Comentario al evangelio del Viernes 26 de Abril del 2013
Queridos amigos:
Se puede ser santo y sabio. San Isidoro fue el hombre más docto de su tiempo. Había nacido en
Cartagena (Murcia) el año 560. Huérfano de padre y madre, fue confiado a su hermano Leandro, quien
lo educó admirablemente en la vida cristiana. Adquirió una incomparable erudición logrando dominar
el latín, el griego y el hebreo. Se hizo monje, y al final, a la muerte de su hermano, fue nombrado
arzobispo de Sevilla.
Colabora con Sisebuto, Sisenando y Suintila, reyes godos, a la estabilidad del reino. Restaura la vida
monástica. Anima la vida religiosa en aquel imperio romano-visigodo, siendo algo así como el
Primado de aquel reino. Escribió obras importantísimas como la Historia de los godos, vándalos y
suevos, Hombres Ilustres, Libro de las Sentencias y, sobre todo, Las Etimologías, que viene a ser como
una enciclopedia del saber de aquel tiempo. Murió en Sevilla el 23 de abril del año 636.
San Isidoro de Sevilla sirvió a Dios y a los hombres gobernando, escribiendo, organizando, animando,
restaurando. Su vida nos está indicando que se puede ser santo y sabio, ciudadano de la ciudad celeste
y ciudadano de la ciudad terrestre, fiel a Dios y fiel al mundo, místico e ilustrado contemplativo y
comprometido, orante y gobernante.
Podremos ser cristianos normales o seres vulgares, hombres descreídos o personajes mundanos, pero
cuando hemos estado en contacto con los santos nos va a ser muy difícil dudar acerca de la verdad del
evangelio, de la realidad de Dios, y de que los santos son excelentes humanos que contribuyen con su
presencia y sus obras a la iluminación de este mundo.
Vuestro amigo.
Patricio García
Patricio García