Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Abril 29
Santa Catalina de Siena, OP
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: La sangre de Cristo nos purifica de todo pecado * A tí,
Señor, levanto mi alma. * Has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y
se las has revelado a la gente sencilla
Textos para este día:
1 Juan 1,5-10; 2, 1-2:
Queridos hermanos: Este es el mensaje que hemos escuchado de labios de
Jesucristo y que ahora les anunciamos: Dios es luz y en él no hay nada de
oscuridad. Si decimos que estamos con Dios, pero vivimos en la oscuridad,
mentimos y no vivimos conforme a la verdad. Pero, si vivimos en la luz, como él
vive en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo
Jesús nos purifica de todo pecado.
Si decimos que no tenemos ningún pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la
verdad no está en nosotros. Si, por el contrario, confesamos nuestros pecados,
Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos purificará de toda maldad. Si
decimos que no hemos pecado, hacemos pasar a Dios por mentiroso y no hemos
aceptado verdaderamente su palabra.
Hijitos míos, les escribo esto para que no pequen. Pero, si alguien peca, tenemos
como intercesor ante el Padre, a Jesucristo, el justo. Porque él se ofreció como
víctima de expiación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino por los
del mundo entero.
Salmo 24 :
Dios mío, en ti confío, / no quede yo defraudado, / que no triunfen de mí mis
enemigos; / pues los que esperan en ti no quedan defraudados, / mientras que el
fracaso malogra a los traidores. R.
Señor, enséñame tus caminos, / instrúyeme en tus sendas: / haz que camine con
lealtad; / enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.
Recuerda, Señor, que tu ternura / y tu misericordia son eternas; / acuérdate de mí
con misericordia, / por tu bondad, Señor. R.
El Señor es bueno y es recto, / y enseña el camino a los pecadores; / hace caminar
a los humildes con rectitud, / enseña su camino a los humildes. R.
Mateo 11, 25-30:
«¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas
cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias,
Padre, porque así te ha parecido bien!
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el
Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar.
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los
aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde
de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave, y mi carga ligera».
Homilía
Temas de las lecturas: La sangre de Cristo nos purifica de todo pecado * A tí,
Señor, levanto mi alma. * Has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y
se las has revelado a la gente sencilla
1. Pez en el agua
1.1 En una de sus más conocidas imágenes literarias, Catalina de Siena describe a
la persona que comulga como un pez en el agua: “Y así como el agua está en el pez
y el pez en el agua, así está Dios en el alma y alma en Dios”. Esta imágen describe
a su manera la vida de la Santa Senense: toda ella se nos presenta como un
camino en ascenso por el quemante deseo de Dios.
1.2 En la vida de Catalina de Siena se va dando un doble proceso: por una parte,
cada faceta de su existencia va desenvolviéndose y desarrollándose en tensión
hacia Dios, como un árbol que despliega sus ramas en todas direcciones, y en todas
busca el sol. Por otra parte, cada aspecto de la vida divina, en sí misma y en el
modo como se nos ha revelado, va produciendo una resonancia particular y nueva
en Catalina. Y en la convergencia de este doble proceso de mutua búsqueda entre
el Amado y su Amada, veremos realizarse en ella los prodigios que él sabe obrar en
sus predilectos. Aún joven celebrará su Desposorio Místico con Cristo, y luego,
como peregrina y predicadora, vendrá a ser como un lugar de encuentro con Dios
para muchas personas.
1.3 Habría pues que decir que Catalina es audazmente, incluso “escandalosamente”
divina. Se reconoce nada, se humilla ante todos, gusta llamarse y ser “sierva de los
siervos”, pero desde allí proclama con certeza que Dios es Dios y que ella anhela y
busca a ese Dios, al Absoluto, al Eterno, al Inconmensurable. Sin duda sorprende
este camino espiritual: saberse nada para aspirar al todo, decirse sierva y dar
órdenes, perderlo todo para ganarlo todo. Es la vía de la renuncia perfecta en aras
de la perfecta unión, una senda que ella consideró irrenunciable para sí misma,
pero que nunca impuso a nadie: le bastaba no ser sino en Dios para serlo todo de
él.
2. Como busca la cierva...
2.1 Coinciden los biógrafos de nuestra Santa en que podemos llamar “fundante”
aquella visión que ella recibió cuando sólo contaba cinco o seis años. Jesucristo se
deja ver, revestido con ornamentos sacerdotales, cerca de la Iglesia de Siena, y
bendice a Catalina. No hay palabras pero sí un mensaje. De hecho, tal mensaje
llegará a volverse palabra sólo mucho después, cuando nuevas experiencias--
incluída la dolorosa experiencia del pecado--lleguen a consolidar en ella,
simultáneamente, una vida, una espiritualidad y una doctrina.
2.2 Ese diálogo entre esta niña y el Cristo de la visión involucra todo el ser de
Catalina. Pareciera que su gran esfuerzo ascético es como un inmenso intento de
vaciarse a sí misma para ser llena de Dios. Pero, ¿cómo desprenderse o vaciarse de
lo que uno no conoce? Nadie sabe cuanto egoismo tiene hasta que no intenta
darse. Consecuente con esto, ella se da por entero, comenzando por lo elemental y
básico: la comida, la comodidad, el sueño, la compañia de la familia. Quiere
perderlo todo, en la certeza de que lo que se puede perder por Dios no vale ante
Dios y sí se encuentra mejor en Dios.
2.3 No hay que ocultar los riesgos que entraña esta espiritualidad del no-ser.
Fácilmente puede conducir a tres excesos: herejía, en cuanto al entendimiento;
capricho, en cuanto a la voluntad; gnosticismo ahistórico, en cuanto a la memoria.
Precisamente, los primeros confesores de la Santa (Tomás della Fonte, por
ejemplo) no dudarán en manifestar su admiración y gratitud ante Dios por la
misericordia que tuvo con esta jovencita, preservádola de tantos y tan graves
peligros. Y este es, por cierto, el fundamento teológico de una afirmación
hagiográfica común: el Espíritu Santo ha sido Maestro y Guía de Catalina de Siena.
Y a partir de esta afirmación, la otra de Pío II: "fué primero vista como maestra,
antes que como discípula: Aprendió de Dios."
3. "Habla tu a mi pueblo..."
3.1 Por su cuenta, Catalina no habría salido de su celda. ¡Harto le costó entrar! Por
eso, si luego vemos predicando a la que antes callaba y caminando a la que antes
reposaba o sufría junto al Crucificado, bien podemos preguntarnos a qué o a quién
se debe este cambio. ¿Hay que atribuirlo a la familia? ¿A un descubrimiento nuevo
de la miseria o la necesidad humanas? ¿A un mandato de sus Directores?
3.2 Catalina, sin separar al Dios eterno de su revelación en Jesus de Nazareth, ni al
Cristo Resucitado, de su Iglesia peregrina, obedece sólo a Dios. El cambio en su
tipo de vida no es explicable en causales familiares. Catalina se ha resistido incluso
a los ruegos de su mamá, cuando no se le parecen a los de Dios. Tal
transformación, que fué paulatina pero bien clara desde que empezó, tampoco es
comprensible por efecto de una orden de sus directores.
3.3 Ese modo cateriniano de vivir con intensidad la vocación dominicana resalta
tambien en que Catalina suele fundir prédica y oración. Solían por ello los
caterinatos, acostumbrados como estaban a verla pasar del sermón al éxtasis (e
incluso a predicar en estado de arrobamiento), tomar notas tantos de unos como de
otros. Esta mujer está en el mundo, pero no es del mundo. Por eso, precisamente
eso, es lo que da fuerza y unción a sus palabras. Ese “estar sin ser” en el mundo es
lo que ella llama la celda interior. Y pude decirse que ella no ve al mundo, o lo ve
con una profundidad inaudita. Puede decirse que no está en la historia, o que la
historia de su pueblo se realiza en ella de modo condensadísimo. Puede decirse que
ha huído del mundo, o que resume el drama del mundo (convulso pero creyente)
que conoció. Y si nuestra época prefiere para cada una de esos “puede decirse” el
segundo término de comparación (ver con profundidad, realizar la historia, resumir
el drama del mundo), no debemos sin embargo perder de vista al primero.
Fr. Nelson Medina, O.P.