacio para el encuentro y la libertad, espacio del bien y del amor. La
materia prima del mundo es buena, el ser es bueno en sí mismo. Y el mal no
proviene del ser, que es creado por Dios, sino que existe sólo en virtud de la
negaci￳n. Es el “no”.
En Pascua, en la ma￱ana del primer día de la semana, Dios vuelve a decir: “Que
exista la luz”. Antes había venido la noche del Monte de los Olivos, el eclipse solar
de la pasión y muerte de Jesús (Mt 27,45), la noche del sepulcro. Pero ahora vuelve
a ser el primer día, comienza la creaci￳n totalmente nueva. “Que exista la luz”, dice
Dios, “y existi￳ la luz”. Jesús resucita del sepulcro. La vida es más fuerte que la
muerte. El bien es más fuerte que el mal. El amor es más fuerte que el odio. La
verdad es más fuerte que la mentira. La oscuridad de los días pasados se disipa
cuando Jesús resurge de la tumba y se hace él mismo luz pura de Dios.
Pero esto no se refiere solamente a Él, ni se refiere únicamente a la oscuridad de
aquellos días. Con la resurrección de Jesús, la luz misma vuelve a ser creada. Él
nos lleva a todos tras él a la vida nueva de la resurrección, y vence toda forma de
oscuridad. Él es el nuevo día de Dios, que vale para todos nosotros. Pero, ¿cómo
puede suceder esto? ¿Cómo puede llegar todo esto a nosotros sin que se quede
sólo en palabras sino que sea una realidad en la que estamos inmersos? Por el
sacramento del bautismo y la profesión de la fe, el Señor ha construido un puente
para nosotros, a través del cual el nuevo día viene a nosotros.
En el bautismo, el Se￱or dice a aquel que lo recibe: ... “que exista la luz”. El
nuevo día, el día de la vida indestructible llega también para nosotros. Cristo nos
toma de la mano. A partir de ahora él te apoyará y así entrarás en la luz, en la vida
verdadera.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”