Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Solemnidad de la Anunciación del Señor
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Mirad: la virgen está encinta * Aquí estoy, Señor, para
hacer tu voluntad. * Está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu
voluntad" * Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo
Textos para este día:
Isaías 7,10-14;8,10:
En aquel tiempo, el Señor habló a Acaz: "Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo
hondo del abismo o en lo alto del cielo." Respondió Acaz: "No la pido, no quiero
tentar al Señor." Entonces dijo Dios: "Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar
a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará
una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre
Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros"."
Salmo 39:
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, / y, en cambio, me abriste el oído; / no pides
sacrificio expiatorio, / entonces yo digo: "Aquí estoy." R.
"-Como está escrito en mi libro- / para hacer tu voluntad." / Dios mío, lo quiero, / y
llevo tu ley en las entrañas. R.
He proclamado tu salvación / ante la gran asamblea; / no he cerrado los labios: /
Señor, tú lo sabes. R.
No me he guardado en el pecho tu defensa, / he contado tu fidelidad y tu salvación,
/ no he negado tu misericordia y tu lealtad / ante la gran asamblea. R.
Hebreos 10,4-10:
Hermanos: Es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite
los pecados. Por eso, cuando Cristo entró en el mundo dijo: "Tú no quieres
sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni
víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh
Dios, para hacer tu voluntad."" Primero dice: "No quieres ni aceptas sacrificios ni
ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias", que se ofrecen según la Ley.
Después añade: "Aquí estoy yo para hacer tu voluntad." Niega lo primero, para
afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la
oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.
Lucas 1,26-38:
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea
llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la
estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia,
dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo." Ella se turbó ante estas
palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: "No temas, María,
porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un
hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el
Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para
siempre, y su reino no tendrá fin." Y María dijo al ángel: "¿Cómo será eso, pues no
conozco a varón?" El ángel le contestó: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la
fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se
llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha
concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para
Dios nada hay imposible." María contestó: "Aquí está la esclava del Señor; hágase
en mí según tu palabra." Y la dejó el ángel.
Homilía
Temas de las lecturas: Mirad: la virgen está encinta * Aquí estoy, Señor, para
hacer tu voluntad. * Está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu
voluntad" * Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo
1. Una meditación de Juan Pablo II (Redemptoris Mater, 8-9)
1.1 María es introducida definitivamente en el misterio de Cristo a través de este
acontecimiento: la anunciación del ángel. Acontece en Nazaret, en circunstancias
concretas de la historia de Israel, el primer pueblo destinatario de las promesas de
Dios. El mensajero divino dice a la Virgen: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está
contigo" (Lc 1, 28). María "se conturbó por estas palabras, y discurría qué
significaría aquel saludo" (Lc 1, 29). Qué significarían aquellas extraordinarias
palabras y, en concreto, la expresión "llena de gracia" (Kejaritoméne).
1.2 Si queremos meditar junto a María sobre estas palabras y, especialmente sobre
la expresión "llena de gracia", podemos encontrar una verificación significativa
precisamente en el pasaje anteriormente citado de la Carta a los Efesios. Si,
después del anuncio del mensajero celestial, la Virgen de Nazaret es llamada
también "bendita entre las mujeres" (cf. Lc 1, 42), esto se explica por aquella
bendición de la que "Dios Padre" nos ha colmado "en los cielos, en Cristo". Es una
bendición espiritual, que se refiere a todos los hombres, y lleva consigo la plenitud
y la universalidad ("toda bendición"), que brota del amor que, en el Espíritu Santo,
une al Padre el Hijo consubstancial. Al mismo tiempo, es una bendición derramada
por obra de Jesucristo en la historia del hombre desde el comienzo hasta el final: a
todos los hombres. Sin embargo, esta bendición se refiere a María de modo especial
y excepcional; en efecto, fue saludada por Isabel como "bendita entre las mujeres".
1.3 La razón de este doble saludo es, pues, que en el alma de esta "hija de Sión" se
ha manifestado, en cierto sentido, toda la "gloria de su gracia", aquella con la que
el Padre "nos agració en el Amado". El mensajero saluda, en efecto, a María como
"llena de gracia"; la llama así, como si éste fuera su verdadero nombre. No llama a
su interlocutora con el nombre que le es propio en el registro civil: "Miryam"
(María), sino con este nombre nuevo: "llena de gracia". ¿Qué significa este
nombre? ¿Por qué el arcángel llama así a la Virgen de Nazaret?
1.4 En el lenguaje de la Biblia "gracia" significa un don especial que, según el
Nuevo Testamento, tiene la propia fuente en la vida trinitaria de Dios mismo, de
Dios que es amor (cf. 1 Jn 4, 8). Fruto de este amor es la elección, de la que habla
la Carta a los Efesios. Por parte de Dios esta elección es la eterna voluntad de
salvar al hombre a través de la participación de su misma vida en Cristo (cf. 2 P 1,
4): es la salvación en la participación de la vida sobrenatural. El efecto de este don
eterno, de esta gracia de la elección del hombre, es como un germen de santidad, o
como una fuente que brota en el alma como don de Dios mismo, que mediante la
gracia vivifica y santifica a los elegidos. De este modo tiene lugar, es decir, se hace
realidad aquella bendición del hombre "con toda clase de bendiciones espirituales",
aquel "ser sus hijos adoptivos ... en Cristo" o sea en aquel que es eternamente el
"Amado" del Padre.
1.5 Cuando leemos que el mensajero dice a María "llena de gracia", el contexto
evangélico, en el que confluyen revelaciones y promesas antiguas, nos da a
entender que se trata de una bendición singular entre todas las "bendiciones
espirituales en Cristo". En el misterio de Cristo María está presente ya "antes de la
creación del mundo" como aquella que el Padre "ha elegido" como Madre de su Hijo
en la Encarnación, y junto con el Padre la ha elegido el Hijo, confiándola
eternamente al Espíritu de santidad. María está unida a Cristo de un modo
totalmente especial y excepcional, e igualmente es amada en este "Amado"
eternamente, en este Hijo consubstancial al Padre, en el que se concentra toda "la
gloria de la gracia". A la vez, ella está y sigue abierta perfectamente a este "don de
lo alto" (cf. St 1, 17). Como enseña el Concilio, María "sobresale entre los humildes
y pobres del Señor, que de El esperan con confianza la salvación". (Lumen
Gentium, 55)
1.6 Si el saludo y el nombre "llena de gracia" significan todo esto, en el contexto
del anuncio del ángel se refieren ante todo a la elección de María como Madre del
Hijo de Dios. Pero, al mismo tiempo, la plenitud de gracia indica la dádiva
sobrenatural, de la que se beneficia María porque ha sido elegida y destinada a ser
Madre de Cristo. Si esta elección es fundamental para el cumplimiento de los
designios salvíficos de Dios respecto a la humanidad, si la elección eterna en Cristo
y la destinación a la dignidad de hijos adoptivos se refieren a todos los hombres, la
elección de María es del todo excepcional y única. De aquí, la singularidad y
unicidad de su lugar en el misterio de Cristo.
1.7 El mensajero divino le dice: "No temas, María, porque has hallado gracia
delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un Hijo, a quien
pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo" (Lc 1,
30-32). Y cuando la Virgen, turbada por aquel saludo extraordinario, pregunta:
"¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?", recibe del ángel la confirmación
y la explicación de las palabras precedentes. Gabriel le dice: "El Espíritu Santo
vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha
de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios" (Lc 1, 35).
1.8 Por consiguiente, la Anunciación es la revelación del misterio de la Encarnación
al comienzo mismo de su cumplimiento en la tierra. El donarse salvífico que Dios
hace de sí mismo y de su vida en cierto modo a toda la creación, y directamente al
hombre, alcanza en el misterio de la Encarnación uno de sus vértices. En efecto,
este es un vértice entre todas las donaciones de gracia en la historia del hombre y
del cosmos. María es "llena de gracia", porque la Encarnación del Verbo, la unión
hipostática del Hijo de Dios con la naturaleza humana, se realiza y cumple
precisamente en ella. Como afirma el Concilio, María es "Madre de Dios Hijo y, por
tanto, la hija predilecta del Padre y el sagrario del Espíritu Santo; con un don de
gracia tan eximia, antecede con mucho a todas las criaturas celestiales y terrenas".
(Lumen Gentium, 53)
2. A María y a través de María
2.1 El saludo de Dios a la Virgen, por medio del ángel, es la expresión viva de su
infinita compasión, de su profundísima sabiduría y de su inigualable poder.
Compasión por la creatura humana; sabiduría en el diseño del plan de salvación;
poder en la realización de obras capaces de llenar de asombro a los ángeles, de
gratitud a los hombres y de espanto a los demonios.
2.2 Las palabras llegan a María, pero la gracia nos llega a todos. María recibe la luz
que comunica y a todos regala el don que le ha llegado. Bien la llamamos
"transparencia" del Señor, porque, como aquellos cristales limpísimos, deja pasar
holgadamente la luz que la invade y la ternura que la penetra.
2.3 Por eso, si miramos a la Encarnación como una declaración de amor a María, y
así es porque a ella se dirigen las palabras que hemos oído en el Evangelio, bien
podemos tomar esa declaración como un decreto de salvación que a todos nos
cobija. María es la primera redimida y el Cristo que al elegirla la salva en ella a
todos nos elige y a través de su "sí" a todos se nos comunica.
3. La inmensa dignidad de la mujer
3.1 Estremece meditar en lo que acabamos de decir: todo el género humano pendía
de los labios de María, se atreve a decir san Bernardo. ¡Oh eminente dignidad del
género femenino, oh grandeza de la mujer en los labios, el corazón y el casto
cuerpo de Nuestra Señora!
3.2 Contrasta con fuerza esta dignidad a la que Dios levanta la mujer con el
diabólico odio que hoy persigue a la mujer haciéndola esclava de toda clase de
pasiones y víctima de todo género de abusos. Frente al machismo torpe, frente a la
degradación pornográfica, frente a la seducción de una vida superficial y estéril,
frente al comercio con el cuerpo que Dios hizo sagrario, frente a toda degradación
de lo femenino hoy María se presenta como el rostro de aquella amada y amorosa.
¡Sagrario de Amor, María, ruega por todos y en este día singularmente: ruega por
la mujer!
Fr. Nelson Medina, O.P.