Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo de Pascua,
Semana No. 3, Miércoles
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Al ir de un lugar para otro, iban difundiendo el Evangelio *
Aclamad al Señor, tierra entera. * Ésta es la voluntad del Padre: que todo el que ve
al Hijo tenga vida eterna
Textos para este día:
Hechos 8,1b-8:
Aquel día, se desató una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén; todos,
menos los apóstoles, se dispersaron por Judea y Samaría. Unos hombres piadosos
enterraron a Esteban e hicieron gran duelo por él. Saulo se ensañaba con la Iglesia;
penetraba en las casas y arrastraba a la cárcel a hombres y mujeres.
Al ir de un lugar para otro, los prófugos iban difundiendo el Evangelio. Felipe bajó a
la ciudad de Samaría y predicaba allí a Cristo. El gentío escuchaba con aprobación
lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los
estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos,
y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.
Salmo 65:
Aclamad al Señor, tierra entera; / tocad en honor de su nombre, / cantad himnos a
su gloria. / Decid a Dios: "¡Qué terribles son tus obras!" R.
Que se postre ante ti la tierra entera, / que toquen en tu honor, / que toquen para
tu nombre. / Venid a ver las obras de Dios, / sus temibles proezas en favor de los
hombres. R.
Transformó el mar en tierra firme, / a pie atravesaron el río. / Alegrémonos con
Dios, / que con su poder gobierna enteramente. R.
Juan 6,35-40:
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí
no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed; pero, como os he dicho,
me habéis visto y no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que
venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi
voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Ésta es la voluntad del que me
ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último
día. Ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga
vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día."
Homilía
Temas de las lecturas: Al ir de un lugar para otro, iban difundiendo el Evangelio *
Aclamad al Señor, tierra entera. * Ésta es la voluntad del Padre: que todo el que ve
al Hijo tenga vida eterna
1. Persecución y Misión
1.1 La Iglesia es perseguida; la Iglesia es misionera. Dos realidades que son
inseparables en el texto de la primera lectura de hoy y en la historia de los
cristianos a lo largo de los siglos.
1.2 A veces quisiéramos ser misioneros por afición o por gusto. La verdad es que si
nosotros no perseguimos al mundo para contarle que hay esperanza en el amor
manifiesto de Dios, el mundo nos perseguirá para hundirnos en el lago de la
desesperanza, la desesperación y el odio.
1.3 Así pues, el texto nos está contando que los perseguidos se volvieron
"perseguidores". En lugar de sentarse a lamentar por qué los trataban mal
empezaron a llenar de su mensaje al resto del mundo. No preguntaron por qué
hablaban mal de ellos; se dedicaron a hablar bien del mensaje del Evangelio de
Jesús.
2. El Padre envía a Cristo y nos lleva hacia Cristo
2.1 Sabemos que Cristo ha sido enviado por el Padre; es bueno que hoy
aprendamos que el Padre también nos envía hacia Cristo.
2.2 En efecto, el encuentro con nuestra salvación es el encuentro con nuestro
Salvador. Y para que se pueda dar ese puente es preciso construir desde los dos
extremos. Eso es lo que hace nuestro Padre Dios: acerca Cristo a nosotros y nos
acerca a él. Vestido de nuestra carne, el Hijo de Dios se ha hecho hijo del hombre;
revestidos con su gracia, nosotros, los hijos de los hombres, llegamos a ser hijos de
Dios.
2.3 ¿Cómo nos lleva el Padre hacia Cristo? San Juan nos lo enseña en su Evangelio:
"el que ve al Hijo y cree en él, tiene la vida". Cristo es el gran "seméion", es decir,
la gran "señal"; él es el "sacramento primero"; la moción interior del Padre es una
especie de capacidad para leer ese signo que es Cristo; es también una gracia que
nos deja enamorarnos de la gracia, del dulce encanto y excelsa hermosura del
Verbo Encarnado.
2.4 La Iglesia atribuye ese género de acciones interiores al Espíritu Santo. Y esto es
muy bello: Dios Padre envía su Hijo como señal que está ante nuestros ojos; y
envía a nuestro corazón la gracia de su Espíritu, que nos permite entrever el
misterio de Cristo. De este modo, las dos Divinas Personas, el Hijo y el Espíritu, nos
permiten sentir el abrazo del Padre, Fuente Eterna del misterio trinitario.
Fr. Nelson Medina, O.P.