Comentario al evangelio del Sábado 20 de Abril del 2013
Queridos amigos:
No podía ser de otro modo. Había que volver a los verbos de movimiento. Y aquí los tenemos en
sobreabundancia: "vacilar", "subir" ¡el Hijo del hombre!, "venir a mí", "se echaron atrás y no volvieron
a ir con él", "marcharos", "¿a quién vamos a acudir?".
Es el momento de la decisión y hay que tomar partido. Todo este discurso está ya muy lejos de aquel
primer movimiento por el que la gente se desplazó a Cafarnaúm en busca de Jesús. No era el líder que
se esperaban. Parece que no les iba a resolver por artes extrañas e instantáneas los problemas de la
cesta de la compra; ni daba clara impresión de querer desencadenar un cambio religioso, social y
político rápido. Había que seguir cargando con la fatiga de la historia cotidiana y con la dureza de un
camino incierto y complicado de libertad hacia una incierta y compleja libertad.
La crisis alcanza de lleno a los discípulos. Unos dicen: "este modo de hablar es duro, ¿quién puede
hacerle caso? Son palabras difíciles y aun imposibles de digerir". El discurso del pan de vida se les
atraganta, y se retiran. Otros, representados por Pedro, se quedan y confiesan: "Tú tienes palabras de
vida eterna. Quizá no te comprendemos muy bien, pero atisbamos algo de la verdad que revelas. Tú no
eres un sofista, ni un líder "seductor y a la postre desastroso" (Tillich). No nos vendes un mesianismo
triunfalista. No nos regalas holganza y satisfacciones sin cuento, éxitos terrestres a barullo, victorias a
tutiplén. No nos das pan hasta saciarnos ni circo hasta cansar la mirada con espectáculos fuertes.
Intuimos que respondes a nuestro deseo, al principio esperanza que nos habita, a la inquietud
vivificante que Alguien ha sembrado en nosotros. Nos asusta esa misteriosa entrega sin medida de que
hablas. Pero tú eres el Testigo de la Verdad. Sin tu palabra y tu entrega seríamos presas fáciles de la
propaganda falaz. Nos mueves a ir más allá de las necesidades, y más allá de las "pequeñas
trascendencias", hacia la realización de un deseo y de una trascendencia de mucho más vuelo. Nos
quedan demasiadas preguntas por hacerte, pero ya iremos cobrando otras certezas a partir de esta
certidumbre radical. Desde nuestro primer encuentro hemos vivido un itinerario de fe, afianzado luego
por el signo de Caná, donde te contemplamos amigo de las alegrías humanas, sensible a los apuros de
los pobres y anhelante de invitarnos al banquete anunciado por los profetas. Escúchanos también
cuando te digamos: "no tienen vino", "no tenemos vino". Dentro de mucho dirá un filósofo: "en los
seres humanos hay un impulso de secuacidad". Nosotros lo experimentamos ahora y queremos tenerte
a ti como nuestro guía y nuestra meta. Sí, ¿a quién iremos, sino a ti, que has bajado a nosotros?
Búscanos, para más buscarte. Háblanos, que tus palabras son espíritu y vida". Cada uno podemos
reformular la pregunta y la confesión de Pedro, pero con palabras propias y con seguimiento propio.
Vuestro amigo.
Pablo Largo, cmf
Pablo Largo, cmf