IV Semana de Pascua
Viernes
Padre Julio González Carretti O.C.D
Lecturas:
a.-Hch. 13, 26-33: Las promesas han sido cumplidas en los hijos.
Continuamos en la sinagoga de Antioquía de Pisidia y Pablo sigue su exhortación: el
evangelio es la consumación de todo cuanto Yahvé había prometido a su pueblo.
Pablo, les recuerda que son raza de Abraham, hombres temerosos de Dios, a ellos
es dirigida hoy, una palabra de salvación. Los jefes del pueblo cumplieron las
Escrituras, sin saberlo, dice el apóstol, las mismas que se leen lo sábados, cuando
pidieron la muerte de Jesús. Revive la Pasión cuando les recuerda que fue
crucificado, muerto y sepultado, pero Dios lo resucitó, se apareció a sus discípulos,
convertidos hoy en sus testigos. El argumento esencial es que la Buena Nueva, el
mensaje que él les anuncia, que todo cuanto Dios prometió a los padres, lo ha
cumplido en los hijos, es decir, en ellos sus interlocutores, al resucitar a Jesús de
entre los muertos (cfr. Sal. 2,7). Es el kerigma anunciado a los primeros
destinatarios de la promesa, los judíos, pero que desde el rechazo a Jesús y su
evangelio, luego a los apóstoles, se abre a los gentiles.
b.- Jn. 14, 1-6: Yo soy el camino, la verdad y la vida.
El evangelista nos introduce en el clima de una verdadera despedida de Jesús de
sus discípulos, luego del anuncio de la traición de Judas y la negación de Pedro (cfr.
Jn.13,26s; v.36s). Era comprensible la consternación tras los mandatos y profecías
de lo vivido por la comunidad apostólica, lo superan con una renovación de su fe y
confianza en Dios y en Jesús (cfr. Jn.13,1-38). “No se turbe vuestro coraz￳n. Creéis
en Dios: creed también mí” (vv.1-2). Jesús se concentra en explicar el significado
de su partida, pero antes les pide fe y confianza en Dios y en ÉL. Jesús se dirige a
la Casa del Padre, donde hay muchas moradas, espacio de Dios destinado para que
moren los discípulos. Lo ha dicho Jesús, ahora les pide que crean a su palabra. Él se
va para prepararles la posibilidad a ellos y todos los que crean en la posteridad, de
una comunión perdurable con su Padre. Jesús va al Padre para prepararles un lugar
a los suyos pero regresará en el futuro para llevar a los discípulos donde ÉL se
encuentra. Juan sabe equilibrar la escatología tradicional, con el presente, es decir,
con lo que se está realizando. Surge la idea de un tiempo entre la partida de Jesús
y su regreso, pero subsiste la idea de una presencia continua de Jesús en la
comunidad eclesial. Este evangelio ha insistido en que llega un tiempo, ya presente,
en que los que creen en el Hijo ya tienen vida eterna (cfr.
Jn.3,15.26.36;4,14.36;5,24-25; 6,27.35.47.56.63; 10,10.28; 11,25-26; 12,50). Su
partida es fundamental, además les favorece, es más, ya saben el camino para ir al
Padre, porque lo conocen a ÉL saben por dónde va Jesús (v.4). Los discípulos saben
que Jesús retorna al Padre por una experiencia de muerte (cfr. Jn.10,38; 12,27-
28), que es al mismo tiempo, su camino de su glorificación y la de Dios (cfr.
Jn.11,4.40;12,23.32-34; 13,31.32). La pregunta de Tomás es la llave que abre el
misterio de la comuni￳n y la respuesta de c￳mo realizarlo. “Le dice Tomás: Se￱or,
no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino? Le dice Jesús: Yo soy el
Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí” (vv. 5-6). La pregunta
de Tomás refleja quizás la poca disposición a afrontar todas las implicancias de lo
que significa seguir a Jesús hasta el final. Aunque sepan dónde va, la pregunta
justifica una nueva enseñanza sobre el camino y que Jesús haga su auto revelación
como el Camino que conduce al Padre. El camino hacia la casa del Padre es Cristo
Jesús, por lo mismo, es la Verdad y la Vida hacia Dios; es la Verdad y la Vida para
el discípulo que lo conoce y ama. Jesús proclama su identidad, es la Verdad, pero
además, proclama lo que hace, como Camino, conduce los hombres al Padre, la
única revelación salvífica de Dios. Dios se revela en la vida y obra de Jesús, y los
discípulos debe saber que Jesús va al Padre por medio de un levantamiento y una
muerte. Su camino es de una generosa donación hasta la muerte; también éste
debe ser el camino de sus seguidores. De la exhortación a la confianza, Jesús les ha
enseñado a los discípulos cómo ha de ser también su partida, consecuencia de la
propia partida hacia la Casa del Padre. La fe y la confianza de los discípulos en
Jesús ha de ser el único camino para alcanzar la meta: la unión con el Padre.
Santa Teresa de Jesús, defiende la Humanidad de Cristo como seguro camino hasta
el final de la vida mística. “También os parecerá que quien goza de cosas tan altas
no tendrá meditación en los misterios de la sacratísima Humanidad de nuestro
Señor Jesucristo, porque se ejercitará ya toda en amor. Esto es una cosa que
escribí largo en otra parte (3), y aunque me han contradecido en ella y dicho que
no lo entiendo, porque son caminos por donde lleva nuestro Señor, y que cuando
ya han pasado de los principios es mejor tratar en cosas de la divinidad y huir de
las corpóreas, a mí no me harán confesar que es buen camino. Yo puede ser que
me engañe y que digamos todos una cosa; mas vi yo que me quería engañar el
demonio por ahí, y así estoy tan escarmentada que pienso, aunque lo haya dicho
más veces (4), decíroslo otra vez aquí, porque vayáis en esto con mucha
advertencia; y mirad que oso decir que no creáis a quien os dijere otra cosa. Y
procuraré darme más a entender, que hice en otra parte; porque por ventura si
alguno lo ha escrito, como él lo dijo (5), si más se alargara en declararlo, decía
bien; y decirlo así por junto a las que no entendemos tanto, puede hacer mucho
mal.” (6M 7,5).