III Semana de Pascua
Miércoles
Padre Julio González Carretti O.C.D
Lecturas:
a.- Hch. 8,1-8: Persecución contra la Iglesia y predicación de Felipe
A la muerte de Esteban siguió una persecución contra la Iglesia, sólo los apóstoles
permanecieren en Jerusalén, mientras que todos los demás huyeron dispersándose
por las regiones de Judea y Samaría (v. 1). Esta persecución debió afectar
mayormente a los dirigentes de la sinagoga de los Libertos, los helenistas, grupo
más radical, que el de los hebreos de la Diáspora, que quería una ruptura con el
judaísmo del templo. El martirio de Esteban, abrió las puertas a los paganos y es
Felipe uno de los siete diáconos que comienza su trabajo misional entre los
paganos. Tiene los mismos atributos que los apóstoles: predica y hace milagros en
Samaría. Este pueblo que era considerado apóstatas y lejos de la salvación, acoge
la predicación de Felipe, realiza exorcismos, sana a los enfermos. El texto señala la
alegría que llevó Felipe con su predicación y milagros a aquellas gentes; alegría y
gozo, frutos de la acción del Espíritu Santo. Samaría como otras ciudades se agrega
a la lista de pueblos convertidos al evangelio que en Roma encontrará su cénit, en
la mentalidad de Lucas.
b.- Jn. 6, 35-40: El que cree tiene vida eterna.
Juan continúa presentando el discurso de Jesús sobre el Pan de vida, que se refiere
a la revelación de su Persona, y la revelación que el Padre le mandó comunicarnos.
Hay cuatro ideas o temas fundamentales que hay que considerar: Jesús es Pan de
vida, todo los que le ha entregado el Padre vendrán a ÉL, como Enviado viene a
hacer la voluntad de su Padre y ésta es que todos los que le ha entregado, alcancen
la resurrección en el día final, porque quien crea en el Hijo, tendrá vida eterna. La
iniciativa es de Dios, viene al hombre en Jesús de Nazaret, su respuesta es la fe.
Es el Padre quien le entrega todo al Hijo, los hombres y mujeres a salvar, estos
recibirán la vida eterna, porque han creído en Jesús, resucitarán en el último día.
La fe es don y compromiso, tarea del hombre que debe decidir: acepta o no acepta
a Jesucristo, creer o no creer. Yo soy el Pan de vida. Jesús se presenta como el
alimento, para la vida de los hombres. Es el la revelación del Padre, Pan de vida
que hay que comer en la Eucaristía, eternidad aquí y ahora, vida eterna y
resurrección vivida en el tiempo camino de la eternidad.
Santa Teresa de Jesús ve en la Eucaristía, la fuente de la salud el alma y del
cuerpo. “¿Pensáis que no es mantenimiento aun para estos cuerpos este santísimo
manjar, y gran medicina aun para los males corporales? Yo sé que lo es, y conozco
una persona de grandes enfermedades que, estando muchas veces con graves
dolores, como con la mano se le quitaban y quedaba buena del todo (8). Esto muy
ordinario, y de males muy conocidos que no se podían fingir, a mi parecer. Y
porque de las maravillas que hace este santísimo Pan en los que dignamente le
reciben son muy notorias, no digo muchas que pudiera decir de esta persona que
he dicho, que lo podía yo saber y sé que no es mentira. Mas ésta habíala el Señor
dado tan viva fe, que cuando oía a algunas personas decir que quisieran ser (9) en
el tiempo que andaba Cristo nuestro bien en el mundo, se reía entre sí,
pareciéndole que, teniéndole tan verdaderamente en el Santísimo Sacramento
como entonces, que ¿qué más se les daba?” (CV 34,6).