Comentario al evangelio del Sábado 27 de Abril del 2013
Queridos amigos:
En todos los tiempos, en todos los lugares, las gentes hondas han querido ver a Dios, ver al que nos ve.
Felipe, en el evangelio de hoy, también le dice a Jesús: "Muéstranos al Padre, muéstranos a Dios".
Felipe recibe una respuesta sorprendente: "Quien me ha visto a mí ha visto al Padre, ha visto a Dios".
Porque Dios no es algo que está arriba, ni abajo. Está entre los hombres. Tiene un nombre: se llama
Jesús. Es un judío de Galilea, no de Arabia.
Jesús es el rostro del Padre, la imagen acabada del Padre. Está entre nosotros, acompaña nuestra
existencia, vela por nuestra vida, tiene compasión de los enfermos, atiende a los pobres. Sus
predilectos son los excluidos, los pecadores, los menospreciados de la sociedad. Va en busca de la
oveja descarriada a la que trae sobre los hombros. Jesús, el rostro del Padre, nos da esperanza a los
humanos de que un día, después de haber llenado nuestra vida de humanidad en esta tierra, se nos
regalará la inmortalidad en la patria. Jesús estaba haciendo visible a Dios.
Las gentes hoy se preguntan dónde está Dios. Allí donde hay hombre y mujeres que tienen la mirada
limpia y el corazón pacífico para acoger a sus semejantes, allí donde hay alguien de nuestro barro y de
nuestra carne que ama y se adentra por un camino que le puede costar la existencia a favor de sus
hermanos, allí donde existen gentes que no se preocupan del mañana porque a cada día le basta su afán
y viven en las manos de Dios con la despreocupación de los lirios del campo y de los pájaros del cielo,
allí está Dios. Dios anda entre los pucheros, decía Santa Teresa. Dios anda entre las cosas de esta vida.
No, Dios no guarda silencio. Dios está hablando constantemente. Otra cosa es que el hombre padezca
sordera y no le oiga. ¿Lo oyes tú? ¿Lo ves tú?
Vuestro amigo.
Patricio García
Patricio García