“Nadie va al Padre, sino por mí.”
Jn 14, 1-6
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
JESÚS DICE: CREAN EN DIOS Y CREAN TAMBIÉN EN MI
En este fragmento del evangelio, Jesús continúa su discurso de despedida, pero
ahora, a las palabras de tristeza por la despedida, añade ahora palabras de
consuelo y optimismo, al saber lo que significa su ausencia de ellos, que va a ser
ventaja y misteriosa presencia en los mismos.
Se notan tres grupos de ideas, el significado de la ausencia de Jesús, el
conocimiento recíproco del Padre y del Hijo, y manifestación de los mismos
diversos frutos de la fe en Jesús ausente.
Jesús les levanta, ante su partida, el optimismo: que no haya inquietud y
turbación. Jesús dice: Crean en Dios y crean también en mi Puesto que ya creen
en Dios, que crean también en El; que esa fe en Él se mantenga y aumente en
su ausencia, a pesar de que van a presenciar su muerte de cruz; que crean en El
cómo en el Hijo de Dios, tema del evangelio de san Juan.
Con esa fe vendrán a saber lo que es optimismo. Por otra parte, el mandato
simultáneo de la creencia en Dios y en Jesús, bajo igual condición, implica la
divinidad de Jesús.
EN LA CASA DE MI PADRE HAY MUCHAS HABITACIONES
Asentado este tema, les hace ver que su partida, que va a ser por la muerte de
cruz, no es una catástrofe. Él se va a la casa de su Padre, el cielo, donde hay
muchas moradas. Jesús dice En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones
Desde San Ireneo se quiso ver en estas muchas moradas los diversos grados de
gloria. Pero no es esto lo que dice el texto. La enseñanza no es que el cielo sea
para unos pocos; tiene una inmensa capacidad; allí caben todos. La imagen
probablemente tiene por base el plano del templo, con sus múltiples estancias y
compartimentos, y al que, Jesús un día llamó también la casa de mi Padre (Jn
2:16). Precisamente Él va al cielo como Hijo a la casa de su Padre.
Dice Jesús: ¿les habría dicho a ustedes que voy a prepararles un lugar? Esto les
hace ver ya la solicitud por ellos, pues va a prepararles el lugar. San Agustín
pensaba que esto lo hacía preparando aquí a los futuros moradores. Pero esta
interpretación modifica sustancialmente la metáfora. La razón de esta
preparación es que nadie podía ingresar en el cielo hasta que lo hiciese la
humanidad de Jesús resucitado, ya que él es la primicia de toda la humanidad.
Y CUANDO HAYA IDO Y LES HAYA PREPARADO UN LUGAR, VOLVERÉ
OTRA VEZ PARA LLEVARLOS CONMIGO
Pero Jesús no sólo va a prepararles el lugar, aunque directamente se dirige a
ellos, la doctrina es universal, sino que, después de dejar preparado el cielo a los
hombres con su ingreso en el mismo, anuncia su retorno para venir a llevarlos
con El a su morada. Es así como Jesús dice: Y cuando haya ido y les haya
preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, Es lo que pedía al
Padre en su oración sacerdotal ¿A qué momento se refiere esta venida? Se ha
propuesto al momento de la muerte, a la parusía, o, sin precisar el momento, se
afirmaría sólo el hecho.
No parece referirse al momento de la muerte. Es un tema no relatado con esta
exclusiva y específica precisión en los evangelios.
Generalmente se admite la parusía (1 Jn 2:28). Es el tema frecuente y
esperanzado de la primera generación cristiana. Son muchas las alusiones que a
ello hacen los escritos neotestamentarios. Especialmente San Pablo habla de la
parusía de Jesús, en la que los justos salen al encuentro del Señor, que viene a
buscarles, y así estaremos siempre en el Señor. Consolados con estas palabras
(1 Tes 4:17.18).
YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA
No parece, hablando de la parusía, que se incluya aquí la mutua estancia y
presencia mutua eclesial de ahora.
Como Jesús, para consolar en su partida a sus apóstoles, les dice adónde va, por
contigüidad lógica, les dice cuál es el camino para ir a donde Él se dirige.
Los apóstoles aparecen con una rusticidad grande, no comprendiendo, como en
otras ocasiones, las enseñanzas de Jesús. Anunciándoles que va al Padre, al
cielo, debían comprender lo que ya les había dicho, en otras formas, tantas
veces. Casi están tan ciegos como los judíos (cf. Jn 7:35ss; 8:22).
Pero Tomás, en nombre de todos, dice que ignoran el camino. San Juan gusta
recoger las escenas dialogadas. Y Jesús le hace una gran declaración: - Yo soy el
camino, la verdad y la vida -
Verdad y vida no tanto en cuanto Él las tiene en sí mismo (Jn 1:4), sino en el
sentido que tienen en el evangelio otras frases sapienciales semejantes: en
cuanto Él comunica la verdad y la vida (Jn 6:48-58; 8:12; 11:23ss).
NADIE VA AL PADRE, SINO POR MÍ
Dice el Señor Jesús: - Nadie va al Padre, sino por mí -. Es camino para el Padre,
porque nadie puede venir al Padre sino por mí, es decir, recibiendo su mensaje,
que en San Juan es fe y obras (Jn 3:21, etc.). Y en cuanto se depende
vitalmente de Él, como el sarmiento de la vid (Jn 15:1ss).
Verdad y vida aparecen como dos expresiones sapienciales correlativas. Ya en el
Antiguo Testamento la sabiduría es la que conducía por y a las vías de la vida.
Jesús aquí se identifica con la sabiduría, que en algunos pasajes del Antiguo
Testamento parecen revestir, preparar, la trascendencia divina de la misma.
Jesús, es el camino en cuanto revela al Padre, nos da a conocer el camino que
nos conduce a Padre: El mismo es el único acceso al Padre. Jesús es el camino,
porque él nos mereció la gracia que nos hace hijos de Dios y herederos del cielo
y de Él. Todo esto con su ejemplo que nos enseña el camino que hemos de
seguir para llegar al cielo.
LA VERDAD Y LA VIDA
Jesús, es la Verdad; en medio de tanta mentira y falsedad. Para nosotros es una
gran paz saber que esta verdad no cambia. Jesús es la vida, él es el centro de
nuestros corazones, de todos los que desean vivir la bondad y el amor.
Jesucristo es Dios, una misma cosa con el Padre. Conocer a Jesucristo, es
conocer a Dios, amar a Jesucristo es amar a Dios, servir a Jesucristo es servir a
Dios y el sueño de Dios en nosotros, es que seamos hombre buenos como su
hijo Jesús.
La alegría de Cristo resucitado vivan en sus corazones
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant